Nuevos vientos en la Argentina

El poder en declive de Cristina Kirchner puede presagiar un tiempo nuevo en Argentina. A su vez, el Mundial de Qatar obtenido por la Selección fue una vidriera extraordinaria para posicionar a la Argentina en el mundo

Cristina Kirchner habló el 6 de diciembre, luego de ser condenada a 6 años de prisión en la causa Vialidad

En este final de año acontecieron dos hechos marcantes para el país. Por un lado, se hizo patente la declinación del poder de Cristina Kirchner. Por el otro, la Argentina conquistó el Campeonato Mundial de Fútbol de Qatar.

Respecto al primer punto, y sin soslayar que la Vicepresidenta sigue siendo la figura más influyente del gobierno y de la política nacional, ha sufrido una seguidilla de reveses que significan una mella en su poder y que podrían estar presagiando un fin de ciclo, aunque en política puede resultar temerario realizar este tipo de predicciones.

Todo comenzó con la condena a 6 años de prisión en la causa Vialidad, que mas allá de esperada, desencadenó las reacciones que pusieron en evidencia su enojo y su debilidad. Su inmediata alocución con renuncia a presentarse a cualquier candidatura expresó su desilusión respecto a que al día siguiente al de su condena no saltó el país a las calles, ese mismo país que las inundó con el triunfo de la selección, a quemar y romper todo y dar cumplimiento a la tan mentada amenaza de que “si la tocan a Cristina que k. se va a armar”. Es más, no salió nadie a expresarse. Sintió que la dejaron “sola”, y les retrucó con el renunciamiento “dejándolos solos”.

El siguiente episodio sucedió un par de días después en el Consejo Federal de Inversiones y los tuvo de protagonistas a los gobernadores peronistas y a sindicalistas enrolados en la CGT, que ni lerdos ni perezosos asumieron con beneplácito el renunciamiento: “Te fuiste, ahora decidimos nosotros”. No hubo “operativo clamor” para que reconsiderara su decisión como ella hubiera esperado. Eso muestra que, más allá de la forzada obediencia, había hartazgo en el peronismo hacia su persona. Y le confirmó que su apresuramiento fue un error, que si debiera renunciar a las candidaturas para no exponerse a una derrota, debería haberlo hecho más adelante, tal vez en marzo o abril.

Como si fuera poco, la pretendida reunión del Grupo de Puebla para expresarle su respaldo se fue desgranando con las cancelaciones de los participantes, lo que debió disimularse con un viaje a Calafate y un supuesto contagio de COVID-19. En su última y reciente aparición en La Plata, para cambiar el relato diciendo que no hubo renunciamiento sino proscripción y no contra ella sino contra el peronismo, no hizo más que acentuar su debilidad. Pareció mas bien una súplica hacia el peronismo a que venga a rescatarla, sin percatarse de que si hay algo que los “muchachos” no suelen contemplar son precisamente las súplicas.

Esta declinación es importante porque el kirchnerismo ha sido una tragedia para el país. Expresa lo peor de la argentinidad. Si bien la Argentina ya venía mal, el kircnerismo la ha empobrecido, embrutecido, atrasado y corrompido aún más. Y su salida de escena, a pesar de que será difícil recomponer la estela de calamidades que deja trás su paso por el poder, puede presagiar un nuevo tiempo. No obstante, cualquier reconfiguración política del país, ya sea con la poco probable alternativa del kirchnerismo compartiendo el gobierno con el peronismo a la más factible opción de estar en la oposición, tendrá en esa fuerza un componente de peso, sobre todo si logra retener la provincia de Buenos Aires. De todas formas, su esfera de influencia en las políticas y la cultura del país se verán acotadas.

El multitudinario festejo en el Obelisco por el Campeonato Mundial obtenido por la Selección (Télam)

La otra noticia importante ha sido la consagración de la selección argentina en el Campeonato Mundial de Fútbol de Qatar. No es un hecho menor, trasciende muy ampliamente lo deportivo dado sus impactos internos y externos. Quizás sea prematuro para sacar conclusiones definitivas porque muchos resultados tardarán en manifestarse, pero bien se puede afirmar que el Mundial de Qatar fue una vidriera extraordinaria para posicionar a la Argentina en el mundo. Estará por verse si el país podrá capitalizar este “regalo” que le ha hecho el fútbol a la imagen del país. Otro elemento que ameritaría analizar es la espontánea adhesión que despertó la selección argentina en públicos de latitudes tan insólitas. ¿A qué se debió? ¿A la figura de Messi? ¿Qué provecho podría sacar el país de ese entusiasmo?

En el plano interno y por como fue la secuela hasta llegar a la consagración, paso a paso, y en cada uno de ellos con un esfuerzo y una tensión enormes, tira por el piso la inusitada teoría del fernandismo de que el mérito no existe, que el esfuerzo no tiene sentido, que el Estado puede brindarlo todo. A la muy buena parte de los 47 millones de argentinos que siguió por televisión el devenir de Argentina en la competición le quedó bien claro que fue una conquista “parida”, con dolor, sacrificio y sufrimiento.

Lionel Messi celebra un trofeo conseguido con muchísimo esfuerzo y sufrimiento (AP Foto/Martin Meissner)

Hay un tercer elemento de esta realidad, que es el rechazo del Poder Ejecutivo a acatar un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Mas allá de los aspectos jurídicos con los que debió ser elaborada esa sentencia como correspondía, su ejecución tiene muchas implicancias: significa desfinanciar la campaña electoral de Kiciloff para financiar la de Rodríguez Larreta. Y si se reemplazara con emisión el faltante de fondos a la provincia de Buenos Aires se estaría abortando el programa de Massa, La evolución y el desenlace de este conflictivo proceso -juicio político a la Corte de por medio- tendrá un impacto significativo en la política y la institucionalidad del país. Los nuevos vientos abrigan esperanza y oportunidades, sobre todo con el extraordinario acervo de recursos a desarrollar que atesora este maravilloso país. Para materiarizarlas, habrá que atravesar un año donde prevalecerán el despilfarro con fines electorales y la “tierra arrasada” hacia la nueva administración que asuma en diciembre, y deberán desterrarse luego muchos vicios enquistados en el país.

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