El relato K en el híper endeudamiento

Además de empobrecernos con una inflación desbocada, endeudan al país y dejan en evidencia la mentira kirchnerista y las excusas de sus militantes

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Fondo Monetario Internacional (FMI)
Fondo Monetario Internacional (FMI)

Mientras la clase media sigue agobiada en la Argentina porque día tras día suben los precios de los alimentos, de los alquileres, las obras sociales, las matrículas de las escuelas, los servicios, etc., el Gobierno se preocupa por ir contra la Corte Suprema como si fuera la raíz de todos sus males. Sumado a esto, el kirchnerismo continúa negociando con el FMI, aferrándose al relato de una deuda heredada de gobiernos previos y persiste en generar deuda pública con otros organismos.

Según lo informado por la Secretaría de Finanzas de la Nación hace pocos días, la deuda de la Administración Central del gobierno argentino aumentó en USD 83.268 millones en los tres primeros años de la presidencia de Alberto Fernández. Por sí solo, la contundencia de este dato no deja lugar a dudas de que el actual gobierno kirchnerista, además de empobrecernos con una inflación desbocada, claramente está endeudando al país, dejando en evidencia la mentira del “desendeudamiento” kirchnerista y las excusas de sus militantes obcecados.

Cuando los militantes en bloque del Frente de Todos, luego de sarasear de diversas formas, terminan aceptando que nos endeudan, aparece el latiguillo “pero la nueva deuda es en pesos”. Esa afirmación amerita, por lo menos, dos aclaraciones:

- La nueva deuda se tomó en pesos por la sencilla razón que a la Argentina nadie le presta en dólares: es la única opción disponible para un gobierno que no conoce el orden fiscal, vive en déficit y por lo tanto todo lo que gasta de más lo tiene que pedir prestado; además es una alternativa mucho más cara que endeudarse en moneda dura con un organismo internacional, cuyos intereses son los más bajos del mercado.

- Por otra parte, cuando se dice “la deuda es en pesos”, se da a entender que “no la vamos a pagar”, “la vamos a licuar”, “la vamos a emitir”, “no cuenta”, cuando justamente las deudas (en la moneda que sea) hay que honrarlas (de lo contrario la reputación crediticia se viene abajo), y además los tenedores de esa deuda “en pesos” son los jubilados (a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES), el Banco Nación y otras empresas públicas, que se verían dañados severamente si esta deuda no se honrara.

En este punto, los militantes que aún quedan (la mayoría ya se escapó, como Lorenzino), luego de aceptar a regañadientes esta situación lanzará: “OK, pero CFK en el período 2007-2015 nos desendeudó, y además Macri nos endeudó mucho más”.

Pues bien: por un lado, se hace necesario recordar que al asumir Cristina Kirchner en 2007 la presidencia de la Nación, la deuda pública era de USD 144.700 millones, y al irse en diciembre de 2015 había ascendido a USD 240.700 millones. Por lo tanto, en 8 años CFK aumentó la deuda en USD 96.000 millones, un promedio de USD 12.000 millones por año. Entonces, claramente la vicepresidenta tampoco desendeudó al país.

En el caso de la presidencia de Macri, la deuda de la Administración Central fue de USD 82.400 millones, mientras que Alberto Fernández puso el pie en el acelerador y al ritmo de USD 27.756 millones por año, endeudó a la Argentina en USD 83.268 millones. Otro éxito de los tres años de gestión de Alberto, y eso que aún le queda un año de mandato.

Y como se descuenta que en el año 2023 se seguirá convalidando nueva deuda “a lo pavote”, es casi seguro que Alberto Fernández se irá de la administración con el triste récord de haber sido el presidente que más endeudó a nuestro país en lo que va del siglo XXI.

Para colmo de males, el FMI criticó el programa que lanzó el Gobierno para intentar contener la suba de los dólares de contado con liqui y de la Bolsa que utilizan las empresas y pidió que la compra por USD 1.000 millones en títulos de deuda que quiere hacer el Gobierno, no se haga comprometiendo las metas reservas del Banco Central.

Lamentablemente para ellos, el mundial, como escenario de distracción fugaz, se acabó. El malestar cotidiano de la sociedad no se esfumó por poner la atención colectiva en el triunfo de Messi. Sin embargo, el peronismo como un mal perdedor, se roba la pelota, y atenta contra la democracia.

Una cosa es el relato y otra muy distinta la realidad. Es momento de asumir culpas, y el calvario que atraviesa la sociedad argentina es pura y exclusivamente por la ineficiencia del peor gobierno de la historia, el de Alberto Fernández. Para suerte de los argentinos, vivimos en democracia y dentro de muy poco podremos elegir otra forma que gobierne esta bendita república.

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