Argentina frente al debate global de la seguridad alimentaria: ¿en la mesa o en el menú?

Si bien el país ha mantenido una narrativa donde se posiciona como un colaborador activo frente a este problema también ha tenido llamativas ausencias

Guardar
Plantas de maíz debilitadas por la sequía yacen en el suelo después de una fuerte lluvia, el 19 de septiembre de 2012, en Bennington, Nebraska. (AP Foto/Nati Harnik, archivo)
Plantas de maíz debilitadas por la sequía yacen en el suelo después de una fuerte lluvia, el 19 de septiembre de 2012, en Bennington, Nebraska. (AP Foto/Nati Harnik, archivo)

El desorden en la economía que provocaron primero la pandemia y luego la guerra en Ucrania tuvo importantes consecuencias para el sector alimentario: un alza histórica de los precios, que se vio seguida por un reposicionamiento en la discusión por la seguridad alimentaria a nivel global.

En distintos foros internacionales (G-7, BRICS, CELAC, ONU) como así también en distintas reuniones bilaterales el Presidente Alberto Fernández intentó presentar a la Argentina como solución a la actual crisis alimentaria. Por su parte, en septiembre del año pasado el Presidente expuso en la Cumbre Mundial de Seguridad Alimentaria, donde la delegación Argentina tuvo una destacada participación.

Un rol activo del país en la discusión global sobre la seguridad alimentaria tiene hoy robustos fundamentos fácticos. A su tradicional e importante sector agroalimentario se le suman dos ventajas competitivas claves. La primera es geográfica. El país está lejos de los riesgos geopolíticos que hoy acechan al mundo. La segunda es tecnológica. Los desarrollos biotecnológicos de firmas y startup -que buscan dar soluciones a problemas como el cambio climático- en el sector agropecuario se multiplican. El caso de la exportación de las semillas HB4 es un claro ejemplo de un incipiente ecosistema biotech.

El involucramiento del país en la gobernanza internacional en materia alimentaria no solo es importante para la visibilidad e influencia del país en el escenario internacional. No se trata sólo de una cuestión de prestigio. En esos ámbitos se discuten principios, normas y prácticas que pueden mejorar la competitividad de los productores de alimentos, en materias como la agricultura digital y la reconversión energética asociado a los compromisos del régimen climático. Surgen de estos foros los lineamientos respecto de las políticas que los distintos países pueden aplicar en la producción y comercialización de alimentos. Asimismo, parte de los términos de referencia del financiamiento de organismos multilaterales hacia el sector agroalimentario se estructuran en los fundamentos emanados por el régimen.

Te puede interesar: Argentina frente al debate global de la seguridad alimentaria: ¿en la mesa o en el menú?

Ahora bien, para posicionar al país con un rol protagonista en este aspecto crucial de la gobernanza internacional es necesario contar con una coherente y sólida estrategia de inserción internacional.

Argentina si bien ha mantenido una narrativa donde se posiciona como un colaborador activo frente a este problema también ha tenido llamativas ausencias. En 2021 fue el único país de la región que no apoyó la declaración conjunta sobre las prohibiciones o restricciones a las exportaciones de productos agropecuarios en relación con el Programa Mundial de Alimentos, en la OMC.

El Global Forum for Food and Agriculture (GFFA) que se celebró en Berlín a fines de enero no contó con representantes de nuestro país, ausencia llamativa y preocupante. En dicho Foro participaron 64 países (entre ellos Ministros de Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Cuba) y representantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial (BM) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Un trabajador coloca sus productos frescos en el Mercado central en Buenos Aires, Argentina, el lunes 13 de febrero de 2023. El 14 de marzo, el Instituto Nacional de Estadísticas argentino dio a conocer el Índice de Precios al Consumidor de febrero que volvió a registrar un alza, hasta el 6,6% mensual, empujado por los precios de los alimentos y superando la barrera de 100% interanual. (AP Foto/Natacha Pisarenko)
Un trabajador coloca sus productos frescos en el Mercado central en Buenos Aires, Argentina, el lunes 13 de febrero de 2023. El 14 de marzo, el Instituto Nacional de Estadísticas argentino dio a conocer el Índice de Precios al Consumidor de febrero que volvió a registrar un alza, hasta el 6,6% mensual, empujado por los precios de los alimentos y superando la barrera de 100% interanual. (AP Foto/Natacha Pisarenko)

Las instituciones nacionales juegan un papel clave para la proyección internacional. La política exterior es “inter-méstica” (internacional y doméstica). Sin embargo, en las últimas reorganizaciones de la burocracia estatal la prioridad de la agenda de seguridad alimentaria en la proyección internacional no tuvo la relevancia necesaria.

En un contexto global donde la agenda está en el centro de la discusión, la Argentina redujo la cartera de Agricultura, Ganadería y Pesca a una Secretaría dentro del Ministerio de Economía, el cual está plenamente enfocado a solucionar la angustiante situación financiera. Hoy la política exterior es multiactoral y multiagencial donde todas las burocracias deben exprimir al máximo posible las posibilidades de internacionalización que existen. Asimismo, la coordinación de Economía con la Cancillería y la Secretaría de Asuntos Estratégicos es central para lograr articular una integral estrategia en los planos regionales e internacionales donde se discuta la problemática alimentaria, en consonancia con la centralidad que el Presidente le ha otorgado a dicha agenda.

Para una proyección internacional exitosa es también necesario una macroeconomía ordenada que permita sortear contradicciones con la lexis diplomática. Argentina ha resaltado que la problemática de la seguridad alimentaria global no puede asumirse como un problema de la oferta de alimentos, sino de los sistemas de comercialización, concentración y restricciones de los mercados, poniendo el énfasis en las políticas distorsivas que aplican muchos de los países desarrollados. Sin embargo, resulta de poca ayuda a esa posición la persistencia de irregularidades del sistema cambiario que afecta en particular al sector agrícola y las numerosas restricciones a las exportaciones (retenciones). En definitiva toda política exterior comienza en casa. El 8 de febrero de este año el FMI, el BM, la FAO, la OMC y el Programa Mundial de Alimentos emitieron una declaración conjunta sobre la crisis mundial de seguridad alimentaria en la que puntualizan sobre las restricciones a las exportaciones impuestas por Argentina -y otros países- en los últimos meses.

La sequía que atraviesa la zona núcleo de la Argentina da lugar a estimaciones a la baja para los próximos ciclos. La Bolsa de Comercio de Rosario calcula una reducción de las exportaciones de los principales complejos del agro en un 13% respecto del 2022, estimación que se ve amortiguada por los aún elevados precios de los commodities agrícolas. Las proyecciones globales de la FAO, publicadas a comienzos de marzo, por su parte, estiman que el comercio mundial de cereales en 2022/23 disminuirá un 1,8 % respecto del nivel de 2021/22.

Ya sea por pragmatismo -incrementar la inserción de Argentina en los mercados- o por principios -contribuir a evitar el hambre en el mundo- es imperativo que nuestro país sostenga con coherencia institucional y consistencia macroeconómica una política exterior para el sector agroalimentario en el marco de las discusiones globales por la seguridad alimentaria. La disyuntiva es clara: o tenemos una plena y sólida presencia internacional para discutir e influir sobre la agenda con un horizonte de construcción de poder en el plano multilateral (sentados en la “mesa”) u otros actores serán los que definan el juego, los principios y las reglas en torno a la seguridad alimentaria (y Argentina estará formando parte del “menú”)

Seguir leyendo:

Guardar