El papa Francisco en África

En su visita a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sud, denunció el extractivismo, la corrupción y el trabajo esclavizante

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El papa Francisco en Kinshasa,
El papa Francisco en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo (Photo by Tiziana FABI / AFP)

“…no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (Papa Francisco, Laudato sí Nro. 49)

“…Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodiversidad que son la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los glaciares.” “…(tan importantes) para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad.

“…que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacinales.” (aut. cit. op. cit. Nro. 38).

Tras su llegada a Kinshasa, República Democrática del Congo (RDC) el Papa Francisco denunció el mal del “colonialismo económico” cebado con el continente africano y en su primer discurso gritó: “¡Quitad las manos de África! Dejen de asfixiarla…África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”.

La República Democrática del Congo y su trágico destino de dependencia y sometimiento

Cuando los navegantes del reino de Portugal desembarcaron en las orillas de la desembocadura del río Congo, tras congraciarse con el rey o manicongo Nkuwu Nzinga, a quienes bautizaron Joâo, no tardaron en instalar -como llevamos dicho en una nota anterior -el próspero comercio de esclavos que mantuvieron cerca de 400 años. Por razones humanitarias los portugueses fueron desplazados por el reino de Bélgica y Leopoldo II mandó las empresas belgas y multinacionales. Aquel y estas sometieron a la población de la colonia africana a una consideración y trato de extrema violencia, trabajo inhumano y dependencia que tenía un fin: el saqueo del oro, el diamante y los recursos naturales. Tras darle la “independencia” a fines de 1961, ejecutaron al joven e insobornable Premier Patricio Lumumba sacándoselo de encima por sus idearios de liberación y entronizaron al dictador Mobutu quien de inmediato entendió las “reglas de juego” de la nueva república “democrática”. Durante más treinta años fue un duro dictador y custodio de los intereses de la corona. Hasta que un día se rebeló y pretendió desobedecer los compromisos financieros que tenía con el FMI. Abandonado a su suerte una rebelión de sus opositores al mando de Laurent-Désié Kabilase se exilió en Rabat, Marruecos, donde murió.

El contexto continental

Las divisiones de África se debieron a diversas causas: las guerras intestinas y tribales, los intereses de las metrópolis, la Segunda Guerra Mundial y la guerra fría entre E.E.U.U. y Rusia. Además el proceso de descolonización fue consecuencia del descrédito mundial en el que se sumieron las naciones europeas colonizadora. Descrédito en el que tuvo gran influencia la lucha por la liberación de Argelia contra Francia y la Resolución N° 1.514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la concesión de independencia a los países y pueblos coloniales del 14 de diciembre de 1960.

La violencia étnica y social
La violencia étnica y social castiga fuertemente a algunas regiones de la República Democrática del Congo. En la foto, algunas de sus víctimas en el Hospital General, de Bunia, provincia de Ituri, en el este del país (REUTERS/Olivia Acland/File Photo)

Al mismo tiempo que se daba la independencia se creó un ámbito para promover la unidad africana (OUA), ámbito que subsistió hasta el año 2001 cuando fue sustituido por la Unión Africana (UA).

Sin embargo, los ideales y los intentos de lograr la unidad africana de Patrice Lumumba, de Francis Kwame Nkrumah, uno de los líderes de la independencia de Ghana, político y filósofo panafricanista, presidente en 1951, Gamal Abdel Nasser líder político árabe de los años 60, presidente de Egipto desde 1954 hasta su muerte en 1970 y el primer presidente de Tanganica y gran dirigente católico Julius Nyerere fracasaron pero quedaron grabados en la conciencia de los pueblos de esas naciones.

