Cuando ocurren “shocks financieros” en países del primer mundo, los primeros en recibir el impacto negativo son los mercados emergentes, como es el caso de Argentina. El primer antecedente que se me viene a la mente es la caída de Lehman Brothers en 2008 y su efecto contagio por casi 2 años. Hoy nos toca vivir la quiebra del Sillicon Valley Bank, entidad que se caracterizó por financiar a startups (incluyendo empresas argentinas), como así también la absorción del Credit Suisse.
El sistema financiero del país con la “tasa libre de riesgo” quedó en alerta y eso generó un efecto contagio en la bolsa y sobre todo en los ADR’s argentinos que cotizan en NY. Una primera lectura general sería la suba de tasas de la FED para combatir la inflación, variable que pareciera empezar a cambiar hacia una tendencia a la baja, lo cual le daría margen a la FED para comenzar a bajar las tasas.
Las “crisis financieras” tienen la particularidad de que generan acciones inmediatas de venta de títulos de países emergentes como es el caso de Argentina. Los grandes fondos de inversión lo primero que van a hacer es desprenderse de bonos argentinos en caso de tenerlos en su cartera, lo cual haría descender más aun el precio subiendo el rendimiento demandado por el mercado y el riesgo país.
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Argentina hoy enfrenta un problema dual, la “inflación” (el peor de todos) y la “inestabilidad cambiaria” pre-elecciones. El dólar sigue siendo un juego de oferta y demanda, mientras Argentina siga cumpliendo con las metas del FMI, el organismo va a seguir aportando fondos para incrementar reservas debilitadas ante una sequía histórica, lo cual hizo mermar la liquidación de divisas del agro fuertemente.
El Banco Central aún conserva cierto “poder de fuego” para intervenir en el mercado y calmar la demanda, un intervencionismo muy necesario en este contexto internacional. Hoy la inflación sigue siendo el mayor problema, el cual es un “fenómeno monetario” y un juego de expectativas, y las expectativas que se están generando siguen siendo hacia un alza sin límites.
El BCRA continúa “entre la espada y la pared”. Existe una presión muy fuerte de las pymes para bajar la tasa y así poder seguir produciendo bienes y servicios en el país para sostener y aumentar el nivel de empleo y hacer crecer el PBI. Sin empresas, ni bancos que le den préstamos a las empresas (en lugar de dárselos al banco central), la economía de un país colapsa en el mediano plazo. Por otro lado, el mercado presiona fuerte con aumentar la cobertura de dólares en año electoral, ante tasas de interés en pesos “negativas” en términos reales.
La determinación que tomó el Banco Central no está mal, porque con una suba de apenas 3% (del 75% al 78%) lo que hizo es “calmar expectativas” en el mercado. Si la llevaba al 80%, iba a volver a crear más expectativas al alza de precios. Al mercado le quedó la sensación de una suba “insuficiente”, pero está bien lo que hizo el gobierno porque apuesta a empezar a bajar la tasa en el segundo semestre y trata de mantenerla sin cambios en función de la marcha de la inflación. No es imposible (por ahora) una inflación anual del 60%, pero el factor estacionalidad (explicado por aumento de tarifas y carne del primer trimestre) le absorbió bastante margen al gobierno para el segundo semestre y si no toma medidas monetarias de shock en el segundo trimestre antes de las PASO de Agosto va a ser tarde.
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Si el FMI metiera más presión sobre disminuir la meta del déficit fiscal, quitar lo más rápido posible los subsidios y restringir fuerte la emisión monetaria, ayudaría considerablemente a bajar la inflación (quita pesos del mercado). Dado que la meta de reservas en USD ya la bajó (efecto sequía), debería permitirle al gobierno enfocarse más en la inflación y no tanto en el dólar. Los argentinos ganamos en pesos, no en dólares, y el peso termina “no valiendo nada” actualmente. Las políticas monetarias tienen que ser más duras, pero no subiendo la tasa de interés, sino restringiendo fuertemente el gasto público y la emisión monetaria. Menos planes sociales es uno de los primeros pasos para dar si la intención del gobierno es realmente bajar expectativas inflacionarias.
En conclusión, domar la inflación es lo “urgente”, ya que es la culpable de todos los males en nuestro país. El dólar es la consecuencia, pero no es la causa de la inflación. Una buena medida por parte del gobierno es absorber todos los pesos posibles, interviniendo con más fuerza en el mercado del dólar financiero y creando un “dólar carne”, dado que la exportación de carne vacuna a China no se detiene ante la demanda, y los dólares de los commodities -soja-maíz-trigo-girasol- se van acabando.
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