8M, la encrucijada del movimiento de mujeres

Este 8 de marzo, mujeres y varones tenemos el desafío de retomar el camino de la unidad

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Los movimientos de mujeres se movilizan en forma multitudinaria cada 8 de marzo planteando debates que apuntan a eliminar injusticias (Franco Fafasuli)
Los movimientos de mujeres se movilizan en forma multitudinaria cada 8 de marzo planteando debates que apuntan a eliminar injusticias (Franco Fafasuli)

El 8 de marzo tiene la virtud de poner sobre la mesa muchos debates que atraviesan en sordina al movimiento de mujeres. ¿Deben movilizarse y parar solo las mujeres o los hombres también están convocados a luchar por nuestros derechos? ¿Para la dueña de la empresa junto con las trabajadoras textiles? ¿Para la ministra Ayelén Mazzina o paran las trabajadoras estatales con salarios enflaquecidos, la inmensa mayoría monotributistas? Las mujeres no somos todas hermanas ni siquiera el 8 de marzo, y las diferencias son cada vez más evidentes en un país donde la pobreza se extiende como una epidemia, donde la precarización se consolida. Cuando 6 de cada 10 niños están por debajo de la línea de pobreza, sus madres también lo están.

Algunas corrientes opinan que el 8 de marzo hay que centrarse exclusivamente en las reivindicaciones de género y enfatizar el antagonismo entre hombres y mujeres. No estamos de acuerdo en segmentar así la vida de las trabajadoras, y menos que menos este día. No creemos que haya ingenuidad en colocar a los hombres como nuestros enemigos. No lo son. Sabemos que muchas veces esa distancia surge del dolor real de la violencia intrafamiliar. Pero sí como no renunciamos a organizarnos para frenar a los violentos, a los golpeadores, tampoco renunciamos a ganar a nuestros compañeros a una alianza estratégica para construir un mundo donde no haya ni explotación ni opresiones ni golpes en la casa. A ellos no los queremos del otro lado sino caminando por nuestra vereda, como ocurre en tantos órdenes de la vida.

La situación social y económica es acuciante. En lo que va del año la inflación ya superó el 12%, y en la Ciudad de Buenos Aires la cifra es aún mayor. El impacto en los alimentos básicos, los lácteos, la carne, golpea siempre con más fuerza en las familias trabajadoras. Y las mujeres - que trabajemos las horas que trabajemos fuera de casa seguimos siendo las que en general servimos la mesa del hogar- sabemos que no hay “precios justos” que garanticen un plato variado y nutritivo cada día. Unicef ha señalado que las familias no pueden garantizar al 66 por ciento de los chicos y chicas dos platos de comida al día.

La brecha salarial y las desigualdades en las condiciones de trabajo aparecen entre los temas que se ponen en debate en las manifestaciones de cada 8 de marzo
Foto: El Peruano
La brecha salarial y las desigualdades en las condiciones de trabajo aparecen entre los temas que se ponen en debate en las manifestaciones de cada 8 de marzo Foto: El Peruano

Aunque este gobierno haya creado el Ministerio de Mujeres y Géneros y el presidente haya decretado la muerte del patriarcado -Fernández dixit- las mujeres seguimos siendo las más precarizadas, las más desempleadas y las que cobramos los peores salarios -70% de la masa salarial en relación con la masculina-. El techo del 60% en las paritarias, la caída de los planes sociales, un ajuste a la medida del Fondo Monetario Internacional agravará un cuadro desesperante.

La debacle del sistema de salud recae con más peso en las mujeres, responsables del cuidado de la salud de la familia, de los chicos y de los viejos. La debacle del sistema educativo, la falta de jardines maternales, la falta de vacantes, también lleva a límites intolerables los problemas de la vida cotidiana.

Con esta Democracia no hay Justicia ni Derechos

Un sector del movimiento de mujeres, alineadas con el gobierno decidieron utilizar la jornada para denunciar lo que entienden como la complicidad de la Corte Suprema en la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner. Desde la primer gran movilización contra los femicidios donde el movimiento de mujeres y miles de miles de otras mujeres salimos a la calle junto a nuestros compañeros a gritar por justicia ante el asesinato de Lucía Pérez, una mujer ha sido asesinada casi diariamente.

