En el país hubo proscripciones, ahora no las hay

En 1973, ocurrió lo que Perón jamás quiso, que lo sustituyera alguien de su partido

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Retorno de Perón a la Argentina
Retorno de Perón a la Argentina

El periodista Carlos Manfroni ha escrito un artículo donde juzga incorrecta la aserción de que el general Juan Perón haya sido habitualmente proscripto. Lo fue, dice, entre 1955 y 1971, aunque en el medio, el peronismo pudo participar. La idea de Manfroni es que si el exiliado hubiera sido razonable su partido podría haber participado en la vida “democrática”. Las comillas son mías.

¿Qué significaría ser razonable? Bueno, nominar candidatos ligth, pasteurizados, para un momento electoral, 1962, cargado de broncas y dolores.

Arturo Frondizi convocó a elecciones ese año, no levantó la proscripción del Justicialismo, que mudó de nombre y se denominó Unión Popular; aunque todos sabían de qué se trataba. El autor de marras afirma que al nominar como candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires a Andrés Framini, un dirigente gremial de la resistencia, un duro o como ahora se dice un halcón, y Frondizi dejarlo correr, lo que buscaba Perón era el derrocamiento de Frondizi, lo que efectivamente sucedió porque Framini ganó y el Ejército obligó a anular esas elecciones. Manfroni, entonces, acusa a Perón de golpista y provocador. Para hacer esas afirmaciones hay que conocer más del asunto. Veamos.

Guardo entre mis papeles una entrevista que el historiador Guillermo Gasió le realizara a Juan Unamuno entre marzo y diciembre del 2001 y que me confió antes de marcharse del país. Decía Unamuno:

“La anécdota es la siguiente. La cosa estaba muy pesada porque, cuando Perón insinuó la posibilidad del voto negativo (para esas elecciones), fueron cinco grandes dirigentes obreros y lo intimaron por un voto positivo. Perón advirtió que no podía convertirse en traidor y estaba además aquello de que siempre hacía lo que el pueblo quería, sobre todo cuando no podía modificar las cosas... Entonces, le dijo a Framini que él iba a ser el candidato. Eso ya comportaba una provocación para el sistema político argentino. Hay que calcular lo que significaba a fines del 61, principios del 62, un candidato obrero en la provincia de Buenos Aires. Framini le contestó: “General, me van a matar”. A lo que Perón respondió: “No lo va a matar nadie. ¿Y sabe quién va a ser su vicegobernador? Yo”. Esto le servía a Perón para dos cosas. En primer lugar, desde el punto de vista dialéctico, para convencer a Framini, y, en segundo lugar, estaba mandando un metamensaje de proscripción, porque Perón no podía ser candidato a nada. Cuando llegó la noticia de que la Justicia proscribía por defectos fundamentados (el general no estaba empadronado) la candidatura de Perón a vicegobernador, Perón supuso que el Movimiento iba a adoptar una actitud de solidaridad con él, hecho que no ocurrió. La corriente electoral era tan grande que se produjo una avalancha imposible de parar. Perón se molestó y le mandó una carta, parcialmente publicada, a Eloy Camus – que creo era el presidente del Congreso Partidario – donde se manifestaba muy enojado. Por supuesto, ni renunció, ni se fue.

– ¿Qué papel jugó Vandor en aquellas elecciones?

– Vandor estaba por el voto positivo. Viajó a Madrid conjuntamente con Amado Olmos, Roberto García y algún otro más, y lo apretaron a Perón diciéndole que había que votar. Por eso a Perón se le hizo muy difícil, si no tenía un argumento muy valedero, liquidar la situación por la vía del voto negativo. Además, hay que calcular que la elección en la provincia de Buenos Aires es muy particular porque se juega y se pone en movimiento un aparataje infernal: diputados, senadores, concejales, intendentes. Buenos Aires es más grande que muchos países europeos. Se trata de una vastedad de movilización tal que a Perón se le hacía muy difícil decir que no se iba a votar.

– ¿Por qué Perón terminó aceptando la candidatura de Framini?