La “independencia a pedazos” (de las colonias africanas) y después

En el año 1958 se inició la paciente creación de la Comunidad Económica Europea (CEE) y a partir de 1960 el proceso de independización de las colonias africanas mediante un sistema que garantizara una “continuidad dominial encubierta”. Europa iniciaba su proceso de unidad económica y al mismo tiempo impulsaba la constitución de un continente bien dividido y desintegrado en 54 pedazos. El Papa nos recuerda que “el diablo es un comedor de pedazos”. Estos en los hechos eran y siguen siendo los establecimientos y depósitos de las materias primas que precisan los países industrializados como elemento importante de su crecimiento económico.

A partir de entonces las colonias fueron ganando la independencia y el ascenso a la democracia, pero al costo de depender de los centros del poder financiero internacional y seguir perdiendo recursos en manos de las corporaciones multinacionales que venían detrás de las metrópolis para continuar con el saqueo.

Después del colonialismo político el colonialismo económico

“Tras el colonialismo político -afirmó Su Santidad -se ha desatado un colonialismo económico igualmente esclavizador” indicando que paradojalmente su extraordinaria riqueza natural transforma a los congoleños en extranjeros en su propia tierra.

Recordemos que no sólo se asesinó a un líder insobornable por prometer que consolidaría la liberación del continente. Tras la instalación de la dictadura de Mobutu los gobiernos del Congo al igual que otras flamantes naciones fueron conminadas a endeudarse y a pagar altos intereses con las grandes entidades financieras: FMI y el Banco Mundial. (véase Enc. L.S. IV. Política y economía en diálogo para la plenitud humana, Nros. 189 y siguientes). El Papa ha remarcado muchas veces que “la deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control…” (LS, Nro. 52). Los argentinos fuimos y somos obedientes a esa regla durante los últimos 200 años desde 1823 con pocos períodos de excepción (1946-1955).

La visita del papa Francisco
La visita del papa Francisco al Congo (REUTERS/Yara Nardi)

A las poblaciones se las somete por la deuda y el terror

Mientras a los gobiernos se los domina mediante el poder financiero las empresas que gozan del respaldo de este se sirven de grupos criminales nativos para someter, violar, esclavizar y sembrar el terror entre los pobladores. Los relatos de los testimonios de las víctimas recibidos y publicados por Su Santidad el miércoles 1ro. de este mes son patéticos y dan cuenta de la crueldad y el desprecio por el ser humano.

La lacra del trabajo infantil y el veneno de la avaricia

El Papa también denunció que muchos niños en el país no van al colegio y, “en lugar de recibir una educación digna, son explotados”. “Demasiados niños mueren, sometidos a un trabajo esclavizador en las minas. Que no se escatimen esfuerzos en denunciar la lacra del trabajo infantil y acabar con ella”. Asimismo dijo que en las minas y otros trabajos penosos “el veneno de la avaricia ha ensangrentado los diamantes”.

“¡Quitad las manos de África!”

A su llegada al Congo el Papa Francisco lanzó una dura denuncia contra “el colonialismo económico” que se ceba con el continente africano: “¡Quitad las manos de África!. Dejen de asfixiarla” porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”.

En el discurso ante las autoridades en el Palacio de la Nación de Kinshasa, el Santo Padre dijo que es “trágico que estos lugares, y más en general el continente africano, sigan sufriendo diversas formas de esclavitud”.

Agotada por la explotación de afuera y por sus propios conflictos, África merece ser protagonista de su destino

Después de haberse reunido con el presidente Félix Tshisekedi lamentó la historia de décadas de guerra en este país que ha causado millones de muertos lo que constituye -dijo el Papa -”un genocidio”.

“La República Democrática del Congo, atormentada por la guerra, sigue sufriendo, dentro de sus fronteras, conflictos y migraciones forzosas y continúa padeciendo terribles formas de explotación, indignas del hombre y de la creación. Este inmenso país lleno de vida, este diafragma de África, golpeado por la violencia como un puñetazo en el estómago, pareciera desde hace tiempo que está sin aliento… es preciso no ceder al “tribalismo y la contraposición, al tomar partido obstinadamente por la propia etnia o por intereses particulares, alimentando espirales de odio y violencia”.

