Palomas y halcones: reflexiones sobre el malentendido en la política

Izquierda y derecha, liberalismo y socialismo, progresismo y conservadurismo, constituyen ejemplos de categorizaciones con las que se pretende describir y comprender la realidad política. Al igual que la polarización electoral, la denominada “grieta” ideológica genera una serie de categorías subsidiaras, donde la distinción entre “halcones” y “palomas” resulta un caso paradigmático

La foto de la reunión de la Mesa Nacional que difundió Juntos por el Cambio

La clasificación es uno de los tantos modos de ordenar la realidad de lo que la política no está exenta. Izquierda y derecha, liberalismo y socialismo, progresismo y conservadurismo, constituyen ejemplos de categorizaciones con las que se pretende describir y comprender la realidad política.

Sabemos que los tiempos modernos de la política están atravesados por grietas ideológicas que aparecen como irreconciliables. Pero también, adolecemos de una jerga simplificadora con la que pretendemos comprender los huidizos matices de la realidad.

Al igual que la “polarización” electoral, la denominada “grieta” ideológica genera una serie de categorías subsidiaras, donde la distinción entre “halcones” y “palomas” resulta un caso paradigmático. Pero, más allá de sus especificidades, “polarización”, “grieta”, “halcones” y “palomas”, poseen un denominador común: son expresiones metafóricas. Tanto como “derecha, “centro e “izquierda”.

En “Metáforas de la vida cotidiana”, George Lakoff y Mark Johnson argumentan que las metáforas no son solo artificios retóricos, sino poderosos sistemas de pensamiento que afectan el modo en que percibimos, pensamos y actuamos.

Por su parte, el psicólogo Manuel de Vega, argumentando que las analogías y metáforas no son meros adornos lingüísticos, las concibió, metafóricamente, como “amplificadores” cognitivos que permiten “colonizar” nuevas realidades. Es decir, como instrumentos intelectuales que posibilitan no solo describir la realidad sino pensarla.

Pero como cualquier otro sistema de pensamiento, las metáforas iluminan algunos aspectos mientras oscurecen otros. Como en todo orden lingüístico, el valor de las metáforas debe tributar el costo de la ambigüedad y del malentendido. Porque cualquier énfasis sobre similitudes supone soslayar diferencias.

Horacio Rodríguez Larreta y su denuncia del perverso negocio de la “grieta”

Recientemente Horacio Rodríguez Larreta lanzó su campaña presidencial. En clave de épica fundacional llamó a pensar una Argentina constructiva y sin grietas. Calificó como estafadores a quienes utilizan la grieta, a la que definió como un invento de la política para generar odio y 2 conseguir votos. Apelando al lenguaje de las metáforas instó a “tender puentes” para superar las eternas divisiones de los argentinos. Para lo cual refirió a la necesidad de diálogo, acuerdos y consensos.

Ciertamente, el Jefe de Gobierno porteño dijo lo que dijo. Lo cual resulta literalmente indiscutible. Pero, haciendo ejercicio de una licencia conjetural, cabe señalar que, en el trasfondo de la puesta en escena del spot del anuncio, parecía sobrevolar un intento de desmentir lo que parte del análisis político viene sentenciando acríticamente desde hace tiempo: “Horacio Rodríguez Larreta es “paloma”.

En rigor, siguiendo esa lógica conjetural, el alcalde porteño apuntó a persuadir sobre el valor de la política constructiva (que él encarnaría), denunciado los males de la política de los extremos confrontativos (Macri, Cristina, ¿Milei?, etc.). En otros términos, apuntó a deslegitimar las supuestas virtudes de los denominados “halcones” para poner en valor un estilo de construcción política virtuoso (el suyo), al que solo desde la óptica mal intencionada de sus adversarios se califica peyorativamente bajo el mote de “paloma”.

