“Fui a Sudán del Sur en una peregrinación de paz junto al arzobispo de Canterbury Justin Welby y al moderador general de la Iglesia de Escocia, Iain Greenshields: fuimos juntos para testimoniar que es posible y necesario colaborar en la diversidad, especialmente si se comparte la fe en Jesucristo” (Papa Francisco, 8 de febrero 2023).
“Esto es vergonzoso -dijo el papa Francisco-: muchos países llamados civilizados ofrecen ayuda a Sudán del Sur, y la ayuda consiste en armas, armas, armas para fomentar la guerra. Esto es una vergüenza. Y sí, ir adelante diciendo ‘no’ a la corrupción y al tráfico de armas y ‘sí' al encuentro y al diálogo. Solo así podrá haber desarrollo, la gente podrá trabajar en paz, los enfermos curarse, los niños ir al colegio.”
Sudán del Sur, 2 millones de desplazados internos, otros 2 afuera y 400.000 muertos
“Hermanos y hermanas, Sudán del Sur es un país de unos 11 millones de habitantes ―¡pequeño!― de los cuales, a causa de los conflictos armados, dos millones son desplazados internos y otros tantos han huido a países vecinos”, dijo Francisco.
La guerra en Sudán del Sur ha dejado desde su inicio en 2013 hasta hoy más de 400.000 muertos lo que sumado a los desplazamientos, provocó una de las peores crisis humanitarias de víctimas y refugiados de África, y la tercera más grave del mundo.
Algunas organizaciones internacionales como Unicef, la FAO o el Programa Mundial de Alimentos, ya han advertido de que el número total de personas en situación de inseguridad alimentaria podría alcanzar los 5,5 millones de personas. Esta hambruna es la segunda en lo que va de siglo, tras la del Cuerno de África en 2011, con un millón de muertos.
Organizaciones no gubernamentales que tienen como objetivo la lucha contra el genocidio y los crímenes de lesa humanidad impulsaron ante el Consejo de Seguridad de la ONU medidas para poner fin a la guerra. Entre el 2013 y el 2019 las gestiones seguían el curso de la burocracia y “los intereses corporativos” defendidos por algunos funcionarios de países que son miembros permanentes del Consejo, no obstante tratarse del ataque más cruel y brutal sufrido por la humanidad en el presente siglo.
El Consejo de Seguridad de la ONU y las dilaciones en la aprobación de medidas para lograr la paz
Sin perjuicio de las circunstancias y los intereses petroleros entre Sudán del Sur y Sudán del norte implicados en las causas de la guerra, algunos gobiernos de países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU venden armas y/o en sus países se encuentran radicadas y toleradas empresas privadas dedicadas al comercio ilegal de armas. No obstante los pedidos de embargo de armas de organismos internacionales y ONGs, el CS de la ONU no lo decretó hasta más tarde.
El proceso de paz promovido por las Iglesias cristianas en Roma
En abril de 2019 el papa Francisco, el arzobispo de Canterbury, el Moderador de la Iglesia presbiteriana de Escocia y pastores de todas las denominaciones cristianas de Sudán del Sur convocaron un retiro espiritual en el Vaticano para ayudar al proceso de paz.
La Comunidad de Sant’Egidio hace tiempo que trabaja para facilitar el diálogo político entre todos los firmantes: en primer lugar, organizando encuentros con el National Pre Transitional Committee (NPTC), órgano encargado de implementar el acuerdo de paz; y en segundo lugar facilitando el diálogo político entre los firmantes y los no firmantes del Acuerdo.
En noviembre de 2019 la Comunidad organizó un encuentro de los no firmantes que quisieron declarar públicamente su compromiso con el diálogo político con el Gobierno y los firmantes para evitar cualquier tipo de enfrentamiento armado.
A través de la declaración de Roma que se firmó el 12 de enero de 2020 el gobierno de Sudán del Sur y los movimientos de oposición se comprometieron a un cese de las hostilidades y al diálogo político, dando un paso fundamental para llegar a la paz y la estabilidad.
Finalmente la ONU decretó en el 2020 el primer “embargo”, renovado hasta la actualidad cuando la paz definitiva parece estar muy cerca. La afluencia de armas ha disminuido aunque subsiste el contrabando. Es obligación del gobierno sudanés controlar su cumplimiento y también es responsabilidad de los países vecinos.
“Una Iglesia pobre para los pobres” (Francisco)
Algunos testimonios nos sirven para mostrar cómo en Sudán del Sur salesianos y jesuitas, monjas de diversas congregaciones y otros misioneros y misioneras trabajan desde hace años contra los flagelos de la guerra civil, el Covid 19, el hambre, el contrabando de armas, contra la exclusión de migrantes internos, contra la deserción escolar de los niños y niñas. Al lado de los pobres.
La Iglesia como “hospital de campaña”
Los salesianos montaron un campamento de desplazados de Gumbo, situado en un pequeño suburbio cerca de Juba. Establecido en 2014, tras el estallido de la guerra civil, alberga ahora a casi 9.800 personas, entre ellas muchos niños, huérfanos, mujeres y ancianos. Ahí reciben comida, educación, atención médica y asistencia espiritual.
Al campo de desplazados se suma una parroquia, escuelas y varios centros de formación: técnico profesional, promoción de la mujer, jóvenes, así como un segundo campo reservado a los desplazados internos que alberga a unas 10 mil personas.
En Sudán del Sur hay cinco comunidades con unos 25 religiosos, así como otros miembros consagrados de la Familia Salesiana, religiosas en tres centros y otros agrupamientos.
