Rogando a Washington y fraternizando con las dictaduras anti EEUU

Por un lado, Argentina precisa conseguir ayuda en ámbitos como el FMI, el Banco Mundial y el BID. Pero por otro, se embandera en un relato antiimperialista y se alinea con los regímenes dictatoriales de Venezuela, Cuba y Nicaragua

Alberto Fernández encabeza la cumbre de la CELAC en Buenos Aires (REUTERS/Agustin Marcarian)

Desde hace 6 meses que el gobierno y en especial el Ministerio de Economía tienen un objetivo clave para que no se precipiten los tiempos institucionales en la Argentina. Pedir y conseguir la ayuda de Washington en ámbitos como el FMI, Banco Mundial y BID. Eso se mantiene y se mantendrá asi durante todo el 2023. Desde ya que esta necesidad, dinamita todo el relato anti EEUU del mundo K.

El mismo, comenzó a gestarse en la Cumbre de las Américas del 2005, en Mar del Plata. El boom de las materias primas y la compra masiva de bonos de Argentina por parte de Hugo Chávez motivaron que la Casa Rosada se siéntese con las suficientes espaldas para comenzar a deteriorar día a día la relación con la principal superpotencia.

El escándalo de la valija y Antonini Wilson, en 2007, sería un nuevo escalón en ese camino, coronado pocos años después, cuando el gobierno recibió con alicate en mano a un avión y a un grupo de efectivos militares de los Estados Unidos que la misma Argentina había invitado. Eran momentos de acercamiento a Irán, tema tan bien visto por Cuba y Venezuela, y que mejor que un incidente serio con el Pentágono y la Casa Blanca para demostrar la buena voluntad hacia el régimen fundamentalista. El mismo, dotado de una lógica y de principios tan alejados al tema de igualdad de género, diversidad sexual y otros valores posmodernos que el mundo K impulsa activamente.

La designación de Alberto Fernández por parte de Cristina Kirchner como candidato en el 2019, también fue un costo simbólico importante, dadas las implacables críticas que él mismo hizo durante 10 años contra la ex mandataria y sus políticas en temas de política doméstica e internacional.

Luego, con la pandemia, se pudo recuperar parte de es mística apuntando a vacunas rusas, chinas y, paradójicamente, británicas, y remarcando lo malo y angurrientos que eran los laboratorios americanos. La realidad se iría imponiendo y hoy la inmensa mayoría de los argentinos están vacunados una, dos o más veces por dosis originadas en EEUU (y que se sepa el Glaciar Perito Moreno sigue en su lugar y no fue confiscados por el capitalismo americano).

La incapacidad y falta de voluntad del gobierno para encarar un plan de estabilización y reformas, derivó en la lógica de vamos viendo y culpemos a Macri. Esa fórmula fácil funciona durante un tiempo, pero luego de dos años o más pasa a ser una caricatura. La inmensa mayoría de los ciudadanos votan para que los gobernantes hagan y solucionen las cosas, no para que les expliquen los problemas que vienen del pasado y como no se pueden solucionar. Si un dirigente tiene esa inclinación, más vale que se dedique a comentarista económico y no al accionar político electoral.

El vamos viendo terminó derivando en lo previsible a mediados del 2022, una masiva devaluación del ya mega devaluado peso y su traslado a los precios de toda la economía. A partir de ese momento el mundo K, con digestivos y silencios de por medio, dejan hacer a Sergio Massa. A su vez, él necesita un optimo diálogo con los EEUU y países democráticos y capitalistas de gran peso como Alemania y Japón. En esa tarea cuenta con la valiosa ayuda de un político con naturales dotes diplomáticos y de prudencia como es Jorge Argüello, destinado en Washington.

En medio de todo este esfuerzo, que como máximo aspira a que el 2023 no sea peor que 2022 en materia del dólar blue e inflación, el Gobierno recibe con bombos y platillos a los países de la CELAC. Un ámbito que Cuba ha alentado desde hace años para encontrar un espacio regional sin los EEUU. Es propio de la política internacional los dobles estándares morales, pero lo que no es aconsejable es la sobreactuación más aún cuando es para justificar o mostrase mostrarse compresivo con regímenes políticos en donde no hay elecciones libres y transparentes, donde millones de sus ciudadanos escapan buscando sobrevivir a la crisis, con exilados políticos, torturas, etc.

Después de 1976 el gobierno militar argentino acuño un eslogan que decía “los argentinos somos Derechos y Humanos”. En algunos momentos la conducta de ciertos sectores ideológicos argentinos parecerían estar tentados a readaptar esa frase en “los argentinos somos izquierdos y humanos”.

Por esos capachos de la historia, la CELAC se reúne en Buenos Aires en la misma semana que la película “Argentina, 1985″ es nominada para el Oscar y luego de ganar el Globo Oro. Uno se puede imaginar con mucha certeza cuál sería la opinión del fallecido fiscal Julio César Strassera sobre la fraternidad del gobierno argentino con esas tiranías. Este personaje notable de la historia Argentina, al que se lo intentó invisibilizar desde 2003 y que con la película surge con toda potencia y a escala mundial, dejó decenas de entrevistas en radio, TV y artículos en los diarios, marcando implacable criticas y condenas morales a regímenes como el cubano, nicaragüense y venezolano.

Por último, no faltan mentes del gobierno o del oficialismo que argumentan que el diálogo renovado entre la administración Biden, la Habana y Caracas dan vía libre para hacer como que con estos países está todo bien. Ante de avanzar por ese sendero, sería muy útil que hablaran detenidamente con pesos pesados del Ejecutivo y del Legislativo americano. Quizás se podrían llevar alguna sorpresa.

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