El culto a la personalidad lejos está del ideario liberal

El liberalismo despersonaliza el poder y centra la organización en las instituciones. La salida es limitar el poder del monarca, para los populistas de todos los signos, las instituciones son secundarias y lo relevante son ellos como salvadores

Javier Milei (Alejandro Beltrame)

Días pasados, Alberto Benegas Lynch (h) escribió en Twitter: “Anoche en A24 con el hábil Esteban Trebucq otra vez Javier Milei despliega su capacidad didáctica y su discurso liberal no visto en el nivel político desde hace un siglo en nuestro medio y siempre con la generosidad que lo caracteriza. Todos los liberales le estamos muy agradecidos”.

Realmente llama la atención, no por las alabanzas que suele dispensarle a Milei. y está en todo su derecho de hacerlo, sino por dos fragmentos del contenido de ese tuit.

En primer lugar, se refiere a Milei diciendo: “su capacidad didáctica y su discurso liberal no visto en el nivel político desde hace un siglo en nuestro medio…”. Un siglo atrás no había televisión ni cable, de manera que la comparación luce poco afortunada. Desconozco a quién se refiere como grandes expositores del liberalismo en Argentina allá por 1922, pero fue el auge del mundo conservador y no recuerdo a algún liberal de aquellos años que en política tratara al adversario político de rata inmunda, basura socialista o vocabularios del estilo de Milei. Tampoco me parece muy académico meter a todo aquél que no lo sigue como socialista, una simplificación que se acerca más al populismo que al ideario liberal.

No existe el colectivo de todos los liberales

Pero antes de profundizar en el aspecto populista del discurso que Alberto Benegas Lynch (h) identifica como liberal, cabe resaltar su inconsistencia ideológica al sostener en el último párrafo de su tuit: “todos los liberales estamos muy agradecidos”. En primer lugar, no existe el colectivo de todos los liberales. El liberalismo no es una religión, como sí lo pretende presentar Milei, a quien se lo debe seguir incondicionalmente bajo pena de ser tratado de ensobrado, empleado de Larreta o socialista de toda aquél que lo cuestione. En segundo lugar, nadie nombró a Alberto Benegas Lynch (h) vocero de todos los liberales. Eso suena más a los movimientos de masas antiliberales como el peronismo o algún otro populismo en el que uno se arroga el derecho de ser la voz de todos. Personalmente no le concedí a Alberto Benegas Lynch (h) el derecho a hablar por mí, siendo que me considero liberal, salvo que por no seguir a su líder yo tenga que ser excomulgado del liberalismo o sometido a una especie de Santa Inquisición, donde el Torquemada de turno decide quién debe ser sometido a la hoguera purificadora de los pecados a todo aquél que no se someta al líder del pueblo, en este caso Milei.

También parece no recordar Alberto Benegas Lynch (h) que existió un Álvaro Alsogaray, quién sin necesidad de insultar, consiguió llenar la cancha de River un día de lluvia y para entrar había que pagar entrada. Recordemos que en esos años no existían todos los canales de cable que existen hoy en día, ni las redes sociales y, sin embargo, Alsogaray logró conformar la tercera fuerza política del país en la década del 80. Y creo que cualquiera que haya vivido en esos años no va a negar la capacidad didáctica que tenía Alsogaray para difundir las ideas liberales.

Ávaro Alsogaray

El mismo Ricardo López Murphy, en 2003 estuvo cerca de llegar a la presidencia de la nación haciendo una excelente elección. Con un discurso liberal consiguió un importante caudal de votos.

Por una cuestión de no aparecer con egos sólo comentó que, quien esto escribe, en el anterior gobierno kirchnerista recibió 7 inspecciones de la AFIP más una carta documento del BCRA por decir en el programa de Mariano Grondona que dicha entidad no tenía las reservas que decía tener. Otros que se expusieron públicamente para presentar las ideas liberales en los medios fueron José Luis Espert y Agustín Monteverde.