“Dicen que soy aburrido” y otros modos retóricos defensivos

Habiendo prevenido antes de que las analogías y metáforas iluminan una parte a costa de oscurecer otra y que, por ende, pueden engendrar malos entendidos, permítaseme invocar lo siguiente:

Ciertamente, a mi juicio, entre Horacio Rodríguez Larreta y Fernando de la Rúa existen muchas más diferencias que similitudes. Por ejemplo, conforme a mi opinión, el actual jefe de gobierno es fundamentalmente un hacedor, mientras que el expresidente era esencialmente un político más orientado a las palabras que a las cosas. Sin embargo, al ver el spot de Larreta no pude dejar de rememorar al tristemente célebre “Dicen que soy aburrido” (me consta que otras personas tuvieron la misma asociación).

Porque el paralelismo estructural de sus lógicas discursivas es notorio: alguien intenta defenderse de un supuesto defecto que le endilga un adversario (“Dicen que soy aburrido”; “Dicen que son un tibio, una “paloma”), para lo cual se focaliza en mostrar que la supuesta virtud antagónica del contrincante (ser un líder carismático/seductor; ser un “halcón”) no es sino un perverso defecto (“Será que no manejo Ferraris, ni me divierto mientras hay pobreza, etc.”; “Jugar a ser un “halcón” para estafar con la “grieta”, etc.”)

Lenguaje descriptivo y lenguaje persuasivo

En “Cómo hacer cosas con las palabras” el filósofo británico John Austin insiste en aquello de que el lenguaje no se limita a la mera función descriptiva, sino que incluya otras como lo que ese autor denomina función realizativa o preformativa. Así, las palabras no solo describen realidades, sino que pueden resultar hechos per se (como al realizar una promesa), o propiciar la generación de otros (como al dar una orden) 3 En tal sentido, una de las claves del lenguaje persuasivo radica en su potencial de construir y/o prescribir hechos.

En consonancia, caracterizar a un político como “halcón” o “paloma” puede tanto describir algún aspecto de su naturaleza, como persuadir a la opinión pública a que lo vea como tal. Cuando el análisis político hace abuso de las metáforas asume la misma lógica de la caricatura: exagerar algo con un fin determinado claramente intencional. Y, ya lo sabemos, cuando se logra percibir algo de determinada manera, resulta difícil dejar de hacerlo. “¡Hazte la fama y ponte a dormir!” O, el arte del posicionamiento virtuoso buscado vs. el posicionamiento espantoso padecido.

Los matices del pensamiento dicotómico

Hace algún tiempo la medicina descubrió que el colesterol, que hasta entonces se entendía como nocivo, también existía en otra variedad de carácter beneficioso. A partir de las nociones de colesterol “bueno” y “malo” puede extraerse una moraleja tan contundente como trivial: algo puede ser tanto una fortaleza como una debilidad, dependiendo de la perspectiva de referencia.

El pensamiento binario no debería escapar a tal regla. Obviamente, el pensamiento binario atraviesa muchos modos de pensar el mundo. Por ejemplo, en extraña paradoja, nos vemos obligado a utilizarlo para distinguirlo del tipo de pensamiento al que postulamos como antagónico. En efecto, distinguimos binariamente entre pensamiento binario y pensamiento con matices. Blanco o negro vs. escala de grises.

Pero pensamiento binario y matizado no representan valores absolutos per se. A veces, valoramos la importancia de poder decidir Si o No. Tanto como, a veces, valoramos la posibilidad de sortear la trampa dicotómica para pensar en los “sin embargo”, o para explorar los variopintos matices de un espacio de posibilidades.

Y lo mismo que aplica al nivel del intelecto, debería aplicarse al universo político. Porque cuando incurrimos en el vano goce del regodeo acrítico alrededor de términos como “palomas” y “halcones”, tendemos a soslayar que (como el colesterol bueno y el malo), en tanto ambiguas, tales expresiones pueden potencialmente alternativamente referir a valores como a desvalores. O, simplemente, resultar inaplicables a muchos casos.

