Políticamente indeseable: ¿una amenaza para la democracia?

Cristina Kirchner tuvo un rol político protagónico en 20 de los últimos 40 años de democracia. Su responsabilidad en la agobiante situación que vive el país es innegable. Debería reflexionar y, por una vez, anteponer los intereses de los argentinos por sobre los propios

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Cristina Kirchner (Franco Fafasuli)
Cristina Kirchner (Franco Fafasuli)

Políticamente indeseable, libro publicado por Cayetana Álvarez de Toledo en 2021 es una mezcla de crónica sobre la decepción política y ensayo sobre las amenazas a la democracia. La autora es una política española que sorprende por la claridad de sus conceptos, muchos de los cuales son perfectamente aplicables a la política argentina. Dice: “Solo cuando los políticos digamos en público lo mismo que afirmamos en privado, solo cuando reconozcamos la degradación de nuestro oficio, sólo cuando nos veamos retrasados en el implacable espejo de los hechos, sólo entonces seremos capaces de rescatar la democracia de las mandíbulas del populismo”. Argentina cayó víctima de esas mandíbulas populistas.

El estado actual de putrefacción de nuestra nación es una prueba contundente de ello. Los que llegaron para ser mejores se han convertido en los peores de los últimos 40 años en democracia. Padecemos una crisis económica demasiado larga como para seguir haciendo más de lo mismo. El modelo actual ya demostró su más contundente fracaso. Transitamos, desde hace tiempo por el sendero de la decadencia. En ese andar decadente Cristina Kirchner ha salido esta semana de un encierro autoimpuesto como una forma de contrarrestar los efectos nocivos que los extensos fundamentos dados a conocer el jueves 9 de marzo y que sustentan su condena a seis años de prisión más inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos.

El pasado viernes habló. Dijo más de lo mismo. Previsible y aburrida, calló lo que siempre calla, como si no hablar seriamente de la crisis causara su evaporación. Criticó al Poder Judicial, repitiendo argumentos errados, que la dejan hablando sola. Los fundamentos del fallo condenatorio, dados a conocer el 9 de marzo pasado, fueron contundentes. Tanto que la condenada en primera instancia deberá, siguiendo su previsible estrategia de horadar al Poder Judicial, redoblar su embate poniendo nuevamente en riesgo las instituciones. CFK, con sus desmanejos caprichosos, provocados por un ego sin límites, se ha convertido en una política indeseable para propios y extraños, con una imagen negativa que ronda el 70%. Resulta increíble ver cómo se para en la vereda de enfrente para criticar a su propio gobierno, ese del cual ella es la principal responsable.

Algunos, menos cada día, hablan de su inocencia. Afirman que es una perseguida política y que está proscripta. Nada más alejado de la realidad. La pregunta que debemos hacernos es quien de todos esos relatores del relato han leído todas las causas, analizado las pruebas, confrontados los hechos alegados por la defensa y por la acusación fiscal. Solo quienes hayan realizado todo ese esfuerzo intelectual, estarán en condiciones de dar una opinión con fundamento. El resto es el atajo de los vagos, de los que repiten por boca de jarro sin siquiera saber de qué se tratan las causas en cuestión. Leer la sentencia (solo leerla) para quienes lo hacen de “corrido y con buen ritmo” ocupa un poco más de ochenta horas. Mucho se habló estos días, muy poco con conocimiento de causa. Pareciera que bastardear la verdad es gratis y no trae consecuencias, pero se equivocan y mucho.

El gobierno del Frente de Todos nos ha dado sobradas muestras de escamotear la verdad, lo vimos, entre otros episodios, con la Fiesta de Olivos, con el Vacunatorio VIP, con la compra de las vacunas contra el Covid-19, con la “proscripción” de CKF, con el narcotráfico, la inflación, la emisión descontrolada de pesos, etc. La condena a CFK está apoyada por una enorme cantidad de prueba, mucha a simple vista, como por ejemplo todas las propiedades de Lázaro Baéz, las del difunto Daniel Muñoz, o los bolsos de José López volando por las paredes de un convento, entre otros. Quienes niegan la realidad de los hechos no solo se están negando la verdad a ellos mismos, sino que nos colocan a todos muy cerca de un conflicto social.

El problema es que hoy ya no se trata de la mentira, sino de la discusión de la realidad misma, poniendo todo en duda. Se destruye la certeza. Esa misma que en Rosario movilizó una pueblada para destruir algunos bunkers de los narco, algo que debería ser una actividad propia del Estado. Llegamos a un punto tal de indignación social que ahora la justicia por mano propia comienza a ser una opción en algunos sectores sociales. Lo que el actual gobierno le está dejando, en términos económicos y sociales, al próximo es todo un desafío. No por nada la Asociación Empresaria Argentina (AEA, que reúne a muchas de las principales compañías que operan en el país) emitió un fuerte comunicado llamando a respetar las instituciones, y, advirtiendo sobre la elevada inflación, el déficit fiscal, la ya insoportable presión fiscal y la ausencia de moneda.

El operativo “clamor” para que Cristina acepte ser la candidata presidencial del Frente de Todos no es más que una pantomima que le permita volver, si las circunstancias lo ameritan, sobre sus pasos y aceptar “por lo menos” una candidatura a senadora por la Provincia de Buenos Aires, como si le hiciera un favor a sus feligreses, cuando en realidad es toda la vuelta de calesita que tuvo que dar para tener la chance de retractarse de su recordado berrinche público donde anunció el renunciamiento a cualquier candidatura. La Vicepresidenta no es más que una política decadente que hizo naufragar al país en el océano de un populismo perverso. Hoy estamos peor que hace dos décadas. Los datos echan tierra sobre cualquier relato en contrario que se intente. El populismo cristinista es un rotundo fiasco.

Nos quedan 273 días de un gobierno que se ha caracterizado por sacar el agua y secar, sin cerrar la canilla. Cristina con toda su perorata del pasado viernes no hizo más que repetir argumentos, criticar la inflación del 100% como si ella no fuera una parte importante de la causa, al mismo tiempo que acomete contra la democracia, esa misma de la que tanto se ufana. Al “autopercibirse” proscripta y perseguida por la Justicia está haciendo muchas cosas a la vez: 1) debilita las instituciones de la nación, 2) deslegitima a quienes la juzgaron y condenaron por la terrible corrupción de la que fue parte según los fundamentos de las 1616 páginas que dan sustento legal y probatorio 3) al marginarse como candidata por considerar que no están dadas las condiciones para competir deslegitima a quien sea que resulte electo como próximo presidente, 4) deja la puerta abierta para que algunos fanáticos desconozcan el resultado de los comicios, al hablar del “final del pacto democrático” a consecuencia del atentado que ella sufrió.

Argentina modelo 2023 es la ruina de todo lo que pudimos ser como país. De los pasados cuarenta años, CFK fue la actora principal en los últimos 20. Su responsabilidad en lo que hoy somos como nación, en el 100% de inflación, el crecimiento narco, el resquebrajamiento de las instituciones y la degradación de la educación, entre los principales males que padecemos, resulta innegable. Algo tan obvio que nos llama poderosamente la atención que la Vicepresidenta se sienta ajena a todo, como si fuera una negadora serial. No mide las consecuencias de sus actos colocándose ella misma cada vez más cerca de su propio ocaso político y a los argentinos de un nuevo colapso.

La septuagenaria dirigente debería reflexionar y, por una vez, anteponer los intereses de todos los argentinos por sobre los propios.

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