Desde la Fed, hasta el Banco de Japón (históricamente conocido por sus políticas laxas) recurrieron a un giro en su política monetaria para combatir una inflación mucho más persistente de la esperada a fines del año anterior.
Esto llevó a que fuera un año muy complicado para la renta variable, sumado a otros factores como: invasión de Rusia a Ucrania, disparada en los precios de commodities (particularmente energía), altos niveles de inflación, problemas logísticos, sequías, impactos de la política de Covid-cero de China y el tambaleo de su sector inmobiliario. Hubo motivos de sobra para que los principales índices del mundo retrocedan.
Así fue como los tres índices norteamericanos más importantes registraron pérdidas de magnitudes que no se veían desde la crisis subprime. Las compañías vinculadas a la tecnología fueron las más perjudicadas, lo que quedó plasmado en el Nasdaq, que se desplomó 33%. Por el contrario, las compañías large-cap, particularmente las Blue Chip, fueron las más defensivas.
Ello se reflejó en la caída más contenida del Dow Jones (9%). En el medio, se ubicó el S&P500, que perdió 19%. Dentro de los sectores que lo componen, únicamente el de energía culminó el año en positivo (59%). Los diez restantes cerraron en terreno de pérdidas, siendo los de telecomunicaciones (-40,4%), consumo discrecional (-37,6%) y tecnología (-28,9%) los más golpeados.
Las compañías vinculadas a la tecnología fueron las más perjudicadas, lo que quedó plasmado en el Nasdaq, que se desplomó 33 por ciento
Además, la caída no se limitó a los Estados Unidos, sino que contagió a otras naciones y grupos económicos. Medido en dólares, los principales índices europeos terminaron el año en negativo. El Euro Stoxx 50 perdió 17% al igual que el DAX, el FSTE cayó 18%, el CAC 15% y el IBEX 11%. En Asia, la situación fue similar. Por ejemplo, el principal índice de la región, el Shanghái Composite, se desplomó 22%.
Latinoamérica fue una de las pocas regiones que obtuvo rendimientos positivos en dólares. El Merval sumó 42,8% en el año, escoltado por el IPSA 22,3%, el Bovespa 10,4% y el Lima General 5,6%. Por el contrario, el Mexbol (-4,4%) y el Colcap (-23,6%) no pudieron sumarse al avance.
Rendimiento de los principales índices
Haciendo foco en el equity de cara al 2023, más allá del tímido upside que pueda existir en algunos sectores, a simple vista no hay mucho margen ante una recesión peor a la esperada que afecte las ganancias.
El consenso entre los principales bancos de inversión respecto al target del S&P 500 para el próximo año es muy diverso. La divergencia es notoria: desde un mínimo de 3.400 (-11,4% vs. hoy) a 4.500 (+17,2%), ubicándose la mediana en 4.000 (+4,2 por ciento).
En el plano local, desde mediados de octubre, el Merval en dólares acumula un alza impresionante de 34%. Es innegable que el rally comenzó por factores externos tras la desaceleración inflacionaria en EE.UU. y su impacto en las tasas largas, aumentando el apetito por riesgo en los mercados emergentes. Sin embargo, la performance local en 2022 superó la de sus pares de la región. Ante la delicada coyuntura actual, es difícil atribuir la over-performance a una mejora en los fundamentos de la macroeconomía argentina. Por lo tanto, suena más raz
No obstante, el S&P Merval todavía se encuentra más cerca de sus mínimos que de sus máximos, reflejando una atractiva relación riesgo retorno. Por ejemplo, para volver al mismo valor nominal en dólares que reflejaba antes del ballotage 2015 o previo a las PASO 2019, todavía debería subir 57,9% o 63,7% respectivamente.
¿Cuál es el panorama de cada sector?
Sector financiero: Fue uno de los más perjudicados los últimos años, debido a la fragilidad económica y las altas tasas de interés dinamitaron la demanda por crédito privado hasta mínimos históricos con respecto al PBI. Los bancos no tuvieron más remedio que asumir tasas reales negativas y aumentar su exposición a instrumentos del gobierno tanto por normativa como por falta de alternativas de inversión.
Es factible que 2023 no sea muy diferente de 2022 más que en términos de expectativas. Lo esperable es que la inflación se mantenga elevada y el cepo cambiario y las limitaciones a las importaciones sigan vigentes afectando los niveles de actividad. Por ende, la demanda tanto de préstamos minoristas como mayoristas difícilmente crezca en términos reales, y los bancos se vean forzados a mantener una alta exposición al riesgo público.
La demanda tanto de préstamos minoristas como mayoristas difícilmente crezca en términos reales, y los bancos se vean forzados a mantener una alta exposición al riesgo público
Aunque un acuerdo con la oposición sobre cómo afrontar los vencimientos de deuda podría disparar un fuerte rally, pero luce poco probable en la antesala de las elecciones presidenciales donde la oposición preferirá que “la bomba explote antes”. De todas formas, si el gobierno lograse superar los vencimientos, a medida que nos acerquemos a los sufragios, los inversores pondrán el foco en el trade electoral. Los atractivos puntos de entrada y la característica de ser un sector high-beta puede despertar el apetito por estos papeles.
Sector Industrial: En 2022, el desempeño de este grupo de empresas fue mixto. En un extremo, se encuentra $ALUA, que logró acumular un alza de 16,5% en dólares favorecida por su sesgo exportador y la suba del precio internacional del aluminio. En el otro, $MIRG y $HARG reflejaron pérdidas en dólares de 14,2% y 0,5%, respectivamente.
En los años electorales, la historia muestra que el gasto en obra pública tiende a aumentar para dinamizar la economía y mostrar capacidad de gestión, lo que favorecería a empresas del sector (principalmente TXAR, LOMA y HARG). No obstante, en esta oportunidad los objetivos de fortalecer las reservas y desacelerar el ritmo de suba de precios pueden tornarse prioridades electorales. Por ello, es posible que el impulso fiscal no sea significativo, y la economía se estanque en 2023 y 2024.
Sector energético: A lo largo de 2022, este sector ha presentado un excelente desempeño, superando ampliamente las ganancias del S&P Merval y mostrando un retorno total en dólares de 109,8%. En particular, las acciones de petroleras se vieron fuertemente favorecidas por el contexto internacional que determinó valores de energía más elevados. En el plano local, el desarrollo de Vaca Muerta, los avances en proyectos de infraestructura claves, la mejora en el barril criollo, la flexibilización de los controles cambiarios para productores de hidrocarburos y la nueva edición del Plan Gas.Ar constituyeron un escenario favorable para el sector.
No hay dudas de que se viene un año desafiante para los mercados, tanto locales como internacionales
Para 2023, las perspectivas del sector siguen siendo atractivas. Los resultados de la licitación por expandir la capacidad de transporte de crudo que lanzó Oldelval y por provisión de gas natural que lanzó la Secretaría de Energía para llenar el primer tramo del Gasoducto NK (ronda 4 y 5 del Plan Gas.Ar) dan cuentas del interés de las empresas por continuar aumentando la producción de hidrocarburos a nivel local.
No hay dudas de que se viene un año desafiante para los mercados, tanto locales como internacionales. No obstante, seguramente podamos encontrar muchas oportunidades si estamos dispuestos a asumir algunos riesgos.
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