27 de febrero, Rosario y la creación de la Bandera

La bandera es un símbolo que nos identifica; su historia demuestra que la gesta de un hombre es posible cuando es la obra de muchos

Guardar
Creación de la bandera
Creación de la bandera

A comienzos de 1812, el gobierno a cargo del Triunvirato le ordenó a Belgrano instalar dos baterías en Santa Fe y dos en Rosario para defender la región de un posible ataque realista. Por su cercanía con Buenos Aires, el frente de la Banda Oriental (actual Uruguay) era el que más preocupaba al gobierno porque en Montevideo estaba asentada la guarnición naval española. El cabildo de Montevideo se había negado a obedecer a la Junta de Buenos Aires y muy pronto le declaró la guerra. El Río de la Plata y el Litoral se convirtieron así en un escenario bélico y el río Paraná en un corredor estratégico para la defensa del nuevo orden político. Proteger las costas del Paraná para evitar un avance de las tropas antirrevolucionarias con sede en Montevideo se convirtió en un objetivo fundamental. Belgrano cumplió con el cometido y en la villa del Rosario, a orillas del río Paraná, emplazó las baterías Libertad e Independencia.

Una carta escrita por Hipólito Vieytes, desde Rosario, aseguraba al gobierno de Buenos Aires, que el vecindario estaba decidido a impedir el paso del enemigo y que estaban “dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre en defensa del gobierno patrio”.

Belgrano conocía Rosario y su gente. La había visitado en septiembre de 1810 en su campaña al Paraguay. Unos 600 pobladores vivían en casas de adobe y paja, -cada una con sus corrales-, contiguas a la capilla de la Virgen del Rosario; el porcentaje de mestizaje era altísimo, integrándola españoles, muchos mestizos criollos y pocos extranjeros, también indios y mulatos. No se disponía de una edificación para el alojamiento de una tropa. La poca sombra disponible la daban algunos sauces en las proximidades del río o un monte de ceibos existente sobre las barrancas.

Cuando el prócer llegó a Rosario, según investigaciones de los historiadores Ternavasio y De Marco (h), la tropa estaba extenuada, con calor y sed, con llagas en sus pies por la dura caminata y el uso de un calzado inapropiado y él enfermo. Dejó su carruaje - que utilizaba con motivo de una enfermedad que desde hacía años lo aquejaba y montó un caballo para encabezar la marcha de su regimiento qué por el Camino Real, la actual calle Buenos Aires, llegó hasta al descampado que oficiaba de plaza. Allí, frente a la capilla y el cementerio (actual Iglesia Catedral y Pasaje Juramento), lo aguardaba el cura párroco, Julián Navarro, paisanos y las carretas que, de distintos puntos de aquella inconmensurable región de estancias, solían arribar en busca de provisiones en las pulperías y negociar la compra y venta de cueros, sebos y mulas.

En las proximidades de la plaza se levantaron unas cuarenta carpas para los soldados. Como Belgrano lo destacó: que estuvieran al lado del río fue un bálsamo, para el aseo y el descanso. Sin embargo, al día siguiente del arribo de esas tropas se desató un fuerte temporal y el viento pampero que le siguió arrasó el improvisado campamento. Esas tiendas, eran “malas para el calor, para el agua y para el río”, según comunicó él mismo a Rivadavia.

¿Dónde se alojó Belgrano? Según la web Rosario abanderada, sólo hay presunciones. Se sabe que se le tenía preparada una casa, y es muy probable que hubiera aceptado estar en una de las más confortables, la de Catalina Echevarría de Vidal, hermana de su gran amigo, y presidente del Superior Tribunal de Justicia del gobierno patrio, el rosarino Vicente Anastasio Echevarría. Ella estaba casada con uno de los terratenientes de la región y por ende su pasar debía ser más acomodado que el resto de los habitantes. Tampoco se conoce hasta el presente la ubicación de dicha residencia: se cree que era próxima a la capilla. Catalina, a sus treinta años, era una de las principales señoras del poblado; integra la trilogía de personajes que la tradición adjudica participación directa en el acto del 27 de febrero, junto a Navarro y Maciel, y por ende es la única protagonista de ellos nacida en Rosario. Su hermano Vicente Anastasio, fue el rosarino que participó en el Cabildo Abierto de 1810 que derrocó al virrey, funcionario del primer gobierno patrio, y amigo dilecto de Belgrano. Cuando María Catalina quedó huérfana a temprana edad fue adoptada por el vecino español Pedro Tuella, quién la educó como su propia hija. En 1810, contrajo matrimonio con Juan Manuel Vidal, y casi al mismo tiempo conoció a Manuel Belgrano de paso por Rosario rumbo a Paraguay. En 1812, le habría sido encomendada la confección de la bandera con la que el prócer quería presentar en ocasión de inaugurar la Batería “Independencia”. Existe una especulación acerca de que ella tomó los materiales de la tienda de don Tuella, su padre adoptivo, que era de las más provistas de la zona, y que no sólo la confeccionó, sino que el día de la creación la llevó sobre sus brazos extendidos hasta el pie del mástil.

El 27 de febrero de 1812, Belgrano hizo formar a sus soldados enarbolando una bandera que mandó realizar con los colores celeste y blanco, los mismos adoptados para la escarapela ya utilizada en diversas ocasiones durante la revolución. De puño y letra de Belgrano sabemos que ese día, cuando informó al gobierno sobre la creación de la enseña patria, lo comunicó al gobierno en estos conocidos términos: “Exmo. Señor. En este momento que son las seis y media de la tarde se ha hecho salva en la Batería de la Independencia y queda con la dotación competente para los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición. He dispuesto para entusiasmo de las tropas y estos habitantes, que se formen todas aquellas y las hablé en los términos que acompaño. Siendo preciso enarbolar Bandera y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de V.E.” Desde su caballo exclamó: “Soldados de la Patria: en este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Exmo. Gobierno: en aquél, la batería Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores y la América del Sud será el templo de la Independencia, de la unión y de la libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo: ¡Viva la Patria!”.

El símbolo patrio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, luego, mediante la ley del 26 de julio de 1816, se dividió en tres franjas horizontales de igual tamaño, de color celeste la superior e inferior y de color blanco la central, a la que se le agregó el Sol de mayo, en referencia a la revolución de 1810.

La bandera es un símbolo que nos identifica; su historia demuestra que la gesta de uno es posible cuando es la obra de muchos y, en este caso, Belgrano logró el acompañamiento de los pobladores convencidos de la construcción colectiva, no hay otro camino.

Seguir leyendo:

Guardar