– Porque ya no tenía tiempo ni forma de impedirlo. Además, Perón ya había hecho todo, había insinuado todo. Por otro lado, también Frondizi, mal asesorado o mal informado, vio la oportunidad de ganarle a Perón en las urnas, dato que no era desdeñable. Pero hay una cosa que no se difundió, lamentablemente. Perón se quedó con la sangre en el ojo. Además, advirtió que la caída de Frondizi iba a significar el quiebre institucional y sabía bien que él era importante dentro de la legalidad, aunque fuese ficta, fementida, chueca. A un movimiento de masas como el peronismo le era muy difícil manejarse en la ilegalidad. Perón también quería cascotear a Frondizi, y episódicamente lo hacía, pero no quería que cayese. En un primer momento, Perón planteó el apoyo a la candidatura de Crisólogo Larralde, del Radicalismo del Pueblo, quien había tenido una actitud muy particular, diferente a la de Balbín. Además Larralde, según el análisis de Perón, provenía del anarquismo, con una fuerte influencia de lo que llamaríamos el “obrerismo”. Tenía también contactos serios con gente del peronismo. Lamentablemente, antes de que se articulara esa maniobra, Larralde murió, con lo cual todos los hechos se pusieron en contra de la solución prevista por Perón.”

Y aquí está el secreto del accionar de Perón. Si no puede entrar al país, y el acto electoral va en serio y es inmodificable, entonces señala a alguien que sea de otro partido, porque del suyo viene la traición. Larralde no pudo ser, entonces, apurado por sus partidarios construyó la fórmula Framini-Perón en la idea que proscribieran la fórmula. No fue así, lo proscribieron a él.

El General esperaba el renunciamiento, que Framini se bajara, no lo hizo, se la creyó, al ganar vino el golpe. No fue responsabilidad de Perón que jugó a la proscripción. En tal caso habría que responsabilizar a Framini y a Frondizi.

Lanusse y Cámpora

Manfroni afirma que Licio Gelli, jefe de la Logia P 2 fue el que propuso a Héctor Cámpora, sin pruebas y carente de verosimilitud, invita a risa. En términos de ciencia histórica es un disparate, hay que estudiar los pasos de Perón en el exilio y la cosa emerge clara. No, para quien ve los hechos a través de conspiraciones secretísimas promovidas por hombres siniestros que se mueven en las sombras. Mucha película hollywoodense. El asunto es más sencillo. Publiqué en su momento, por primera vez, la carta de Ricardo Rojo a Perón donde le informaba (diciembre de 1969) que había ido a verlo el general Aramburu con la intención de transmitirle a Perón la puesta en marcha de un movimiento militar que desplazaría a Onganía del poder, asumiría Aramburu y se mantendría a Lanusse al frente del Ejército. El objetivo de la movida era convocar a elecciones con Perón en el país y libre de participar en ellas. El Ejército no estaba en condiciones de contener las puebladas provincianas de modo que se volvía a la vida democrática. Continuarían conversando.

Al año siguiente aparecen notas en revistas políticas realizadas a Perón y a los días a Aramburu. Todo parecía avanzar en esa dirección hasta el asesinato de Aramburu. Sobre el cual he escrito en extenso. El proyecto lo asume Lanusse pero con mala leche. Porque como Perón no aceptó renunciar a su candidatura nominando a Lanusse en el marco de una Gran Acuerdo Nacional, este, furioso implantó la cláusula del 25 de agosto. Ya he escrito mucho sobre esto, tanto que abruma. Aquí le recomendaría a Manfroni que lea los dos libros del general Lanusse. En síntesis, Perón no vino cuando quería Lanusse por lo tanto no pudo ser candidato y propuso a Cámpora que tampoco podía ser. No lo propuso Licio Gelli, fue el mismísimo Perón. ¿Con qué objetivo? Con la intención que Lanusse aplicara el decreto del 25 de agosto y proscribiera también a Cámpora. Lanusse no lo hizo pues se dio cuenta de la maniobra y lo transformó en candidato del peronismo. Si hubiera aplicado la ley, dice Lanusse, era posible que Perón llamara a votar en blanco y el gobierno cayera. Ocurrió lo que Perón jamás quiso, que lo sustituyera alguien de su partido.

Proscripciones y renunciamientos

Por estos días se han puesto de moda estos términos. Quizás Manfroni se encuentre envuelto en este clima. Primer asunto, Cristina Kirchner no está proscripta, puede ser candidata, no lo va a ser porque se halla en la misma situación o peor que en el 2019. Macri puede y se bajó. Gran gesto, dicen sus compañeros de ruta. Si uno cree en sus palabras lo hizo porque considera que hay que terminar con la idea de buscar líderes mesiánicos como hace ochenta años se hizo. Dejemos a Perón de lado. ¿Macri se bajó para no transformarse en un líder, y para colmo mesiánico? ¿Es mucho, no?

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