La Argentina que heredaremos será dramática. Salir de esa situación va a requerir de un esfuerzo de anticipación y prevención. Hay que realizar cambios estructurales y de fondo, porque el futuro no puede ser más una prórroga de nuestro presente.
Nos encontramos frente a nuestra última oportunidad. Y esa es la gran encrucijada de los argentinos.
Mirando a nuestros vecinos del continente, advertimos la importancia que tiene para Latinoamérica que vuelva la Argentina y su mejor tradición democrática.
¿Nos debemos preguntar por dónde empezar? Como sostener las ideas de cambio y donde poner el coraje y el empeño que hacen falta.
Necesitamos planos y programas. Los programas nos darán respuestas a los males que nos rodean, los desafíos que nos acechan y las trabas y dificultades que van a aparecer. Hablo de quienes pondrán barreras para torcernos la voluntad e inutilizar nuestros esfuerzos.
Las ideas de cambio no garantizan el cambio, sino que siempre requieren una elaboración ulterior. Una convicción y coraje que las sostenga. Una personalidad decidida al cambio. Alguien que, si lo dejas rodeado de perros, no lo encontrarás ladrando en pocas horas. Alguien que no negocie, pacte y entregue el mandato ciudadano del cambio.
Si el diagnostico de lo que tenemos enfrente y nos encontraremos es el correcto, si las ideas de cambio están empadronadas y, si tenemos claro, con quienes, y de qué modo las vamos a poner en práctica, la sociedad, no sólo va a acompañar estas propuestas, sino que, además, se va a poner al frente de la batalla por plasmarlas.
Cuando el presente genera ansiedad e inseguridad es difícil pensar en el futuro, pero debemos esforzarnos en hacerlo. Cerrar etapas, dejar el pasado atrás, iniciar un nuevo tiempo. Estamos detenidos como sociedad. Las urgencias nos impiden atender al futuro y eso nos ancla en un puro presente más rancio.
Es necesario organizar bien las ideas de cambio. Necesitamos un Estado creativo que antes de ver cómo distribuir nuestra riqueza busque agrandarla.
Tener en claro que la democracia es más importante que el mercado. En los países capitalistas la democracia precede al desarrollo. La democracia es condición. No hay naciones en Occidente que hayan tenido desarrollo en autocracias. El capitalismo no es lo que acredita el desarrollo, sino la calidad democrática. EEUU y Haití son países capitalistas, la diferencia es la democracia. La diferencia es tener afianzado y operativo el estatuto de libertades.
Habrá que hacer un ajuste, pero lo importante es quién lo pagará. No puede pagarlo la clase media, que siempre pone y pierde, y nunca le toca. No pueden pagarlo los sectores de ingresos fijos. Hay que encarar una reforma fiscal, tributaria, sindical, laboral y previsional. Dejar de gastar la que no hay y entender que para formar capital y acumularlo, necesitamos terminar con la monetización del déficit y la inflación.
Necesitamos hacer que funcionen las instituciones y recuperar la cordura cívica, construir reglas de juego claras e inamovibles, mediante la sanción de leyes que constituyan un hórreo productivo que asegure por 30 años terminar con la voracidad impositiva confiscatoria del Estado, para que tengamos inversiones productivas orientadas a las necesidades de país. La educación debe ser nuestra gran inversión.
Recuperar, reformar y modernizar el Estado para los argentinos hoy parasitado y tomado por La Cámpora. No debemos prolongar la agonía de empresas ineficientes y exhaustas y cerrarlas, pero a la vez, habrá que transformar, trasladar o transferir otras, liberando recursos para promover industrias que hoy el país no tiene y necesita. Son ideas que hace más de 30 años propuso Rodolfo Terragno.
Necesitamos ganar dólares y para eso se requiere exportar. El país tiene que ganar todo lo que necesita para evitar el déficit y el endeudamiento. Nuestro recurso inmediato para exportar es el agro, por lo cual se debe gobernar con el campo como aliado,
Hay que desenterrar petróleo y minerales. No estamos aprovechando la mitad de nuestro territorio.
El continente argentino representa el 56 por ciento de nuestro territorio. El otro 44 es el mar argentino y los espacios marítimos argentinos continentales, insulares y antárticos.
