“Esta persona está coacheada” solemos mencionar últimamente, en algunas ocasiones cuando escuchamos a determinadas personas expresarse de una manera particular al transmitir un mensaje, ya sea en su rol de manager, entrenador/a, director/a de una institución, o político/a de turno. Si agudizo un poco el oído me surge inmediatamente una pregunta ¿será algo bueno o algo malo estar coacheado para expresar correctamente lo que se quiere trasmitir?
De esta pregunta, me surgen algunos conceptos que entiendo valen la pena destacar:
El coaching ontológico es un proceso de aprendizaje para que las personas puedan hacer conscientes sus propias creencias con respecto al funcionamiento del mundo y desde ahí accionar mejor o de una forma que no se le hubiera ocurrido si no realizaba un proceso de transformación personal. Dentro de la posibilidad de accionar distinto puede surgir la capacidad de expresar mejor las propias ideas y propuestas y de esta forma generar cambios en una determinada situación.
La herramienta bien utilizada es muy poderosa para la transformación personal u organizacional, pues luego de un proceso de coaching podemos tener una visión más amplia de las situaciones, desde ahí tomar mejores decisiones y así obtener extraordinarios resultados, impensados en la previa al espacio de coaching.
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Existe también el coaching para mejorar la técnica de baile, para realizar mejor un discurso o mejorar la acción que sea (“me está coacheando para utilizar mejor la plataforma web”), que es un coaching no ontológico, en donde un profesional asiste y acompaña a una persona con tips, experiencias propias e ideas para que pueda expresar mejor lo que piensa o realizar con eficiencia y destreza aquello en que quiera ejecutar.
Ahí me detengo: ¿es el coaching lo que no nos gusta de las personas “coacheadas”? ¿o lo que rechazamos es la manipulación oculta detrás de un mensaje para sacar provecho propio? En mi opinión, lo que no nos gusta es ser tratados como ingenuos cuando interpretamos que la persona que nos habla no está siendo coherente entre lo que cree, dice y hace. Esto justamente no es producto del coaching sino de herramientas de manipulación.
Abraham Maslow decía a mediados del siglo pasado “los seres humanos aborrecen – e intentan evitar – ser despersonalizados, ser tratados como una cosa, ser controlados por otros, ser manipulados, no ser apreciados, recibir órdenes, ser dominados, no ser respetados, ser forzados, ser empujados, ser explotados, ser determinados por otros, no ser tomados en cuenta o en serio, ser engañados, sentirse incapaces, sentirse descartables”.
La mirada global del coaching puede tener sus grises pues, como toda herramienta, puede utilizarse para un fin o para otro. La responsabilidad no está en la herramienta sino en el uso responsable de la misma. Si llamamos “coaching” al aprendizaje que busca sacar un provecho a través de la no transparencia del mensaje estamos equivocados, pues eso no es coaching, sino que es manipulación.
Lejos de esta intención, las herramientas que brinda el coaching nos hace más libres para tomar mejores decisiones, nos conecta con las cosas que queremos alcanzar, con nuestros valores y nos brinda posibilidades enormes para comunicarnos y conectar con las demás personas. El coaching se crea desde la confianza y la humildad. La confianza, porque implica compromiso, sinceridad, capacidad de formarse día a día para ir mejorando en la habilidad que sea; y la humildad, pues nos invita a reconocernos como pares de los demás y vulnerables en una cantidad de situaciones de la vida para construirnos desde ahí en esas personas que queremos ser.
El coaching permite hacer conscientes determinados temas personales para lograr transformación personal y desde ahí elegir con mayor libertad, contando con información adecuada. El coaching por lo tanto tiene como consecuencia hacernos protagonistas desde la coherencia entre lo que pienso, digo y hago. Si una persona está coacheada y me habla con esta coherencia, ¡bienvenido el coaching!
Estamos mal acostumbrándonos cada vez más a creer en la inmediatez de los logros, pero lo maravilloso de esto es que transformarse en un líder con habilidades de coaching no es magia, ni es apretar un botón y alcanzarlo, sino que, como muchas de las cosas más lindas de la vida, exige un camino de transformación personal. Cada uno a su tiempo y cada uno siendo consciente de sus verdaderas intenciones haciendo uso responsable y sano de las herramientas.
Me gustaría terminar con otra frase de Abraham Maslow “lo que ansían los seres humanos es ser tratados como personas, poseer autodeterminación, tener el control de su destino, poder planificar y lleva a cabo sus planes, triunfar, asumir responsabilidad, tomar sus propias decisiones con autonomía e iniciativa, y que los demás reconozcan sus capacidades.
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