Argentina podría seguir el ejemplo de Grecia

El país europeo ideó un camino de largo plazo, que mantuvieron todos los partidos gobernantes, para salir de la crisis generada en 2009 como consecuencia del colapso del sistema de hipotecas riesgosas en los EEUU

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El Canciller de Grecia, Nikos
El Canciller de Grecia, Nikos Dendias, durante su visita a la Argentina

Recientemente, el Canciller de Grecia, Nikos Dendias, realizó una visita a la Argentina como parte de su gira por Latinoamérica. Era la primera vez que un Ministro de Relaciones Exteriores heleno llegaba a nuestro país y fue recibido por el Canciller Cafiero y el Presidente Fernández.

Más allá de los saludos protocolares, intercambios de regalos y otras prácticas de costumbre para estas reuniones, hubiera sido muy útil que los gobernantes argentinos, representantes de la alianza de izquierda comandada por CFK y en el poder desde 2019, indagaran un poco más en el camino que siguiera Grecia para salir de la crisis muy grave que vivió hasta hace más de 10 años.

En 2009, los griegos sufrían particularmente la crisis desatada a nivel internacional, como consecuencia del colapso del sistema de hipotecas riesgosas en los EEUU y el efecto dominó que contagió en pocas semanas a todo el planeta. El entonces Primer Ministro socialista describía la situación desde Atenas como un colapso total, con la imposibilidad de hacer frente a la enorme deuda que mantenían con Europa. El viejo continente corría en esos tiempos una carrera, para algunos, demasiado apresurada, de expansión, sin importar demasiado las diferencias entre los países. Todo en función de mostrar la unidad continental y la estabilidad del Euro como moneda común. La crisis estalló en el sur del continente, España, Italia, Portugal y se ensañó particularmente con Grecia.

El desafío enorme que enfrentaba Bruselas lo resolvió con paquetes de ayuda inéditos, a cambio de que los países en problemas realizaran los programas de reforma necesarios para estabilizar sus economías. Principalmente, reducción del gasto público para conseguir el equilibrio fiscal, eliminación de trabas burocráticas para facilitar las inversiones e impulsar las exportaciones, revisión de los sistemas jubilatorios y adecuación de leyes laborales. En definitiva, las reformas que deberían haber hecho hacía tiempo las sociedades europeas del sur antes de acoplarse a las mucho más eficientes y competitivas del norte.

Los griegos aceptaron y se pusieron manos a la obra, el Primer Ministro socialista renunció y se acordó un gobierno tecnocrático que comenzó a poner en marcha el plan. Se ideó un camino de largo plazo, que mantuvieron todos los partidos gobernantes: socialistas, conservadores y hasta SYRIZA, una alianza de izquierda que surgiera del descontento popular consecuencia de la crisis. Agrupación política que supo generar en su momento profunda simpatía en los dirigentes del kirchnerismo argentino, CFK incluida.

Las lecciones que Grecia podría darnos son al menos dos muy importantes. Primero, que a los problemas se los resuelve con soluciones probadas y no con fantasías populistas de cortísimo plazo. La realidad finalmente se impuso y los griegos tuvieron que apretarse el cinturón. Es como si una persona, para no morir por las arterias tapadas por el colesterol, decidiera comer más sano y cambiar su estilo de vida. Cuesta al principio, pero es el único camino.

La segunda, es que es posible acordar un programa de reformas de largo plazo que se transforme en verdaderas Políticas de Estado. Siguiendo con la alegoría del enfermo, no tendría sentido proponer mesas de diálogo para decidir solamente qué tipo de grasa seguir comiendo. Prácticamente todo el espectro político de Grecia acordó seguir en Europa, con el Euro como moneda, y aceptar las reformas que se les exigía desde Bruselas a cambio de los programas de ayuda. Es como si en el extremo sur de la tierra, acordáramos un programa de reformas serio y entre todos, desde CFK hasta Espert.

En la Argentina vivimos una crisis parecida a la griega, aunque crónica y reiterativa. Cada vez que recibimos paquetes de ayuda, los malogramos tirándolos a un verdadero agujero negro porque no nos decidimos a poner en marcha un programa de reformas. Cada vez que se convoca a una mesa de consenso, solo sirve para verse las caras y discutir sobre el sexo de los ángeles, nunca para acordar las medidas de fondo. Algunos porque siguen creyendo en ideologías de museo, otros porque le temen a sus supuestos “costos”.

Nadie dice que el camino que siguieron los griegos fuera fácil y sin costos ni sufrimientos, pero mucho peor hubiera sido quedarse estáticos como lo hacemos siempre en nuestra patria. Grecia mostró en la recuperación post pandémica indicadores de crecimiento y reducción del desempleo muy superiores a los del resto de Europa, tanto en el 2021 como en las proyecciones para el 2022. Por eso son muchas las experiencias de los herederos de Platón y Aristóteles que podemos rescatar para tratar de encontrar una salida a nuestros problemas políticos y económicos.

Como en otros aspectos y en otros periodos históricos, los griegos nos pueden marcar un ejemplo a seguir. Ojalá algo de eso hayan hablado y comiencen a entender Fernández y Cafiero, el otro día en la Rosada, cuando recibieron al Canciller Dendias.

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