Mes a mes salimos a la calle reclamando por las asesinadas, pusimos su cara en carteles, en nuestros estados de celular. Gritamos justicia y no hubo justicia. Es sabido que la justicia está involucrada en redes de trata de personas, de mujeres y niñas o niños, que no condena ni investiga a los violadores aunque haya cerca de 300 niñas madres año a año, sabemos que están enredados en cuanto crimen exista. La justicia no es justa. Pero no es responsabilidad única de la Corte, del sistema judicial. Los tres poderes del Estado están enraizados en los crímenes que se comenten contra nosotras. Que las conducciones sindicales y la parte cooptada por el Estado y por el Ministerio de la Mujer decidan atacar a la justicia en este momento sólo tiene que ver con las causas que acarrea Cristina Fernández de Kirchner, lo cual es evidente porque no hay una convocatoria para reclamar por la libertad de las mapuches presas, una de ellas parió en la cárcel violando todos los derechos habidos y por haber de la mujer y su bebé. Lo que está mal no es la justicia, lo que está mal es esta democracia que pone por delante los beneficios de unos y unas contra los derechos de otros y otras.

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Las sindicalistas no solo están firmando las paritarias con techo del 60% y con perdidas acumuladas por año que, según el gremio van del 20 al 40%, decidieron no organizar a las mujeres por sus reivindicaciones. Se llenan la boca hablando de las tareas de cuidado pero ni una asamblea por garantizar los jardines materno-parentales en los lugares de trabajo. La ley existe, pero ni en los privados ni en el Estado se cumple con ella. Eso no es causa de la justicia, ahí conviven contra un derecho los sindicatos sin distinción de género, los empresarios sin distinción de género y los funcionarios… sin distinción de género.

Por eso no hay que dejarse engañar. La vez que el movimiento de mujeres salió junto a la calle, responsabilizando al Estado por los males que sufrimos las mujeres, fue en 2016. Hoy un sector del movimiento está ocupado pidiendo el cese de la persecución judicial a Cristina.

Los partidos políticos tienen presencia en la movilización fijando sus posturas en las discusiones que abordan cuestiones de género (Nicolás Stulberg)
Los partidos políticos tienen presencia en la movilización fijando sus posturas en las discusiones que abordan cuestiones de género (Nicolás Stulberg)

¿Y el otro sector?

En la asamblea Independiente de mujeres que hace la segunda convocatoria – y de la cual Política Obrera será parte - se moviliza a Plaza de Mayo con un documento único que es la suma de posiciones y no la síntesis de un debate que surja de las asambleas. Se trata de ocultar las diferencias. Cuando ese mismo espacio logra superar sus intereses particulares se moviliza de forma conjunta poniendo los derechos de las mujeres por delante, como fue el caso de Arcoiris, semanas atrás cuando la jueza Ana Carla Menem mandó a detener a la madre protectora por impedir la revinculación con el violador.

Perspectiva de Género vs. Organización de las mujeres

Desde los organismos internacionales hasta las comisiones internas en los lugares de trabajo y los centros de estudiantes en escuelas y universidades se abrieron secretarias de género que debates protocolos contra la violencia machista. De la importancia de que exista un espacio donde cada mujer se sienta en confianza y pueda hablar de la violencia que sufre se saltó a que las asambleas no admitan varones, de que el paro feminista sea para obligar a cumplir con los derechos postergados se pasó a que los compañeros trabajen y nosotras no.

Las mujeres no debemos dejarnos engañar, nuestros compañeros son nuestros principales aliados, aunque muchas, muchísimas veces se equivoquen y se conviertan en instrumento de la violencia contra nosotros es fundamental debatir con ellos. No vamos a parar la violencia doméstica hasta que cada uno de ellos entienda que no es nuestro enemigo, que el enemigo es aquel que nos sume en la miseria.

Desde la conquista del voto a favor de la legalidad del aborto el movimiento de mujeres pareció ausente como tal pero las mujeres no estuvimos ausentes. Durante la pandemia las mujeres de la salud trabajaron sin descanso defendiendo la vida de todos y todas a costa de la propia y hoy reclaman un salario que les reconozca su rol fundamental. En los barrios las mujeres abrieron comedores para alimentar a los que estaban aislados. Las docentes se organizaron para entregar bolsones a las familias y contra la presencialidad en medio de los contagios crecientes. Esas mujeres siguieron reclamando todos y cada uno de los derechos. El movimiento de mujeres está deslucido, pero las mujeres están en la primera línea.

Este 8 de marzo día Internacional de la mujer Trabajadora mujeres y varones tenemos el desafío de retomar el camino de la unidad, no divagar en debates que nos enfrenten y salir a la calle para exigirle al Estado y sus gobiernos que no saqueen más nuestros recursos: naturales y económicos.

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