Cancelar para siempre el ciclo histórico del PJ es un error

El Partido Justicialista es el natural cauce administrativo, electoral y formal del Movimiento Peronista

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Frente de la sede del PJ en la Ciudad de Buenos Aires (Maximiliano Luna)
Frente de la sede del PJ en la Ciudad de Buenos Aires (Maximiliano Luna)

Entiendo que considerar agotado “in eternum” la identificación entre peronismo y pejota (PJ) no es válido.

Es más, la usanza más exitosa de abandono del PJ como contenedor natural del peronismo nunca se asentó en la construcción de alguna estructura partidaria como alternativa, sino que se dio en la forma de frentes electorales y sólo para concretos momentos y determinadas elecciones.

Hay ejemplos varios en la historia, pero los tres con mejor performance como para considerarlos en virtud de sus excelentes resultados son los ocurridos en 1985 cuando Antonio Cafiero conduce y participa en las elecciones de medio término en provincia de Buenos Aires, liderando un conglomerado electoral llamado Frente Renovador y logra, a pesar de no ganar esa compulsa, un resultado muy superior al obtenido por el PJ oficial que había quedado en manos de Herminio Iglesias y la entonces considerada ortodoxia peronista.

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El otro modelo a tomar es en 2005, también en elecciones de medio término en provincia de Buenos Aires, cuando Néstor y Cristina Kirchner organizan una coalición electoral llamada Frente para la Victoria y derrotan en forma contundente al PJ oficial liderado por Eduardo Duhalde.

El caso más reciente y también situado en similares condiciones de elecciones medio término y en el territorio bonaerense es en 2017 cuando el frente Unidad Ciudadana obtuvo muchos más votos que la propuesta electoral que contaba al PJ oficial (Randazzo y Movimiento Evita) entres sus integrantes.

En los tres casos mencionados es de destacar que los victoriosos de cada uno de esos momentos, logrados sus objetivos electorales, retornan, con variadas formas, al seno del Partido Justicialista y en los dos primeros ejemplos se da que tanto Cafiero como Néstor Kirchner, luego de su momentáneo alejamiento llegan a ser titulares de la fuerza que habían dejado. Los dos ocuparon tiempo después la presidencia del Consejo Nacional del Partido Justicialista.

Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, en un encuentro en Casa Rosada en 2005 (NA)
Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, en un encuentro en Casa Rosada en 2005 (NA)

¿Cuál es el punto? Que quienes objetaron en forma coyuntural al PJ y tuvieron cierto éxito, nunca se dedicaron a cimentar un nuevo partido como opción permanente. Y que quienes sí lo hicieron, en esto hay cantidad de ejemplos, jamás lograron ese cometido, es decir nunca pudieron acercarse siquiera a la importancia histórica, masividad y presencia del Partido Justicialista.

Y esto tiene cierto sentido, pues una cosa es rebatir momentos en que determinada conducción y rumbo del PJ no cumple con aspiraciones que la coyuntura requiere y en ese sentido, hay quienes ofertan, con identidad peronista también, una opción electoral distinta y otra es crear otro partido al negarle al PJ, vitalidad futura, afirmar la cancelación para siempre de su ciclo histórico, objetar puntos doctrinarios, creer en el agotamiento de su experiencia histórica y confundir direccionalidades de coyuntura con permanencia inalterables.

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Entonces, cuando esto ocurre, el primer sentido que tiene el nuevo partido es impugnar, criticar y atacar en su integralidad el lugar del cual se han marchado, pues esa es la razón que le da sentido a su accionar, de lo contrario ¿para que se marchan?

Por eso los tantos ejemplos al respecto desde 1955 a hoy no han tenido resultado pues quienes parten del PJ imbuidos claramente de una concepción vanguardista (“nosotros sabemos qué hacer mientras millones de afiliados no lo saben, por eso ellos se quedan y nosotros nos vamos”) deben en virtud de ese mismo pensamiento, sostener sus improperios contra el PJ, terminar enfrentados con las mayorías que no acompañan sus posiciones. O sea, enfrentados con el peronismo. Por eso nunca tuvieron éxito.

En síntesis, un frente electoral momentáneo y concreto en virtud de notorias deficiencias conductivas, éticas y responsables de quienes conducen al PJ (esto cabe para cualquier provincia), puede ser.

Armar un partido nuevo y pretender discutirle la representatividad del peronismo al PJ, no va. No fue.

No funcionó nunca.

Estamos quienes creemos que el PJ es el natural cauce administrativo, electoral y formal del Movimiento Peronista y por eso nos quedamos y peleamos por su conducción y contra lo que entendemos pueden ser, erráticas y pésimas formas de ser manejado en los últimos años, y están los que se van y crean otro partido.

Entonces, no somos todos los mismo.

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