El padre Roger Mukadi Mbayo, trabaja en Palabek, en el norte de Uganda, de donde lleva su ayuda a más de 54.000 refugiados del sur de Sudán. En el campamento de acogida local viven más de 25.000 niños menores de 13 años que, a causa de la pandemia Covid-19 debieron abandonar la escuela. Don Roger, junto con otros hermanos, ha pensado en actividades educativas diarias que involucran a unos 400 niños y jóvenes por vez. Por ejemplo, se enseñó a los jóvenes a sembrar hierba para los patios de recreo, a plantar árboles y a crear un huerto. Los niños también aprendieron a grabar vídeo y audio centrándose en la prevención del coronavirus y visitaron a niños enfermos de su misma edad en pleno cumplimiento de las normas sanitarias.
La misión de los Jesuitas
En el sur de Sudán también hay jesuitas, como el Padre Matthew Ippel que trabaja en el campo de refugiados de Maban. Su testimonio es particularmente conmovedor: aunque se le sugirió abandonar el país a causa de la pandemia, con el permiso de su superior, permaneció en Maban junto a los pobres y enfermos.
“Las irlandesas”
Las religiosas del Instituto Bienaventurada Virgen María — conocidas en España como «las irlandesas» — tienen en marcha desde 2008, con ayuda de la Fundación Mary Ward, una escuela que permite a los jóvenes terminar la educación secundaria. Más de 1.150 estudiantes se forman en este centro, ubicado en Rumbek, a unos 300 kilómetros de Juba, la capital. El centro, que acoge además a 184 niñas durante el año escolar, ha sido reconocido por el Gobierno como uno de los mejores colegios de Sudán del Sur. Desde 2006 lo dirige la hermana Orla Treacy.
Mientras difunde la fe, la hermana Orla enseña a las niñas a decir “no” a su “venta”
La hermana Orla lleva 17 años dirigiendo escuelas y un centro de salud en Sudán del Sur, y poco a poco está viendo un cambio en un país al que le gusta casar rápidamente a las niñas cuyos padres o tíos desean venderlas por una yunta de bueyes. Las hermanas de Loreto las reciben en sus escuelas y les enseñan a ellas y a sus familiares la necesidad de finalizar la escuela antes de celebrar acuerdos matrimoniales.
El pueblo sursudanés al encuentro de Francisco con encendido entusiasmo y en peregrinación
En el altar montado ante el Mausoleo del líder de la independencia de Sudán del Sur, John Garang, el Papa celebró la última misa de su histórico peregrinaje por África Central ante unos 80.000 fieles que lo aclamaron en varias oportunidades.
Una vez que el Papa abandonó el lugar, un joven misionero hizo un balance sobre esta histórica visita: “Los católicos de Sudán del Sur vivimos este gran acontecimiento como la renovación de nuestra esperanza en que la paz sea posible y tenemos al Papa Francisco en el mismo sitial que ocupa nuestro Padre de la Patria a quien perdimos en el 2005″.
Una iglesia “en salida”
Cientos de estudiantes de una escuela de Rumbek, junto al obispo de la diócesis, recorrieron a pie los más de trescientos kilómetros que separan Rumbek de Yuba, durante nueve días, para llegar al encuentro con Francisco. Como ese ejemplo de los pequeños peregrinos de Rumbel hubo muchísimos más… Movidos por la esperanza de que la visita del Santo Padre trajera bendición y unidad entre las comunidades cristianas y así ha sido.
“Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo”
Eso dijo Francisco a poco de llegar a la atormentada Sudán del Sur el 5 de febrero en la homilía de la misa ante el Mausoleo Garang, comentando el Evangelio de San Mateo (5,13.14). “En primer lugar -dijo el Papa-, somos sal de la tierra. La sal sirve para dar sabor a la comida. Es el ingrediente invisible que da gusto a todo… símbolo de la sabiduría, es decir, de esa virtud que no se ve, pero que da gusto a la vida y sin la cual la existencia se vuelve insípida… Comprendemos entonces que las Bienaventuranzas son la sal de la vida del cristiano; en efecto, llevan a la tierra la sabiduría del cielo; revolucionan los criterios del mundo y del modo habitual de pensar; en pocas palabras, afirman que, para ser bienaventurados —es decir, plenamente felices—, no tenemos que buscar ser fuertes, ricos y poderosos; más bien, humildes, mansos, misericordiosos. No hacer daño a nadie, sino ser constructores de paz para todos.”
“Depongamos las armas del odio y de la venganza”
“En el nombre de Jesús, de sus Bienaventuranzas, depongamos las armas del odio y de la venganza para empuñar la oración y la caridad; superemos las antipatías y aversiones que, con el tiempo, se han vuelto crónicas y amenazan con contraponer las tribus y las etnias; aprendamos a poner sobre las heridas la sal del perdón, que quema, pero sana.”
“No respondamos al mal con el mal”
Y, aunque el corazón sangre por los golpes recibidos, renunciemos de una vez por todas a responder al mal con el mal, y nos sentiremos bien interiormente; acojámonos y amémonos con sinceridad y generosidad, como Dios hace con nosotros. Cuidemos el bien que tenemos, ¡no nos dejemos corromper por el mal!
“…la luz del mundo”
“…Dios Padre ha enviado a su Hijo, y Él es la luz del mundo (cf. Jn 8,12), la luz verdadera que ilumina a cada hombre y a cada pueblo, la luz que brilla en las tinieblas y disipa las nubes de cualquier oscuridad (cf. Jn 1,5.9). Pero el mismo Jesús, luz del mundo, dice a sus discípulos que también ellos son luz del mundo… El nos exige brillar, iluminar, con nuestra vida y con nuestras obras, la ciudad, las aldeas y los lugares donde vivimos, las personas que tratamos, las actividades que llevamos adelante.”
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