Y el mar no es sólo la pesca, son minerales valiosos (que tampoco es sólo gas y petróleo). Pero lo que hay en el fondo del mar no lo sabemos. ¿Qué estudios se han hecho?
El litigio del mar de la China es por los recursos que hay en el mar. Los países que tienen mar estudian estos temas de los recursos del mar. Nadie habla del mar ni la dirigencia política ni la academia.
El mar es argentino, más allá de las Malvinas y su litigio. Y esta la Antártida con su importancia estratégica y logística.
¿Qué pasa con los recursos del mar argentino? En Europa hay fenómenos vinculados al tema del agua. El tema importante, no es la pesca, que dicho sea de paso no controlamos y nos quitan este recurso sin demasiada tecnología y con rapacería; el tema es los recursos del mar argentino.
El fondo del mar y de un territorio a explorar. La cultura del agua.
Las crisis en los comités, no son de salud, sino de seguridad. Se están secando ríos navegables y lagunas. El nivel del agua está bajando. De esto se habla en Francia y en las campañas políticas de Italia. El agua salada se puede hacer dulce hay experiencias francesas interesantes.
Israel, Nueva Zelanda y Australia, que es un gran desierto, lo tienen bien en claro. Argentina tiene buenos médicos, ingenieros, veterinarios, químicos, pero nuestro conocimiento no está en el mar. Se roban nuestros pescados y depredan sin infraestructura.
Minerales no es sólo minería en el continente, la minería también está en el mar. Las universidades tienen que hablar más de esto no es un tema solo de los políticos. Este es un tema de orden estratégico. Y nosotros estamos con la cabeza aún en el Mediterráneo. Este es siglo del Pacífico.
Hay que concretar estas reformas de fondo, para no gobernar condicionados por los mismos que generan los problemas. El cambio no rejunte ni reciclaje de dirigentes, porque los que nos llevaron hasta acá, no pueden decir que tienen la solución. No hay futuro sumando al pasado. No hay cambio dándole lugar a los arrepentidos de Cristina, gobernando con Massa, sus amigos, apuestas, o el PJ feudal aliado de los sindicalistas mafiosos,
El Gobierno, liderado por la Vicepresidente tirotea a la democracia. Por eso está en juego salvar y rescatar al país. El país que propone el peronismo/kirchnerista es cada día menos inteligible por la razón.
El fracaso de Sergio Massa, como ala moderada de un gobierno desmoronado que termina mandando grupos de choque o colectivos a la venezolana para controlar precios, es contundente.
Las consecuencias de lo expuesto, son la demora en las grandes obras de infraestructura básica para producir energía que estimulen la producción (conflictos en la obra Represas, la termoeléctrica de Rio Turbio paralizada, Vaca Muerta, aun sin su gasoducto), más la ausencia de un plan de emergencia y ayuda al campo por la sequía (solo se les ocurrió el dólar soja por estar ahorcados), y un gigantesco drenaje de gasto publico improductivo nombrando militancia rentada en todos los estamentos del estado.
Muchos analistas, periodistas, políticos, empresarios y sindicalistas hacen un silencio glacial frente al desastre económico. Eso explica que ocurre hoy en la Argentina.
Argentina va a salir adelante. Es el último año de este gobierno balbuceante. Los argentinos no queremos chavismo ni castillismo. Evitemos el hoy de Perú, dando un contundente mensaje en las urnas por el cambio.
El cambio es romper esa inercia decadente. Pero los cambios no llueven. La ilusión vale, cuando la realidad la toma de la mano. El populismo –no importa su orientación ideológica– termina por empobrecer, restringir libertades y cobrar vidas inocentes. Como decía Heródoto: “La historia es maestra de la vida.”
El Estado mafioso irá por cualquiera que lo toque o enfrente. La oposición debe ofrecer una opción real y con contenido para salvar al país. El liderazgo kirchnerista actúa como “El Padrino”. Cómo decía Spinoza: “Las masas proclaman sus tristes pasiones y luchan por la servidumbre, como si fuera su salvación, sin saber que es su final”. Ese esquema trae una democracia farsesca y decorativa.
Crecer es cambiar de problemas y preocupaciones. Para nuestra amada Argentina crecer es quebrar círculos viciosos, liderazgos autoritarios, esquemas mafiosos y prácticas corruptas.
Seguir leyendo: