En un país con una inflación anual que ronda el 100% para este 2022 y una proyectada según estimaciones oficiales para 2023 del 60-80%, hasta los campeones mundiales de fútbol en el momento de compartir su alegría con la gente, parecen elegir regalar billetes extranjeros en lugar de pesos argentinos. Al menos eso fue lo que trascendió en distintos medios que informaron que Alejandro “Papu” Gómez, en parte del trayecto de la frustrada caravana que tenía que llevarlos Obelisco pero solo llegó a Parque Roca, arrojó a la gente que los acompañaba en la travesía euros de distinta denominación.
Si bien no hay una confirmación absoluta al respecto y sin ponernos a evaluar el gesto del futbolista en el caso de que la situación haya ocurrido tal se comentó, parece razonable la versión trascendida, ya que, de haber elegido pesos argentinos para repartir, probablemente se le hubiera complicado obtener del cajero la cantidad de billetes suficiente para lograr que el gesto fuera significativo y con un valor que perdurara en el tiempo (considerando las evaluaciones oficiales de inflación, se presume que los billetes en moneda local perderán en los próximos 12 meses más de dos tercios de su valor). Con límites de extracciones diarias de $ 15 mil (en los bancos no propios), equivalente a poco más de USD 40 contemplando la cotización promedio entre “dólar libre” y “dólares financieros, no es fácil moverse en efectivo en la Argentina. ¡Ni siquiera siendo futbolista campeón del mundo!
Para colmo, de no usarse la misma red (y, dependiendo de la “letra chica” del contrato con el banco, según se usen los cajeros del banco propio o de otra entidad), al “Papu” cada extracción para obtener el efectivo, le podría haber costado en promedio un costo de entre $130 y hasta $266 por operación.
Si sumamos las dificultades para que en los cajeros haya efectivo (por ejemplo, el imprevisto feriado establecido justamente en ocasión de los festejos mundialistas el día que “Papu” arrojó dinero a los hinchas), podemos concluir que el movimiento en los cajeros automáticos es hoy para los clientes de los bancos una experiencia muy poco amigable.
¿Existen verdaderos motivos de seguridad para estas limitaciones? No parece que la seguridad de los clientes sea el motivo de las restricciones, sino que el problema de fondo es la decisión del Banco Central de la República Argentina de no avanzar en la emisión de nuevos billetes de mayor denominación que, a su vez, radica en problemas de índole macroeconómica. Recordemos que hoy el valor “real” de nuestro billete de mayor denominación ($1.000) es equivalente a poco menos de USD 3. Es decir, nuestro mayor billete equivale apenas a 3 billetes de los de menor denominación en los Estados Unidos. Esto supone que en la región nuestro billete de mayor denominación es uno de los de menor valor real. El más cercano es el billete de 1.000 gourdes de Haití que representa más del doble de lo que equivale nuestro billete del hornero (6,81 dólares). Y eso, después de atravesar terremoto, huracán, y con pandillas asesinando a mansalva a cientos de personas en su capital, Puerto Príncipe.
Nuestro mayor billete equivale apenas a 3 billetes de los de menor denominación en los Estados Unido
Para agravar más la situación, hasta este año el billete de mayor circulación en nuestro país no era el del hornero ($1.000) sino el de Julio Argentino Roca ($100). La cantidad de estos billetes se duplicó entre 2013 y 2015, ante la negativa de las autoridades de entonces de emitir un papel moneda de más alta denominación para no reconocer la aceleración de la inflación. Recién en junio de 2016, llegó el billete de $500 y, por ese entonces, el billete de $100 representaba casi el 70% del total en circulación. Hubo que esperar hasta octubre de este año, para que, según confirmó el BCRA, la circulación de los billetes de $1.000 superara la de $ 100 (2.250,4 millones de $1000 vs 2.175,9 millones de $100). Por la escalada de la inflación, la cantidad de billetes de mayor denominación creció 81% en 12 meses. Tengamos en cuenta que casi el 45% de los billetes de $1.000 fueron puestos en circulación recién después de octubre de 2021.
El costo de manipulación de billetes de tan baja denominación real en términos de poder adquisitivo no solo es un problema para la población (al punto que un campeón mundial optó por arrojar euros en lugar de billetes locales a los hinchas durante la celebración mundialista), sino en gran medida para actores clave de la economía como supermercados y negocios en general, por un lado, y bancos, por otro. Para las grandes empresas, el depósito de billetes de menos de $200 tiene un costo en comisiones por parte entidades bancarias. Y, por su parte, para los bancos, el manejo del efectivo (en términos de recuento, traslado y custodia de los billetes) es el segundo mayor costo, según informan estas mismas entidades, después de la plantilla de empleados. Solo a modo de ejemplo, se calcula que las empresas como Juncadella, Codecop, Brinks o Prosegur se quedan con entre el 1% y el 2% de lo movilizado. Y el costo es también para el propio BCRA que tiene problemas para recibir los excedentes de los billetes viejos, procesarlos y destruirlos. Por eso el mismo, el BCRA aceptó que estos billetes viejos terminen en los tesoros de los bancos como parte de los “encajes”, es decir aquella porción de cada depósito de un cliente que el banco debe dejar como resguardo en el Banco Central.
Por la escalada de la inflación, la cantidad de billetes de mayor denominación creció 81% en 12 meses
En estos días de balance de cierre de año, solo nos resta esperar que el inicio de 2023 nos traiga medidas sensatas y honestas que resuelvan los problemas de base, que son la verdadera fuente de los inconvenientes con los billetes, para que nuestro país vuelva a recobrar la salud financiera y económica. Y que el “Papu” Gómez o cualquiera de los héroes mundialistas a la hora de mostrarse generosos con sus seguidores no sientan que deben compartir su alegría en euros, sino que puedan hacerlo con comodidad también en pesos.
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