El camino es la no violencia y no al odio

Ante el recrudecimiento de la violencia en los últimos meses en el este, en la frontera con Ruanda actúan muchos grupos armados como el rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23). Francisco pidió a los congoleños “que la violencia y el odio no tengan ya cabida en el corazón ni en los labios de nadie, porque son sentimientos antihumanos y anticristianos que paralizan el desarrollo y hacen retroceder hacia un pasado oscuro”.

El papa Francisco reunido con
El papa Francisco reunido con los obispos católicos en la Conferencia Naiconal episcopal del Congo, durante su viaje apostólico al África (REUTERS/Yara Nardi)

“No se puede ser bueno y ser corrupto”

Tras recordar el mal de la corrupción, histórica herramienta de dominación de los pueblos, si lo sabremos los argentinos, dice este cronista, Francisco invitó a la clase política “a actuar con transparencia, ejerciendo el cargo recibido como un medio para servir a la sociedad” y “favorecer la celebración de elecciones libres, transparentes y creíbles; ampliar aún más la participación en los procesos de paz a las mujeres, los jóvenes y los grupos marginados”.

Al día siguiente volvería a referirse al mal de la corrupción al hablar en un estadio deportivo ante 65.000 jóvenes catequistas donde la multitud desbordo de entusiasmo. El Papa les pidió “no dejarse enredar en las redes de la corrupción…y afirmó “no se puede ser bueno y ser corrupto” y exhortó digamos juntos “¡no a la corrupción! Y los miles de jóvenes repitieron ¡no a la corrupción! ¡no a la corrupción! (Gritos seguidos por interminables aplausos y expresiones de aprobación).

La misa por la paz en Kinshasa

En un mundo abatido por la violencia y la guerra los cristianos están llamados a hacer como Jesús: proclamar al mundo el anuncio profético e inesperado de la paz. Es la indicación del Papa Francisco en la Santa Misa por la paz y la justicia, presidida ante más de un millón de fieles, en el segundo día de su viaje apostólico.

Las tres fuentes que conducen a la paz

En el sermón del Papa en la misa en Kinshasa les dijo a los cristianos que hay tres fuentes de paz: el perdón, la comunidad y la misión.

1ra fuente de paz: “el valor de perdonar, de realizar una amnistía del corazón” “limpiarlo” para “volver a empezar”.

“¡Cuánto bien nos hace limpiar nuestros corazones de la ira, de los remordimientos, de todo resentimiento y envidia! Queridos amigos y amigas, ¡que hoy sea el momento de gracia para acoger y experimentar el perdón de Jesús! Que sea el momento adecuado para ti, que llevas una pesada carga en el corazón y necesitas que te la quiten para poder volver a respirar. Que sea el momento oportuno para ti, que en este país te dices cristiano, pero cometes actos de violencia; a ti el Señor te dice: “Deja las armas, abraza la misericordia”.

Segunda fuente de paz: “la comunidad”. Sobre la segunda fuente de paz que señala el Santo Padre es el “nosotros”, el pensar, estar y caminar juntos y no hacerlo mirando en los otros lo que nos separa sino lo que nos une porque “No hay cristianismo sin comunidad, como no hay paz sin fraternidad”. No hay paz si permanecemos encerrados en el sí mismo, ensimismados.

Tercera fuente de paz: “Estamos llamados a ser misioneros de paz para desmantelar las tramas del odio”. “Hermanos, hermanas, (tomar conciencia que) estamos llamados a ser misioneros de paz, y esto nos dará paz. Es una decisión; es hacer sitio en nuestros corazones para todos, es creer que las diferencias étnicas, regionales, sociales y religiosas vienen después y no son obstáculos; que los demás son hermanos y hermanas, miembros de la misma comunidad humana; que cada uno es destinatario de la paz que Jesús ha traído al mundo. Es creer que los cristianos estamos llamados a colaborar con todos, a romper el ciclo de la violencia, a desmantelar las tramas del odio.”

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