Focalizar para competir, competir para crecer

El PBI de la Argentina se mantiene en el nivel de 10 años antes, mientras el promedio del mundo aumentó 25% en una década

La Argentina está en el proceso de “caerse del mapa” y necesita encarar una restructuración profunda para volver a crecer (EFE)

La Argentina se encuentra atravesada por un cepo permanente: la inestabilidad macroeconómica. Y su resultado final, con consideraciones intermedias, es la imposibilidad de crecer y desarrollarse plenamente.

Tan es así, que mientras en 2022 el PBI por habitante permaneció en el mismo nivel que diez años atrás, el mundo creció un 25%. La Argentina está en el proceso de “caerse del mapa” y necesita encarar una restructuración profunda.

La experiencia reciente de la selección argentina de fútbol que, con foco y planificación, liderazgo definido, metas claras y acciones efectivas, pudo sobreponerse a fracasos y obstáculos para alcanzar una competitividad saliente y merecer el éxito, podría ser hoy la inspiradora para la sociedad argentina en general.

El nexo entre las dificultades macro de envergadura y una economía estancada, es la incapacidad que tiene la Argentina de competir globalmente

El nexo entre las dificultades macro de envergadura y una economía estancada, es la incapacidad que tiene la Argentina de competir globalmente con el resto de las economías. Si bien hay sectores que son sumamente competitivos y líderes globales (el agro, algunos rubros tecnológicos y energéticos, y últimamente el fútbol, tan solo por mencionar algunos), la Argentina integralmente muestra cada vez menos capacidades de competir y ganar en el concierto de las naciones.

La competitividad es un concepto central para determinar el éxito de las economías en generar valor de largo plazo y mejores condiciones de vida para sus ciudadanos. Muchas veces se aborda desde una perspectiva generalista y abstracta, difícilmente trasladable a la realidad cotidiana de las empresas, de los ciudadanos y del Estado. En otras oportunidades, se analiza desde una aproximación estrictamente sectorial, productivista y por lo tanto limitada.

La competitividad es un concepto central para determinar el éxito de las economías en generar valor de largo plazo y mejores condiciones de vida para sus ciudadanos (Reuters)

Un tratamiento integral de la cuestión de la competitividad puede dividirse en dos grandes campos, los factores “precio” y “no precio”.

La competitividad “precio” se asocia a la evolución de las variables nominales que componen la función de precios y costos, tales como el tipo de cambio, el precio internacional de los productos finales y de los insumos, el salario y las tarifas de los servicios públicos.

A trazo grueso, las fuentes de competitividad “precio” pueden sintetizarse en el tipo de cambio real multilateral, que explica la dinámica tanto del tipo de cambio nominal como de los precios internos de la economía, incorporando de forma ponderada la evolución de los precios de los socios comerciales. El tipo de cambio real multilateral es una medida de competitividad precio relativa, que compara las ecuaciones de precios y costos de distintos países en moneda homogénea.

El tipo de cambio real multilateral es una medida de competitividad precio relativa

El análisis de una serie de tiempo larga del tipo de cambio real multilateral de la Argentina muestra una volatilidad notable, explicada en gran medida por saltos inflacionarios y cambiarios domésticos. En los últimos tres años, la competitividad “precio” cayó aproximadamente un 30% poniendo de manifiesto no sólo la magnitud de los desequilibrios, sino también que las empresas no pueden recostar su espíritu de crecimiento en bondades cambiarias, que demostraron ser absolutamente efímeras.

En términos históricos, hoy la Argentina está mucho más cerca de los bajísimos niveles de competitividad cambiaria real de los años de la Convertibilidad que del promedio del período 2002-2010, que ofrecía una constelación de precios sumamente atractiva, pero claro, insostenible.

El tipo de cambio real competitivo es medular para la competitividad, pero no puede por sí solo engendrar un desarrollo sostenido sin el acompañamiento de los otros motores de la competitividad.

Fuente: VDC consultora con datos del BCRA

La competitividad “no precio” se explica por la dinámica de las variables reales (es decir, no nominales) que conforman la ecuación de precios y costos, es decir, la productividad de los factores de producción, la dotación de las materias primas e insumos, la calidad de los servicios públicos, la profundidad del sistema financiero, el contexto ambiental, institucional y político, y la infraestructura, entre otras cuestiones.

Depende, en parte, de factores endógenos de la empresa (por ejemplo, de las inversiones). Aunque igualmente puede variar por factores exógenos, por caso políticas públicas que mejoren la calidad de la mano de obra y de la infraestructura, o incentiven el espíritu emprendedor de la sociedad, o vía innovaciones de los proveedores u otros agentes del entorno social y productivo.

