Se ha dado un acalorado debate frente al tema de las recetas digitales. Si bien existe una ley que regula su uso, la 27.553, aún no ha sido reglamentada y los cambios anunciados recientemente han despertado contrapuntos válidos y atendibles.
La buena noticia es que hoy ya existe un canal óptimo, efectivo y seguro que responde a las preocupaciones y necesidades tanto de los pacientes, como las de los profesionales de la salud, las farmacias y el Gobierno en su carácter de regulador: la telemedicina.
La medicina a distancia, que gana adeptos por minuto en nuestro país y en especial luego de la pandemia (ya un 30% de la base de asociados de Medifé usa asiduamente su plataforma), reúne tres aspectos centrales que son los que de verdad importan y van al fondo de la cuestión.
Está comprobado que la emisión electrónica de recetas reduce en un 30% los errores y mejora la comprensión acerca del nombre de los fármacos, las indicaciones de su uso y demás
En primer lugar, la telemedicina garantiza el acto médico. Mediante una consulta virtual, hay un paciente que entra en contacto con un profesional de la salud y una evaluación clínica. Si fuera necesaria, la receta es consecuencia de dicha consulta. Y el acto médico es relevante en torno a la receta porque en la consulta se pueden advertir aspectos importantes a la hora de tomar una medicación, entender sus efectos adversos, comprender las formas de tomarlo o saber que hacer frente a la falta de respuesta, para mencionar algunos.
En segundo lugar, la telemedicina garantiza que, en el marco de dicho acto médico, la receta se emita en un contexto de seguridad. Conformar una receta en una plataforma digital supone que hay cierta información precargada (vademécum), que ayuda a reducir errores o comprensión de la caligrafía de los médicos. Está comprobado que la emisión electrónica de recetas reduce en un 30% los errores y mejora la comprensión acerca del nombre de los fármacos, las indicaciones de su uso y demás.
Además, ayuda a que las recetas reúnan los criterios que marca la ley de recetas digitales aún no reglamentada: que se provea el nombre y apellido del paciente, del profesional médico, su matrícula y que no sea posible de ser duplicarla. Esto es muy importante porque corta de cuajo la posibilidad de que una misma receta se duplique o que se use varias veces, con el impacto en conductas como la automedicación, para nombrar solo una de sus consecuencias indeseadas.
La telemedicina garantiza que, en el marco de un acto médico, la receta se emita en un contexto de seguridad
Un tercer factor es que la receta emitida en el marco de una atención vía telemedicina incluye información respecto de la trazabilidad de dicho documento. Esto aporta transparencia sobre procedencia y usuario al tiempo que genera información valiosa sobre la prescripción de medicamentos o sobre la prevalencia de determinadas enfermedades, para mencionar algunos beneficios.
El debate sobre el uso de las recetas digitales marca la importancia de que su emisión se realice en un marco que preserve aspectos de seguridad y de trazabilidad en una industria compleja y muy regulada.
También cristaliza la necesidad urgente de brindar soluciones ágiles, accesibles y prácticas a los pacientes: hoy la tecnología de la mano de la telemedicina y las video-consultas está demostrando ser un canal seguro, efectivo y más equitativo para que pacientes de cualquier punto del país reciban atención en tiempo y forma, sin traslados, sin atestar guardias y centros médicos ni esperar turnos en plazos muy largos. Al mismo tiempo, también se requieren garantías de que la emisión de recetas se haga acorde a la ley que sería deseable que pronto reciba la reglamentación.
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