Para volver al peronismo hay que girar a la derecha

Aparecieron nuevos cuerpos ideológicos o dogmas que coparon la parada. El nacionalismo y el marxismo se hicieron fuertes en diversos países

El Presidente conversa con López Rega y sus oficiales más cercanos

Este asunto de que el peronismo es una formación política progresista o incluso de centro es una mentira de acá a la China, y un arrebato, por no decir un asalto, a la fortaleza que por años impidió el avance de la izquierda en el país, Izquierda y peronismo marcharon separados desde el origen y hasta 1955. Luego fue otra historia que acá no veremos.

El camporismo y su hijo putativo -el kirchnerismo- fueron la quinta columna que, con la complicidad o la ignorancia de muchos autopercibidos justicialistas tomaron por asalto al peronismo. Si no, no se puede explicar que Alberto Fernández y Máximo Kirchner conduzcan al peronismo nacional y al de la provincia de Buenos Aires. Seguramente tiene que ver con el engorde de sus alforjas. Nada diferente a lo ocurrido en otros momentos de nuestra historia.

Progresismo

Progresismo es una palabra-idea un tanto confusa, pero en apretada síntesis podríamos decir que a lo largo del siglo XIX progresismo y liberalismo fueron el compendio de una visión política. Recórranse los escritos de Sarmiento, Mitre, Avellaneda o Alberdi y el lector podrá verla utilizada infinidad de veces. Al concluir la Primera Guerra Mundial el liberalismo pagó las consecuencias de la tragedia desatada. Pues la élite liberal gobernante en los países centrales fue responsable de los daños. Y el pasado idílico del progreso indefinido se derrumbó. Fin de una época.

Aparecieron nuevos cuerpos ideológicos o dogmas que coparon la parada. El nacionalismo y el marxismo se hicieron fuertes en diversos países. Y en donde no, influyeron, modificando el clima de época.

La izquierda marxista se impuso en Rusia donde construyó el imperio soviético y el nacionalismo se hizo fuerte en Alemania e Italia. Los nuevos dogmas y el viejo nos llevaron a una Segunda Guerra y la tragedia se multiplicó al infinito. A partir de 1947 quedaron en pie dos sistemas ideológicos, políticos y económicos que se enfrentaron durante cuarenta años más, en la llamada Guerra Fría, hasta 1991. Es por ese tiempo, o quizás un poco antes, que la palabra progresismo deja de pertenecer a la cosmovisión liberal y es arrebatada por la izquierda que la hace suya con aquella famosa frase “fui a Rusia y entré al futuro” enunciada por una galería de escritores y pensadores. La Rusia de la electricidad y la industrialización forzada pasó a batallar no solo por la expansión de su sistema sino por el sentido y el valor de las palabras, fundamentalmente hacer suya la idea de que el progreso de la humanidad ahora estaba en manos de la izquierda. Naturalmente fue un debate centrado en el desarrollo de la técnica y el modelo social.

Pasaron los años y llegamos al presente cuando la palabra progresismo adquiere un nuevo sesgo. Ahora asimilada a una izquierda light con unas gotas de liberalismo iluminista que sazona la novedosa propuesta vaselinada.

Conserva de ambas, algunos elementos pues lo que ha habido son préstamos. Ambas comparten ideas, extrañas a la izquierda dura tradicional pero afines al liberalismo zonzo. Por ejemplo identidad de género, indigenismo, matrimonio igualitario, aborto, multiculturanismo y ainda mais. Así estamos hoy. Llevado a la política porotera esto explica que liberales como Biden junto a periodistas “serios” de la Argentina prefieran a Boric antes que Kast o Lula antes que Bolsonaro, descalificando a la derecha como ultra, por lo tanto al este del paraíso, y al progresismo como una fuerza que juega dentro de las instituciones o sea en el paraíso. Una pena esta ceguera, Hugo Chávez contó para llegar al poder, con el apoyo de Rafael Caldera, padre de la democracia venezolana.

Orígenes del peronismo

Juan Domingo Perón apareció en la política nacional en el Golpe de Estado del 6 de setiembre de 1930. La interrupción institucional (los periodistas puestos a historiadores no debieran mentir) contó con el apoyo de la totalidad de la élite política, incluido el partido gobernante y el mismo Gabinete. Hasta Elpidio González, ministro del Interior tuvo sus flaquezas. Podríamos decir que solo su ministro de Defensa permaneció fiel: el general Dellepiane.

Perón se subordinó a la jefatura del general Agustín P. Justo de orientación liberal-conservadora al que consideraba el oficial de mayor prestigio y talento de la fuerza. Fue funcionario del gobierno de Justo. Al fallecer este general, en enero de 1943, y quedar acéfala la jefatura política de la fuerza, Perón ingresa, en febrero, al GOU. Si no había un jefe capaz de ganar la Presidencia podría haber una Logia. Como aquella que llevó a las alturas al general Justo: la Logia San Martín. De todos modos el GOU no tuvo incidencia activa en el golpe, dado que solo tenía mando de tropas uno de sus miembros.