El International Institute for Management Development (IMD) determina factores de competitividad y releva anualmente su evolución en 63 países. Incluyen campos generales como la performance económica, la eficiencia gubernamental, la gestión empresarial y la infraestructura, que se componen en cada caso por indicadores muy concretos y específicos.

Esta información estadística es una buena aproximación a los factores “no precio” de la competitividad. El resultado es que en este ranking global de competitividad la Argentina se ubica en el puesto 62 entre las 63 economías relevadas .

Hoy la Argentina está mucho más cerca de los bajísimos niveles de competitividad cambiaria real de los años de la Convertibilidad que del promedio 2002-2010

Al sitial actual se llegó luego de continuas caídas anuales desde el año 1997, cuando la Argentina se ubicaba en el puesto 28, es decir, de mitad de tabla para arriba. Lo positivo es que, en rubros como educación, salud y medio ambiente, el ecosistema local todavía se ubica en lugares que habilitan a la esperanza.

La Argentina necesita de estabilidad macro para alcanzar precios y un tipo de cambio real estables para, fundamentalmente, enfocarse en los problemas reales de la competitividad.

Fuente: VDC consultora con datos del IMD World Competitiveness Center 2022

Los distintos jugadores de la economía, privados y públicos, necesitan poder focalizarse con fuerza en mejorar su actividad cotidiana y no en eludir los obstáculos que le impone una macro absolutamente desordenada.

El empresario en general apreciaría poder enfocarse en aumentar su producción y en generar nuevas inversiones y puestos de trabajo, y no como sucede en la actualidad, en lidiar con imponderables macroeconómicos, escases de insumos como en pocos lugares en el mundo y turbulencias financieras, todas cuestiones que ponen en riesgo su misma continuidad.

La problemática central de una firma tecnológica argentina pasa por captar, calificar y contener recursos humanos, el real cuello de botella global para el sector. El eje no tendría que ser casi hegemónicamente la táctica y la estrategia cambiaria para relacionarse con proveedores o clientes globales, o como mitigar los efectos de la brecha de tipo de cambio para ganar contratos.

En el ranking global de competitividad la Argentina se ubica en el puesto 62 entre las 63 economías relevadas por IMD

El gerente petrolero necesita un horizonte de al menos diez años para desplegar su esfuerzo inversor, incorporar equipos y aprovechar los ingentes recursos naturales y humanos existentes. Sin embargo, persiste trazando escenarios de cambios en la política pública y de disponibilidad de infraestructura, que limitan su inversión a aplicar los pesos que sobran y que no puede girar, a proyectos de maduración corta.

Algo similar sucede con el sector público. La magnitud de las complicaciones e incertidumbre macro, hace que esfuerzo de la estructura de gobierno se concentre en desatar nudos coyunturales, desalentándose políticas de fomento de la competitividad serias y de largo aliento.

La magnitud de las complicaciones e incertidumbre macro, hace que esfuerzo de la estructura de gobierno se concentre en desatar nudos coyunturales (EFE)

Los determinantes micro, macro, meso y meta económicos, la productividad de los factores de producción y las políticas de Estado conforman un núcleo de factores “no precio” que, junto con la paridad cambiaria real con los socios comerciales (factor “precio”), establecen la fuerza competitiva de una economía y su capacidad de crecer fuerte y sostenidamente en el tiempo.

La experiencia mundialista puede potenciarnos como sociedad, y ayudar a que nos concentremos de lleno en ganar competitividad. No sólo fue un momento de emocionalidad muy potente, sino la fiel demostración de que el foco en las cuestiones realmente importantes, la definición de un objetivo común, la convicción, la decisión de avanzar más allá de los miedos y un liderazgo noble tienen su recompensa.

Los determinantes micro, macro, meso y meta económicos, la productividad de los factores de producción y las políticas de Estado conforman la fuerza competitiva

El campeonato mundial es un triunfo estupendo y sumamente merecido. Pero algo excede a lo estrictamente deportivo: la visión, la posibilidad de que nuestras aspiraciones como sociedad pronto puedan acariciar el mismo éxito, luego de tantas frustraciones colectivas.

El entrenador de la selección argentina contó una anécdota con Lionel Messi que sintetiza este espíritu: “Yo tengo con él una anécdota muy buena después del partido con Brasil en San Juan, que clasificamos para el Mundial. Yo lo llamo para hablar con él antes de que vuelva a París porque sentía que lo que se venía iba a ser muy difícil. Porque estábamos transmitiendo algo a la gente demasiado fuerte y la desilusión podía ser también fuerte, la gente está muy entusiasmada con esta Selección y él (por Messi) me dice: ´¿Qué importa? Seguimos, seguimos porque seguramente va a ir bien y si no va bien, no pasa nada al intentarlo’”.

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