Mientras los nombrados pagamos el costo de defender las ideas liberales en un mundo en que el precio de las commodities permitía financiar el populismo más exacerbado en Argentina y en América Latina, entiendo que Milei fue asesor en la campaña electoral de Daniel Scioli en 2019. Es decir, mientras los liberales hacíamos frente a la avalancha populista, Milei brilló por su ausencia y cuando lo hizo fue para, vía la fundación Acordar, asesorar al candidato del kirchnerismo. Y, convengamos, que la fórmula Scioli-Zannini no tenía muchas chances de ser una fórmula liberal.

Ricardo López Murphy

Pero, además, curiosamente, Milei que dice que va a cerrar el BCRA, fue un gran defensor del endeudamiento en LEBACs del BCRA hasta bien entrado 2016. Recuerdo que tuvimos un debate en Rosario con Milei en el que, también curiosamente, decía que, si la inflación seguía superando la tasa de interés, el modelo convergía al equilibrio. Es decir, quien sostiene que hay que cerrar el BCRA y dice que la inflación es un delito, curiosamente el título de un libro que recientemente publicó Ricardo Manuel Rojas, consideraba que la inflación era un instrumento adecuado para resolver el problema de las LEBACs (el debate está en Youtube y se lo puede ver).

Lo curioso es que Milei tiene todo el perfil de un populista de derecha. Es más, utiliza el mismo tipo de argumentos que Cristina Kirchner o cualquier otro populista. Lo típico es que un populista inventa un enemigo, una víctima de ese enemigo y el populista se presenta como el salvador del pueblo sometido.

Cristina Kirchner dice que el enemigo es el FMI, los grupos concentrados o los medios hegemónicos y ella viene a salvar al pueblo de esos enemigos. El mesías salvador al cual hay que rendirle culto.

Milei tiene todo el perfil de un populista de derecha. Es más, utiliza el mismo tipo de argumentos que Cristina Fernández o cualquier otro populista

Perón sostuvo en su momento, “Braden o Perón”. El mesías venía a salvar al pueblo de la amenaza yankee.

Milei habla de la casta política y se presenta como el mesías que viene a salvar al pueblo de la casta.

Todos los populistas tienen el mismo esquema: victimario, víctima (el pueblo) el mesías salvador que viene a salvar al pueblo. La exaltación de la persona como salvador es justamente lo contrario a las ideas liberales. En otras palabras, el liberalismo despersonaliza el poder y centra la organización en las instituciones. Para el liberalismo la salida es limitar el poder del monarca, para los populistas de todos los signos, las instituciones son secundarias y lo relevante son ellos como salvadores. Algo así como seres indispensables de los que no pueden prescindir las sociedades para sobrevivir. Si se observa, los populistas no se rodean de gente capaz porque no les gusta que le hagan sombra. Son ellos el centro del mundo y no aceptan a su lado nadie que pueda hacerles sombra.

Creo que el movimiento creado por Milei es el culto a la personalidad y casi una religión en la cual no se puede cuestionar al mesías que viene a salvarnos del enemigo. Y tan así es que pareciera ser que en los medios se puede criticar a Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Cristina y a Alberto Fernández, pero es una herejía criticarlo a Milei. Ha logrado que hasta algunos periodistas le tengan miedo al momento de entrevistarlo aún cuando deja muchos flancos de inconsistencias en sus razonamientos.

Todos los populistas tienen el mismo esquema: victimario, víctima (el pueblo) el mesías salvador que viene a salvar al pueblo

Otra similitud de Milei con Cristina Kirchner es que para la vicepresidente cualquier cosa que sea contra ella es lawfare y para Milei, ante la menor crítica, denuncia operaciones en su contra. Ambos se presentan como víctimas de oscuros intereses, una forma muy del populismo de tratar de salir de un tema comprometido.

En síntesis, estamos asistiendo a un hecho curioso en que aquellos que se llaman liberales no advierten que están frente a un movimiento de culto a la persona, casi religioso y en el que el disenso está prohibido. Justo lo contrario al ideario liberal.

Como dice Hayek en el capítulo XI de Camino de servidumbre, los sistemas antiliberales y autocráticos lo primero que hacen es distorsionar el sentido de las palabras, por ejemplo, la Alemania comunista se llamaba República Democrática Alemana. Tal vez estemos en presencia de una distorsión de la palabra liberal sin advertir que lo que hay detrás es un típico populismo.