¡Socorro, mi hijo se aburre!

Muchas veces, con las mejores de las intenciones, los padres quieren salir a resolver situaciones de sus hijos. El tema es que si no les enseñamos a autorregular el aburrimiento, ¿qué harán cuando sean adultos y no nos tengan a mano?

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El aburrimiento es la puerta de entrada a un mundo más contemplativo y a la creatividad
El aburrimiento es la puerta de entrada a un mundo más contemplativo y a la creatividad

“¡Má, pá, me aburro!”… es sin duda una de las frases más temidas por los padres.

Algunos chicos tienen la posibilidad de irse de vacaciones a algún lugar, otros de ir a alguna colonia, y otros de poder hacer programas con sus amigos. Pero no es el caso de todos.

Para los que se quedan en casa, o no tienen tantas opciones recreativas o sociales a mano, mantenerse entretenido es todo un desafío.

También es cierto que no todos los chicos son iguales. Algunos necesitan más estímulos que otros para mantener sus mentes ocupadas, mientras que otros pueden pasar horas y horas jugando con el mismo juguete o actividad.

El aburrimiento es bueno. Sí, leíste bien. Los chicos necesitan estar aburridos de tanto en tanto. El aburrimiento es la puerta de entrada a un mundo más contemplativo y a la creatividad.

Muchas veces, con las mejores de las intenciones, los padres quieren salir a resolver situaciones de sus hijos. El tema es que si no les enseñamos a autorregular el aburrimiento, ¿qué harán cuando sean adultos y no nos tengan a mano? Y, por otro lado, ¿cuándo y cómo desarrollarán su imaginación? Si los padres, insisto, aun con las mejores intenciones, les resuelven el aburrimiento a sus hijos, nunca van a aprender a hacerlo por ellos mismos.

El problema con tratar de entretener a los chicos todo el día, es que vos también terminás con un nivel de agotamiento importante, y ese cansancio puede generarte mal humor o hacerte tomar malas decisiones. El aburrimiento les da a los chicos la oportunidad de resolver la situación por ellos mismos y ver qué, de todo lo que los rodea, les interesa. Cuando les resolvemos el aburrimiento a los chicos, no les damos la oportunidad de despertar su potencial creativo.

Ahora, cuando hablo de permitirles resolver su aburrimiento, no me refiero a “arreglátelas solo” y que se sienten cuatro horas a aburrirse en un sillón. De lo que estamos hablando es de un aburrimiento “constructivo”, no de un castigo. La idea es ver qué sale del aburrimiento, no “sentate y aburrite”. Una cosa es ser empático y ayudar a nuestros hijos a desarrollar una mayor autonomía y que puedan ir resolviendo situaciones por ellos mismos -como el aburrimiento-, pero otra es hacernos cargo nosotros de ese aburrimiento. El aburrimiento es de ellos, y son ellos quienes deben ver qué hacer. Es decir, empatía sí, padres sobreprotectores que resuelven todo, no.

Como padres no somos responsables de garantizar entretenimiento bajo demanda. No debemos convertirnos en animadores infantiles, tratando de generar diversión todo el tiempo. No podemos proveer diversión las 24 horas del día. No podemos ni debemos. Dedicarles tiempo y hacer cosas en familia está genial, y es muy necesario. Ayudarlos a organizar programas, también. A lo que me refiero es que no podemos estar todo el tiempo a disposición de los chicos garantizando diversión.

Sí podemos -y debemos- ayudar a nuestros hijos a identificar qué pueden hacer con su aburrimiento o tiempo libre. Es decir, alentarlos a resolver la situación de aburrimiento por ellos mismos. Estar aburridos puede ser una bendición para nuestros hijos.

El aburrimiento es la manera que tiene el cerebro de decirnos: “¡Psst! Esto no te está ofreciendo ningún desafío digno de esfuerzo”. Por eso, en casa, podemos ver con qué están jugando. Tal vez es hora de hacer un up-grade de juguetes o actividades y ofrecerles a los chicos alguna actividad más acorde a su edad o necesidad.

Muchas veces el “má/pá, me aburro”, tiene más que ver con una necesidad de tu hijo/a de hacer algo con vos que con realmente no tener nada para hacer. ¿Podés involucrarlo con lo que estés haciendo, ya sea cocinando o paseando al perro?

Tal vez no es eso y realmente estén aburridos. A no alarmarse. El aburrimiento es la semilla de la creatividad. La gente desarrolla mucho más su creatividad… justamente cuando está aburrida.

Podemos ayudarlos a generar una lista de cosas que les interesen y dividirla en dos: aquellas que les encantaría hacer y aquellas que no les fascinarían, pero tampoco odiarían hacer. O simplemente, tal vez, vean que aburrirse los lleva a hacer cosas que nunca hubiesen imaginado. Sea lo que sea, ayudar a nuestros hijos a gestionar su propio aburrimiento es bueno.

Otra idea que podemos implementar es la de utilizar “el frasco del aburrimiento”. Una vez que los chicos han hecho una lista de cosas que podrían hacer, podemos cortar las ideas en papelitos y meterlas en el frasco del aburrimiento. Cada vez que digan, “ma/pá, me aburro”, podemos invitarlos a sacar alguna de las ideas del frasco y realizarlas. Algunas ideas podrían ir desde hacer manualidades, o desarmar algo que ya no se use en casa, a construir algo con escarbadientes o pintar. Tal vez hacer muñecos con papel de diario, o escribir un poema o la letra para una canción. Cualquier actividad recreativa, social, cultural, artística o física apropiada para su edad va a ser bienvenida.

¿Y qué pasa con las pantallas? Es más provechoso que jueguen a un juego de a dos, en grupos, o en familia, que simplemente se sienten pasivos frente a una pantalla a ver videos. Poder crear un video, o editarlo de manera creativa, es mucho más beneficioso que sentarse inmóvil a ver una película. Componer música o utilizar juegos que estimulen el pensamiento o la creatividad es siempre mejor que estar tirado en una cama pasivo viendo tele.

No te asustes si tu hijo se aburre a veces. Si siempre están ocupados o sobreestimulados con la televisión, las consolas de juego, sus computadoras, sus celulares, o saturados de actividades, ¿cuándo van a desarrollar su creatividad? Los chicos necesitan aburrirse a veces. Si se sienten aburridos, veámoslo como una gran oportunidad. Ha llegado el momento de invitarlos a crear, a inventar, a soñar, a pensar.

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