Donde menos se espera, la marcha atrás y la imprudencia al volante siembran dolor

Conducir es un acto que conlleva una responsabilidad absoluta y esa maniobra es de las más riesgosas

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Habitualmente relacionamos hechos de tránsito con altas velocidades en rutas y autopistas. Sin embargo, con la maniobra de marcha atrás, simplemente con el movimiento de arranque de un vehículo, tenemos en nuestras manos la propia vida y la de los demás. Pero no siempre somos conscientes de ello.

Esto es lo que ocurrió hace un mes en el Club de Campo Hacoaj, en el partido de Tigre. Como todo country, el ideal de vida al aire libre es para todos los que lo habitan un valor agregado. Sin embargo, no siempre se tiene en cuenta que para que se pueda disfrutar de esa “vida al aire libre” es necesario el compromiso de todos. Y para quienes conduzcan con automotores por sus calles, aunque más no sea a baja velocidad, más aún.

Atento la inexistencia de veredas, en los clubes de campo y barrios cerrados se debe siempre extremar la prudencia de los automovilistas, y con éste fin existe cartelería y avisos exigiendo precaución y cuidado con los chicos, así como también se establecen velocidades máximas muy bajas de hasta 20 km/h, que permitan frenar completamente el vehículo ante una situación imprevista.

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En especial, en este Club de Campo hay numerosa cartelería distribuida desde el ingreso al predio que alerta a los conductores de vehículos para que circulen con precaución ya que “nuestros niños están jugando”. En este sentido, la prudencia de los conductores debe ser máxima en las calles internas de Clubes y barrios privados, en las cuales transitan automóviles, runners, ciclistas, patinadores, ancianos haciendo caminatas, niños, skaters, monopatines eléctricos, etc. Es decir, al no haber veredas en las calles internas, habitualmente transitan sobre ellas todo el universo de habitantes de los clubes de campo y barrios cerrados.

(Google Street View)
(Google Street View)

Este fue el caso de Sholem Doiber Mizrahi, de 3 años de edad (y próximo a cumplir 4), quien se encontraba frente a su vivienda, sobre la calzada interna del Club, y a bordo de su pequeño triciclo. La vecina de la vivienda de enfrente a la de la familia Mizrahi, subió a su camioneta de gran porte y salió desde su garage circular de culata, haciendo marcha atrás. Simultáneamente habría realizado un giro en sentido de las agujas de un reloj marcha atrás para comenzar a ubicar el voluminoso rodado sobre la calzada y habría continuado con su recorrido hacia atrás. Fue allí cuando arrolló con la rueda delantera derecha al pequeño Sholem, causándole la muerte casi de inmediato.

La prevención y la concientización son esenciales en materia de hechos viales, y está nota es redactada con el noble objetivo de que este tipo de desgracias no vuelvan a suceder. Por ello, se debe estacionar los automóviles en las casas de los Clubes de campo de culata, de manera tal que al arrancar los vehículos salgan hacia adelante, es cuestión de vida o muerte.

En este caso en especial, si la camioneta involucrada hubiese salido hacia adelante, la tragedia no hubiese acontecido. Dado que salir hacia adelante le hubiese permitido visualizar al pequeño Sholem en su triciclo y así evitar este fatal hecho. Se trata de una camioneta de gran altura, una conductora haciendo marcha atrás con su campo visual reducido, y un pequeño niño de poca estatura, por ello si la conductora “no ve”, no debe continuar su “marcha atrás”. Cuándo los conductores “no vemos” debemos frenar el rodado.

Se pueden analizar una y otra vez al detalle las causas de este hecho vial. Sin embargo, nada permite recuperar la vida de Sholem. No hay remedio ni paliativo a tanto dolor.

Los padres de la víctima, el rabino Shneur Zalman Mizrahi (35 años) y Amalia Abigail Hamra (32 años) sufren el dolor inenarrable de aquellos que pierden un hijo. Desde hace un mes el impacto afectó de forma irreparable a la familia de Sholem. De hecho, su madre ha manifestado, a través de diversos escritos, la necesidad de comunicarse con su hijo. El 23 de marzo se cumplió el primer mes.

Sin embargo, nuevamente, ya es tarde para reclamar prudencia al volante. Sólo el paliativo de generar consciencia acerca de la responsabilidad que implica subirse a un vehículo. Tanto dolor se podría haber evitado con un mínimo de responsabilidad. Tanta tristeza podría no formar parte de la vida del matrimonio Mizrahi (como de tantas familias que sufren las consecuencias de los hechos viales) si se tomara consciencia de que conducir es un acto que conlleva una responsabilidad absoluta y que la maniobra de marcha atrás es de las más riesgosas en la ciudad, y la más riesgosa en los clubes de campo y barrios cerrados, que requiere de una atención plena.

*los autores son abogados del Rabino Shneor Zalman Mizrahi y de su esposa Amalia Abigail Hamra, padres del niño fallecido SHOLEM.

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