Las 24 provincias del país están definiendo en estos días el comienzo del ciclo escolar y los calendarios de clases, haciendo especial foco en corregir el daño que generaron la pandemia, la cuarentena y el cierre de las escuelas en la educación. Autoridades, educadores y familias deberán tener en cuenta la importancia de saber por qué los niños no aprenden, en la carrera contra el tiempo para revertir esta dramática situación.
La ONU considera la educación como el fundamento básico para la construcción de cualquier sociedad. La inversión única que los países pueden realizar para construir sociedades equitativas, saludables y prósperas. A la vez, en sus últimas publicaciones advierte que 244 millones de niños y jóvenes en todo el mundo no asisten a la escuela, 763 millones de jóvenes son analfabetos y menos del 5% de la población mayor de 15 años participa en programas de educación de adultos, en casi un tercio de los países del mundo. El 24 de enero de este año, con motivo del Día Internacional de la Educación, difundió estas estadísticas bajo el lema “Invertir en las personas, priorizar la educación”, y pidió que se mantenga una fuerte movilización política en torno a la educación y se trace el camino para traducir los compromisos y las iniciativas mundiales en acciones.
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La Argentina no es ajena a esta crisis en educación que hay en el mundo y a la que hace mención la ONU. Como consecuencia de diferentes factores, las pruebas Aprender que organiza el Ministerio de Educación de la Nación, y sirven como indicador del nivel educativo, expusieron el año pasado el alarmante panorama. Todas las provincias empeoraron sus rendimientos en lengua: entre 2018 y 2021 el porcentaje de estudiantes con buenos resultados pasó de 75,3% a 56%: una caída de 19,3 puntos porcentuales. En tanto, en Matemática se registró un retroceso de 2,6: cayó de 57,4% a 54,8%.
Otro dato preocupante que comenzó a resonar a partir de la publicación de un informe de la ONG Argentinos por la Educación, es que sólo 16 de 100 chicos adquieren los conocimientos requeridos en tiempo y forma en nuestro país.
Con estos registros y estas advertencias, y de cara al 2023, tomar acción será el gran desafío, será la clave para enmendar (o al menos frenar) el daño causado en la educación. Parte esencial de este tomar acción será detectar el por qué los niños no aprenden, qué sucede en las trayectorias escolares, cuál es el problema. En cada caso habrá una situación particular, y para ello es imprescindible saber esa razón, actuar en consecuencia, formar un plan de contingencia y evitar la deserción escolar.
En este sentido, la utilización de la plataforma digital Banedi, desarrollada por la Dra. Sandra Berta (Registro Profesional Uruguay Nº 50169), en conjunto con un equipo multidisciplinario, puede resultar imprescindible. Esta plataforma, de fácil acceso y uso, puede ser utilizada por escuelas, instituciones, profesionales, docentes y padres, y sirve para detectar los problemas de aprendizaje que tiene un niño y cuáles son sus causas. A través de Banedi, y aplicando medidas correctivas para trabajar desde el aula, se pueden generar cambios, y evitar que niños y niñas abandonen el sistema educativo. La aplicación y la interpretación de los resultados que elabora Banedi son sencillas. Si planificamos, investigamos y trabajamos sobre las causas de los problemas y a partir de los resultados tomamos medidas es posible revertir el retroceso que generó la pandemia y romper el círculo de involución en materia educativa.
No existen niños que no puedan aprender, todos pueden hacerlo. Si esta situación existe es porque en algo estamos fallando como sociedad, sea que para algunos de ellos la estrategia de enseñanza no es la adecuada, porque están inmersos en una conflictiva social y familiar que no les permite estar disponibles para el aprendizaje o porque alguna de las funciones cognitivas que resultan pilares fundamentales para el aprendizaje no esta funcionando adecuadamente. En la medida que no tomemos en cuenta esta premisa, la crisis educativa seguirá avanzando y destruyendo el capital humano de América Latina.
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