Lenguaje significativo y lenguaje anómalo

Una de los importantes temas de la epistemología refiere al valor de verdad de los enunciados. El clásico principio de tercero excluido advertía contra la imposibilidad lógica de que una proposición fuera verdadera y falsa a la vez. Ó es Verdadero, ó es Falso. No hay otra. Como en el caso del colesterol bueno, quizás aquí se asista al pensamiento dicotómico virtuoso.

Sin embargo, algunos lógicos advirtieron que, además de verdadero y falso, existía otra posibilidad: el sin sentido. Así, el enunciado “El número 8 es par”, es verdadero; mientras que “El número 8 es múltiplo de 3″, es falso. Ambos enunciados poseen sentido y a cada uno le corresponde un valor de verdad o falsedad.

Pero el enunciado “El número 8 es valiente”, no es verdadero ni falso. Simplemente representa una anomalía del lenguaje. Un error categorial producto de predicar algo sobre algo a lo que resulta impropio.

Casi como preguntar si ¿El número 8 es “halcón” o es “paloma”? Halcones y palomas de la política: los matices de una ambigüedad A continuación, a modo de ejemplos históricos o actuales invito al lector a que se responda alguna de las siguientes preguntas, conjeturando que algunas respuestas admiten acaso respuestas inequívocas, otras quizás sean discutibles y otras, tal vez, sencillamente anómalas.

-El General Perón: ¿Era “halcón” o era “paloma”?, ¿Y Raúl Alfonsín?, ¿Y Carlos Menem?

-Preguntarse si Nelson Mandela o Mahatma Gandhi eran “halcones” o “palomas”, ¿resulta un interrogante respondible?, ¿o simplemente una pregunta absurda, producto de hacer uso de adjetivos no pertinentes?

-Si en el juego dicotómico sobre “halcones” y “palomas” alguien respondiera convencido que Adolf Hitler era claramente un “halcón”, ¿significa adscribirle lo mismo que quienes suponen que Napoleón, Donald Trump, Alejandro Magno o el General San Martín también lo eran?

¿Quiénes son “Halcones” y quiénes “Palomas” en la política argentina?

En una encueta reciente, aún no publicada, pedimos a los entrevistados que, para una serie de candidatos presidenciales, los clasifiquen como “Halcones” o “Palomas”. Los resultados aparecen en la tabla 1.

Tabla1: candidatos presidenciales ordenados por porcentaje de calificación como “halcones”

Pregunta: “Últimamente en política suele distinguirse entre políticos “Halcones” y “Palomas”. Los primeros serían más duros y se ubicarían en uno de los extremos de la grieta ideológica o hasta por fuera de la política. Los últimos, serían menos extremistas y más dialoguistas. Entre los siguientes políticos, ¿Cuáles diría que son “Halcones” y cuáles “Palomas”?”

Tal como resultaba esperable, Patricia Bullrich, Javier Milei, Cristina Kirchner y Mauricio Macri ocuparon los primeros lugares, con alrededor del 50% de menciones. En la tabla 2, se ordenaron los candidatos conforme a sus porcentajes de adscripción como “Palomas”. En este caso, Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Daniel Scioli, ocuparon los primeros tres lugares, aunque con porcentajes más bajos de los que aplicaron a los “halcones” (alrededor del 30%)

Tabla 2: Candidatos presidenciales ordenados por porcentajes de su calificación como “palomas”

Halcones, palomas, ambigüedades y asimetrías

En la referida encuesta realizamos otra pregunta: ¿A Ud. qué tipos de políticos le simpatizan más: ¿halcones, palomas o ni unos ni otros? Los resultados fueron los siguientes:

Gráfico1: Preferencias de políticos en términos de las categorías de “halcones y “palomas”

Los resultados muestran, por un lado, que existiría una ligera preferencia hacia los políticos percibidos como “halcones”, respecto de las “palomas”.