El GOU puede ser interpretado como la conciencia escrita de un sector del Ejército y nada más. El golpe lo decidió Campo de Mayo y su jefe el general Elbio Anaya, lugarteniente del coronel Varela en los hechos de la Patagonia de 1921. El anticomunismo del golpe es evidente y aún más evidente cuando comience a hablar Perón como secretario de Trabajo y Previsión. La posición del Gobierno y de Perón fue esencialmente anticomunista, esto es de derecha. Pero acá corresponde una digresión. Por aquellos años sinónimo de derecha era el nazi-fascismo. La izquierda dura y no tan dura no supieron ver, no estaba en su cosmovisión, o apreciar, que en ese gobierno militar, absolutamente de derecha, había diferencias. Por ejemplo militares nazi-fascistas: Perlinger, Pertiné (suegro del doctor De La Rua) o Sanguinetti quien decía: “Yo soy nazi. He sido condecorado por el Tercer Reich (me mostró la condecoración). Creo que el nazismo es el mejor sistema político y lo único que podría salvar al mundo. Pero comprendo que tal como van las cosas en la guerra, ya no se podría implantar en la Argentina” (Del Carril, Bonifacio: Memorias Dispersas.) Pero también los había de derecha con voluntad de restituir las instituciones, por ejemplo, Perón.

La historia y la política compraron el relato construido por el prestigioso historiador José Luis Romero y su discípulo Tulio Halperín Donghi y la izquierda en general. No estaba en ese firmamento intelectual apreciar la existencia de una derecha liberal-conservadora, popular e institucionalista.

Algunos ejemplos

Son muy extensas las explicaciones a dar para modificar la idea que prevalece en el mundo cultural acerca de Perón. Pero veamos a vuelo de pájaro algunas. Instalado el gobierno militar fue nombrado Canciller el almirante Storni, un liberal probritánico autor de un libro de geopolítica de orientación atlantista, por lo tanto amigo de los aliados. Con ayuda del GOU, y particularmente la pluma del coronel Juan Perón se redactó una carta dirigida al canciller Cordell Hull solicitando el equipamiento bélico para nuestras Fuerzas Armadas. Summer Wells, el vicecanciller, había renunciado unos días antes, una pena, pues este hombre guardaba una mirada más inteligente y menos ideológica sobre el gobierno argentino, esta ausencia determinó la brutal reacción del canciller Cordell Hull, quien hizo pública la carta con el afán de golpear fuertemente al gobierno militar.

Cordell Hull se identificaba con la izquierda liberal del Partido Demócrata representada por el vicepresidente Wallace, quien al dejar la vicepresidencia se inclinó más hacia la izquierda, recibiendo el apoyo del Partido Comunista Norteamericano, cuando se presentó como candidato del Partido Progresista a las presidenciales de 1948. Wallace se opuso también al enfrentamiento con la URSS a partir de 1947 rechazando la idea del Manifiesto Truman que dio inicio a la Guerra Fría. Además escribía: “Hoy la democracia es una ambición universal. El gobierno soviético no se enorgullece ya de constituir una dictadura del proletariado y su comunismo es una forma más elevada de democracia. El gobierno soviético basa su aspiración a ser considerado democrático en la completa igualdad que existe en Rusia entre las minorías y los sexos en la igualdad de derechos y oportunidades en el orden económico y social de que gozan todos los ciudadanos soviéticos”. Esta cita corresponde a una publicación de Sergio Bagú, intelectual marxista vinculado al socialismo y al Partido Comunista Argentino, en una revista cuyo director era Arturo Frondizi. Una vez más queda en evidencia la alianza de la izquierda política e intelectual argentina con la norteamericana para enfrentar al peronismo. ¡El antiimperialismo fue una farsa! Era clara la Tercera Posición: ni con uno ni con otro. Decía Perón en 1951 de los Democratas: Roosevelt y Truman son responsables de haber abandonado a Chiankg-Kai-Chek y entregado China al comunismo y renunciar de esa manera al Asia. (Descartes. Política y Estrategia. 24/1/1951

Rodolfo Araoz Alfaro, militante del Partido Comunista narra el vínculo excelente que mantenía con la Embajada Norteamericana, especialmente con su agregado cultural Griffith un hombre simpático que proclamaba ideas progresistas, se decía partidario de Wallace, el vicepresidente. Este Griffith era un político inquieto y melifluo. El dirigente gremial Juan Monzalvo cuenta: “Que, en el mes de enero de 1943, antes de la revolución del 4 de junio, Griffith estaba organizando esas fuerzas, eternas enemigas del pueblo. En un mitin realizado en la ciudad de Córdoba asistieron los representantes del partido comunista, la unión cívica radical, la democracia progresista y allí Griffith les dijo que los Estados Unidos contribuirían a la consolidación de la Unión Democrática para llegar a una unidad entre todas ellas para embarazar la acción del presidente Castillo”.

La acción que el progresismo norteamericano organizó contra un presidente constitucional, como Castillo, luego la realizó contra Perón. En próximos artículos avanzaremos sobre esta idea. Visto hasta aquí no se entiende que el peronismo de los Fernández-Kirchner alerten sobre el peligro de la derecha. Cuando se abandona un lugar otro lo ocupa.

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