Es posible y aún honroso luchar y ser vencido en una lucha entre pueblos y batallas. La derrota no es signo de cobardía ni de vergüenza si se ha peleado con valentía. No son asuntos gratos por cierto las guerras, pero ocurre que siempre, en algún lugar, hay una guerra. Para someter, para liberarse, por creencias religiosas, por conquistas. Sería, cómo decirlo, mejor en términos tan generales que hace difícil que la paz se extendiera sobre la tierra y que todo el mundo fuera por la vida con “Imagina”, la canción de John Lennon en los labios. Pero no ocurre, la historia es explícita y atestada de sangre y fuego, de vencidos y vencedores.
Los jóvenes y los niños llevan la peor parte, los que mueren, son esclavizados, pierden la razón y el sentido, aún cuando se consigue insuflar en los pechos consignas patrióticas y una eficiente manipulación de las emociones. Quizás haya que volver a traer el pensamiento del doctor Arnoldo Raskovsky, pediatra y psicoanalista autor de libros numerosos entre los cuales perdura con mayor memoria “El filicidio”, donde desde la antigüedad greco romana, escribe, sin excluir la Biblia- el pedido de sacrificio a Abraham- hasta hoy, los humanos han mutilado, comido, repudiado y hasta enviado a la guerra a los jóvenes, los hijos. Tenemos por estas horas, y no se olvidará, el caso de Lucio y sus repugnantes psicópatas asociadas, la pareja de mujeres cuyo martirio y muerte conocemos y cuesta soportar.
Pero volvemos a la guerra extraña iniciada por grupos mapuches o- no se sabe- delincuentes y terroristas en la Patagonia, donde incendian, ocupan, desplazan, y tiran con armas de fuego o explosivos, invaden y ocupan lugares de belleza poco comparable sin que las autoridades nacionales parezcan aceptarlo y aprobarlo para desconcierto y desamparo de quienes lo sufren y verifican. De modo que es muy difícil encuadrar estas acciones de ataques súbitos, con sabotaje, invasión privada y miedo.
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Estos grupos enmascarados cuentan, al parecer, con abogados, asesores y aún una filial inexplicable- pero habrá de tener alguna- con oficinas en Londres. Nadie ha explorado de qué y de quiénes se trata sobre este conflicto a tal distancia, pero abre la sospecha de que son guardianes de intereses de mucho valor en la vastedad del Sur a la espera de repartir algún botín.
Las autoridades más altas se han reunido con representantes a cara limpia de estos alzados en armas que sustentan la idea de que no se trata de argentinos sino de quienes intentan un país mapuche sobre la base de argumentos menos políticos y militares que mágicos, en obediencia a dioses ancestrales que una sacerdotisa indica cuáles tierras son de su derecho.
Curioso, sí, pues la idea de pertenencia, dominio, propiedad eran palabras y conceptos que no existían en el territorio en cuestión ni en la época evocada. Con estupor, las autoridades nacionales no fueron llamados por los vecinos y propietarios de Villa Mascardi víctimas de los, pongamos, mapuches con destrucción de viviendas y agresiones personales reiteradas. Con lo que se determina con claridad la menor voluntad pacificadora en busca de acuerdos. El esquema dice que los mapuches o ‘pseudomapuches’ son guerreros reivincadores y justos, y la oposición los agrede y segrega.
Al mismo tiempo dispone la entrega a mapuches de 21.000 hectáreas en Mendoza, de golpe, sin dar noticia los gobernantes de allí que apenas levantaron la voz sobre un úkase con fuerza de ley. Si se hace el traspaso inaudito, no lo hará sin prometedores pozos petroleros, que esta guerra es de lo más raro. Cada día más.
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Por volver al principio de estos párrafos , y acerca de que hay derrotas que son tan honrosas como las victorias- puede verse en el inmenso poeta Walt Whitman- , no podemos ignorar a Facundo Jones Huala. Su biografía incluye tanto a floggers en los bailoteos del shopping Abasto, con la famosa Cumbio- hoy en la creatividad publicitaria profesional-, como a su designación por sí mismo como lonko – jefe cacique en mapudungón, la lengua mapuche- hasta hace no demasiadas horas como prófugo de la justicia chilena-, inventor de la violenta RAM-Resistencia Ancestral Mapuche-, a partir de su presentación en sociedad con poncho y vincha, frágil y enjuto como un jockey (varios Jones, apellido galés, son conocidos como entrenadores de puros de carrera en diversos hipódromos).
Lejos del legendario guerrero mapuche Lautaro que, prisionero de los conquistadores españoles de Valdivia en Chile, huyó y enfrentó a los llegados de Europa en encuentros que se recuerdan de generación en generación. El pueblo mapuche proviene de Chile con muchos argentinos actuales laboriosos y respetados, y los extravagantes bandidos de la RAM, se trate de quienes se trate.
Capturado por la policía de Río Negro – la diferencia con Lautaro resulta divertida-: aquí no hay derrotas honrosas. Jones Huala prófugo, pero todo el mundo sabía por dónde andaba, abrió una casa en el Bolsón, sólo, desgreñado, tambaleante, se acostó en la noche sobre un bulto de ropa en el quincho, vestido con una pollera, una blusa floreada y, digámoslo, completamente en pedo.
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