No obstante, lo que prevalece con mayor nitidez es que el grupo mayoritario prefiere a dirigentes políticos que no sean ni “halcones” ni “palomas”.

Como suele ocurrir con la metodología de las encuestas, tales resultados resultan, prima facie, ilustrativos del panorama, aunque dejan indeterminados las razones subyacentes de las respuestas.

Con todo, podría conjeturarse que —cuando se aplican a nuestro contexto político— existe una asimetría fundante en las metáforas de los “halcones” y las “palomas” que, quizás, pueda explicar algunas de las diferencias de las respuestas. 30,3% 21,8% 39,1% 8,8% Halcón Paloma Ni uno ni otro No sabe Personalmente, a Ud., ¿Qué tipo de político le simpatiza más? .

Así, en el universo de discurso de tales adscripciones, aunque ambas metáforas posean tanto connotaciones positivas como negativas, existe una asimetría de equilibrios, en la medida en que el uso de “paloma” pretendió ser claramente peyorativo, mientras que el de “halcón” se aplicaría con una resonancia valorativa más positiva que negativa.

¿Qué significados positivos y negativos podrían esconderse detrás de las metáforas de “halcones” y “palomas”?

Sin duda, la realidad suele ser mucha más compleja que nuestra red de categorías para aprehenderla.

En el universo del análisis político actual forzar clasificaciones de dirigentes políticos en términos de categorías tan estrechas y ambiguas como “halcones” y “palomas”, supone una especie de “commodity” o “muletilla mental” (por no decir “pereza intelectual”).

Por tales motivos y en aras de bosquejar un marco interpretativo para los resultados de nuestra encuesta, cabe finalizar referenciado algunos posibles matices de significados alrededor de los universos metafóricos de “halcones y “palomas” políticos.

1) Universo de significados alrededor de la metáfora de Paloma”:

Positivos: Mesura. Prudencia. Equilibrio. Gradualismo. Racionalidad. Templanza. Flexibilidad. Diálogo. Negociación. Acuerdo. Consenso. Pragmatismo. Constructividad. Inteligencia. Gestión. Trabajo. Honestidad. Sensibilidad.

Negativos: Tibieza. Debilidad. Cobardía. Duda. Indefinición. Indecisión. Ingenuidad. Gradualismo. Procrastinación. Inacción. Frialdad. Desapasionamiento. Mediocridad.

2) Universo de significados alrededor de la metáfora de “Halcones”:

Positivos: Fuerza. Coraje. Valentía. Poder. Convicción. Firmeza. Propósito. Voluntad. Perseverancia. Decisión. Determinación. Templanza. Acción. Apasionamiento.

Negativos: Beligerancia. Agresividad. Destructividad. Temeridad. Impulsividad, Descontrol. Irracionalidad. Intransigencia. Dureza. Rigidez. Arbitrariedad. Locura. Fanatismo. Extremismo. Fundamentalismo. Destructividad. Toxicidad. Perversidad. Psicopatía. Paranoia.

Síntesis:

Aplicar metáforas para describir realidades políticas supone un aporte para la comprensión. Pero el uso acrítico y el forzamiento abusivo, más que apuntalar la comprensión alimenta la confusión. “Palomas” y “Halcones” son términos de moda. Pero resulta conveniente esclarecer sobre sus alcances y límites. Así como tratar de no forzar aplicaciones acríticas. Porque, como sostenía Austin, las palabras tienen la potestad de cambiar el curso de los acontecimientos.

Recordemos simplemente que, a veces, se piensa a los halcones emparentados con “Majestuosas águilas guerreras” (como nuestra bandera en “Aurora”). Pero también los concebimos como 8 meras “aves de rapiña”. Lo mismo que a las palomas: a veces las pensamos seres nobles que simbolizan la paz; pero a veces como aves débiles en peligro de sucumbir ante sus predadores.

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