Se viene el corte de cintas para el relato educativo

¿Cuántas escuelas son habitables? ¿Cuántas necesitan más aulas? ¿Cuántos de estos edificios vienen a reemplazar los alquileres eternos del ministerio de educación?

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En los próximos días veremos al gobernador y el ministro de educación de gira inaugurando obras del Plan Santa Fe+Conectada, financiadas en un 80% por la CAF del Banco de Desarrollo Latinoamericano. Se ha licitado la construcción de 10 escuelas, además de jardines de infantes. Todas las ofertas se conocerán entre el 2 y el 15 de febrero. Y su plazo de ejecución está pautado según los casos entre 10 y 11 meses.

Santa Fe tiene 4819 [1] establecimientos educativos de todos los niveles, en un estado lamentable la mayoría, por lo cual se hace imprescindible un Censo de edificios escolares, y el acceso libre a los datos que recoge el sistema.

Sin datos, la mejora es un juego discrecional del que ejerce el poder.

El Plan de Infraestructura Escolar data de 2022, el tramo final del mandato, lo que es coherente con la baja prioridad que esta gestión le ha dado, y el bajísimo nivel de inversión de capital que refleja los presupuestos de 2022 y 2023. La información; que solo llega a través de la prensa; da cuenta de 8 nuevas escuelas técnicas, la culminación de las obras de 3 institutos superiores y un centro de educación física.

Las necesidades de mejorar la infraestructura obedecen a más de una razón, (haciendo abstracción de la lógica de mantenimiento anual): la primera se corresponde con la obligatoriedad de la sala de 4 años en el Nivel Inicial (2016) y la segunda a la obligatoriedad del nivel secundario, que si bien data de 2006, sumó el factor de hacinamiento producto de la promoción automática que eliminó de hecho la repitencia y la deserción histórica. Esto describe la coyuntura, sólo la urgencia. Existen razones de índole pedagógica mucho más importantes asociadas al impacto de la infraestructura escolar en el rendimiento de los estudiantes.

Autores como Agustín Clauss [2] han desarrollado el tema y la evidencia reciente de investigación (Templado, I. 2022) [3] muestra que la dimensión de infraestructura escolar no sólo es fuente de heterogeneidad entre las jurisdicciones, sino que incide en los logros educativos de los estudiantes; tanto la infraestructura medida por la presencia o no de servicios básicos como los recursos más de índole curricular se asocian a los logros educativos.

Entre los primeros se destacan el acceso a agua de red, la electricidad y la calefacción en las aulas. Entre los segundos, el acceso a internet, la conectividad de los espacios de aprendizaje y el nivel de equipamiento escolar, que cuanto más nuevo, mejor. Estos datos surgen de las bases de datos relevadas de los operativos Aprender 2018 y 2019 y los relevamientos anuales (RA) del Ministerio de Educación de la Nación.

Esto significa que tener una escuela equipada no es algo secundario, sino que incide directamente en los aprendizajes, algo tan obvio como ignorado por todas las administraciones que lo han tomado como algo accesorio.

La administración anterior, en virtud de la obligatoriedad de la sala de 4 años, en Nivel Inicial, se priorizó la construcción de nuevos establecimientos, ampliaciones, y nuevas aulas en edificios preexistentes. Así se puede constatar en el Plan de Infraestructura escolar de 2018, último publicado, donde se dio cuenta de más de 180 nuevas construcciones y 62 nuevas aulas, entre terminadas y en ejecución. En ese momento se estimó que el déficit en ese nivel era del 18%. Sin embargo, estas cifras también son insuficientes cuando hablamos de ponderarlas contra las casi 5000 que tiene la provincia. En ese informe no se contempló la conectividad, que llegó como política educativa nacional a través del plan Aprender Conectados, a fines de 2018, que dotó de conectividad, kits de robótica y carros con laptops a algunas escuelas, y que se interrumpió apenas cambió el signo político.

El año que se inicia es, por sobre todo, un año electoral. La propaganda ya empezó y este plan a cinco años, que también incluye la extensión de la conectividad a barrios populares y una reforma curricular llave en mano en el área de tecnología, comienza a ser vendido como el logro estrella de una gestión que, en materia de educación, reprueba en todas las áreas.

Licitar 10 establecimientos sobre casi 5000, en el último tramo de la gestión y en período de campaña, evidencia el carácter instrumental que la inversión en infraestructura educativa tiene para esta administración; y si bien todas las obras son bienvenidas, subestiman nuestra inteligencia, la del ciudadano común, que sigue contemplando cómo se anuncia como dádiva, lo que apenas es la obligación postergada del funcionario de turno.

¿Cuántas escuelas son habitables? ¿Cuántas necesitan más aulas? ¿Cuántos de estos edificios vienen a reemplazar los alquileres eternos del ministerio de educación? ¿Cuál es el plan de infraestructura escolar a largo plazo, consensuado con el Legislativo, sostenido en el tiempo, para dotar a los niños santafesinos de escuelas que pueden ser realmente su segundo hogar, y el lugar donde aprender para delinear su proyecto de vida?

No tenemos datos de acceso público. Siempre llegamos al punto de la falta de información, en todas las áreas, muy especialmente en educación, donde se ha declarado públicamente que el ministerio es el único intérprete de los mismos.

Estas son cuestiones de fondo sobre las que debemos discutir y trabajar más allá de las ideologías políticas, algunas de las que demandaremos a los candidatos en campaña. Las que hacen de la Educación un punto de encuentro, y de la política educativa un instrumento al servicio de la calidad que permiten lograr un título real a todos los chicos, y no sólo a los 17 que terminan lastimosamente cada año.

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

[1] Anuario estadístico 2018.

[2] Agustín Claus (2018). El Impacto de la Infraestructura Escolar en los Aprendizajes de las Escuelas Secundarias. III Congreso Latinoamericano de Medición y Evaluación Educacional (COLMEE 2018). INNEd, INEE, MIDE-UC, INEVAL, Montevideo, Uruguay

[3] TEMPLADO, Ivana. Infraestructura escolar y aprendizaje. ¿Qué dice la evidencia en nuestro país? . FIEL. Indicadores de Coyuntura. Nº 649, enero de 2023

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