Este año ganaremos las elecciones los “políticamente incorrectos”, los que decimos no al facilismo y bienvenido al esfuercismo.
La demagogia política destruyó la cultura del trabajo. La proliferación de subsidios y planes sociales esclavizó a varias generaciones de argentinos que prefieren ser pobres en lugar de esforzarse para lograr un futuro mejor.
Junto a Patricia Bullrich y Miguel Pichetto promovemos un modelo laboral que devolverá dignidad a los “planeros”, porque tendrán la oportunidad de recuperar la libertad de un empleo genuino.
La indemnización no se pierde, se reemplaza por un seguro de desempleo que abona el empleador.
Recuperaremos la voluntad de producir, de levantarse para ir a trabajar en lugar de quedarse en casa esperando un subsidio. Cambiaremos planes por trabajo, bajando impuestos, facilitando habilitaciones de comercios y empresas, y reduciendo las cargas laborales a quienes contraten más personal.
Vamos a permitir el pago de cargas sociales a cuenta de IVA y Ganancias, para potenciar a las pequeñas y medianas empresas.
Cambiaremos un modelo anacrónico de sindicatos que frenan la modernización y se aferran a arcaicas prebendas, y de empresas ricas con trabajadores esclavos, por otro con sindicatos que promuevan el trabajo genuino, no el subsidio; la dignidad, no la limosna; la libertad, no el unicato; la transparencia, no la mafia, y empresas que se dediquen a la producción, no a los negocios con el Estado.
El sindicalismo corporativo (gordos), que impide la modernización laboral, con nosotros no va más. Son los sindicatos “flacos”, por su reducida cantidad de afiliados, que reivindican la cultura del trabajo y el esfuerzo, como única forma de progresar, los que generarán el trabajo que necesita el país y reducirán los planes sociales que multiplican la pobreza.
Con nosotros se termina la política que protege (y engorda) a los sindicalistas y empresarios conservadores, en donde “los trabajadores hacen que trabajan y los empleadores hacen que pagan”, que deja a 6 millones de empleados en negro y promueve 10 millones de planes sociales sin contraprestación.
Vamos a salir del subsidio permanente, con la registración laboral que producirá reconocer a las nuevas asociaciones sindicales, representativas del delivery, de las tecnologías, de la salud, de los profesionales, y de otras actividades que hoy están huérfanas.
Vamos a modernizar los convenios laborales entre pequeñas cámaras empresarias y sindicatos flacos, sin quitar derechos, pero estimulando más producción y más trabajo, porque de esta salimos produciendo y trabajando.
Las protestas y manifestaciones son un derecho constitucional, pero no afectarán más la libre circulación ni el derecho de terceros, y tomar un edificio público se pagará con la cárcel.
Lejos de dividir al sindicalismo, robusteceremos la fuerza gremial, sin abusos ni corrupción. De nada sirve un sindicato fuerte con empresas cerradas, ni empresas millonarias con trabajadores esclavos. Articularemos las necesidades de empleadores y trabajadores, como en la CTE (Confederación de Trabajadores y Empleadores), modernizando convenios y simplificando las altas y bajas de la registración.
Tiene que quedar claro que sindicatos y organizaciones sociales son lo opuesto: mientras uno necesita trabajadores registrados para crecer, el otro crece con el desempleo, la no registración y la pobreza.
Vamos a terminar con la política de la miseria y con los políticos que usan a los pobres para ganar elecciones y aumentan la pobreza para mantener su poder.
El verdadero trabajador no quiere más subsidio ni ser igualmente pobre, quiere diferenciarse, comprar su casa, su auto e irse de vacaciones, pero hoy es más rentable vivir de subsidio que del trabajo.
Los planes sociales durarán seis meses y se convertirán en empleo formal. La empresa que contrate subsidiados completará el salario hasta el piso fijado por la actividad y así reestableceremos la cultura del trabajo.
Hace un año recorro la Ciudad para llevarle “mis remedios” a los porteños. Tengo ideas, equipo y prometo “esfuerzo” para volver a empezar.
Conmigo: sí a la cultura del trabajo, no a la cultura del pobrismo; sí al trabajador, no al que cobra sin trabajar; sí a la manifestación y la protesta, no al bloqueo y la patota; sí a la CTE y los sindicatos “flacos”, no al viejo modelo sindical empresario; sí a la baja de impuestos, no al gasto político; sí a decir lo que pensamos, no a la dictadura de lo “políticamente correcto”; sí a los halcones, no a las palomas.
Seguir leyendo: