Se terminó la confianza, ya no hay relación. Solo queda dividir los bienes y cerrar la etapa lo mejor posible. La negociación no será fácil porque ambos tienen poder de daño. Solo que quien tiene más capacidad de convocatoria, caudal de votos y conduce el espacio, tiene arsenal nuclear, y quien preside, posee una exasperante debilidad, y su poder radica en la firma y capacidad de decir lo que quiera en el espacio público. Eso es relevante para lo que viene.
A continuación, los 5 momentos que hicieron que la “sociedad conyugal” que los unió no haya podido lograr los objetivos y hoy en día haya perdido utilidad.
Queda el cierre maduro y sensato entre dos personas que fueron funcionales entre sí por un período muy corto, primordialmente para la campaña electoral 2019, bastante poco tiempo, aunque muy relevante en la historia política nacional.
Los 5 momentos
Momento 1: La indecisión inicial.
Una vez que asumieron el gobierno, las negociaciones por los cargos y las medidas a tomar fueron de una lentitud llamativa. Los naturales roces por la designación de funcionarios complicaron la relación entre presidente y vice desde el comienzo.
Se tornaba difícil la convivencia en los primeros días prepandemia, porque no tenían criterios establecidos para el reparto de las posiciones más relevantes.
A las desinteligencias iniciales, se les sumaron la pandemia y las cuarentenas eternas. Alberto en su mejor momento, con un 70% de aprobación, y Cristina en silencio, en algún instante se le reprochó que hablaba poco en ese tiempo tan complejo. El presidente llamaba al diálogo por fuera de la grieta y conducía en su versión: “La salud es lo primero y lo demás no importa”.
Lo que motivó, pasado el primer semestre pandémico (Marzo – Octubre) la reacción epistolar de Cristina. Decía en su carta del 26 de octubre de 2020:
“En este marco de derrumbe macrista más pandemia, quienes idearon, impulsaron y apoyaron aquellas políticas, hoy maltratan a un Presidente que, más allá de funcionarios o funcionarias que no funcionan y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los ‘defectos’ que me atribuían y que según no pocos, eran los problemas centrales de mi gestión”.
Comentario: se rompió la promesa de una gestión enérgica que Alberto le había dado a la jefa del espacio y la paciencia de Cristina esperando la agenda de las transformaciones.
Momento 2: la derrota en las PASO 2021.
Un año después, las discusiones se transformaron en peleas que se intentaron ocultar, sin embargo, se hizo evidente la rispidez del Presidente con su vice y de la vice con el Presidente.
Fue un recorrido de largos meses que se caracterizó por:
-La sobreexposición y dispersión temática (hablar de muchos temas en poco tiempo) del presidente en sus largas alocuciones que incluyeron fallidos, errores y comentarios evitables (desde “vayan y contágiense” en vez de “vacúnese”, hasta que “los brasileños vinieron de la selva y los mexicanos de los indios”).
-El debate por las vacunas, potenciado por la aparición en las noticias del caso llamado Vacunatorio VIP.
-La radicalización de Alberto en su mensaje de confrontación con la Ciudad de Buenos Aires por la coparticipación y en particular la pelea con Horacio Rodríguez Larreta.
-Las charlas públicas arriba del escenario AF vs CFK.
-Las discusiones por la foto de la fiesta de Fabiola Yañez en Olivos y la autocrítica del presidente.
-Los variados y coloridos ataques de dirigentes cercanos a Cristina hacia el presidente.
Internamente, Cristina seguía planteando un rumbo diferente desde Twitter, carta y discursos. Incluso explicitó mensajes no atendidos por el presidente. La estrategia hacia las elecciones era con formato Alberto, mientras que las encuestas mostraban resultados parejos. La vicepresidenta entendía que el camino era otro. Con más llegada a los sectores más vulnerables y un salario de mayor poder de compra.
La derrota en las elecciones intermedias 2021 trajo cambios en el gabinete, más por presión K que por decisión de Alberto, la llegada de Manzur y Aníbal, entre otros, se decía que era para dar volumen y caudal político para un presidente cada vez más solo y debilitado.
Comentario: se rompe la ilusión de triunfo electoral de la mano de Alberto.
Momento 3: el acuerdo con el FMI.
Si existió un momento crucial fue el cierre del acuerdo con el FMI por parte de Martín Guzmán en marzo de 2022. El kirchnerismo esperaba más pelea, confrontación y épica en la negociación. Sin embargo, el acuerdo fue llevado en silencio por un técnico económico con revisiones trimestrales y ajuste en las cuentas públicas.
Máximo Kirchner renunció a ser él quien conduzca el bloque de la Cámara de Diputados, lo que implicó la confirmación de la salida.
El sector de la vicepresidenta votó en contra del acuerdo que finalmente fue aprobado por el apoyo de JxC.
Déjenme un paréntesis a esta altura: en el momento 1 Cristina pedía que el gobierno se atreviera, tomara decisiones y la iniciativa. De ningún modo lo habilitó a cerrar un acuerdo con el FMI sin su aval final. En este sentido se terminó dando una típica situación que no tenía salida, Alberto pretendía tomar el crédito de cerrar una negociación compleja con su ministro de economía y Cristina, seguir negociando mejores condiciones.
Comentario: se rompió la confianza.
Momento 4: el rumbo económico.
Lo que vino después fue más complicado.
Ya no hubo paciencia de Cristina hacia el presidente.
Ataques diversos, claros y un Alberto desdibujado intentando por momentos defenderse, en otros naturalizar o minimizar las críticas que parecían torpedos a la línea de flotación de una embarcación demasiado pequeña para sobrevivir a la más mínima ola creada.
En síntesis, un presidente intentando hacer equilibrio en su debilidad contra un rival interno de mucho mayor peso.
Y llegó la caída de los últimos dos ministros cercanos al presidente, Kulfas y Guzmán fueron destituidos por mensajes y presiones de la vicepresidenta.
La llegada de Batakis produjo un mini acercamiento matrimonial más por necesidad que por convicción, pero el abismo estaba demasiado cerca. Ya no había vuelta atrás. Vino Massa para ejercer la jefatura de gabinete, desde el ministerio de economía, bajar la tensión política y ordenar mínimamente la impericia económica.
Ya no hay relación matrimonial, solo la accionista mayoritaria del Frente de Todos, que tendrá que pagar las acciones al portador de quien colocó como candidato a presidente, quien fuera su primer director ejecutivo y presidente de la Argentina, pero que hoy solo le quedan unos meses hasta terminar su mandato y relegar la última porción de poder que le queda, el de la formalidad, el de la firma y el de daño.
Comentario: se rompió todo lo que quedaba en pie. Se delegó la conducción en un tercero que resuelva.
Momento 5: la pretensión de reelección.
Alberto, acorralado y con menos poder, fue indicado por todo el espectro K como el responsable del fracaso económico con una inflación del 100% y la desidia de un gobierno que no avanzó sobre la agenda que requería el país. El mismo presidente quien le declaró la guerra unos meses antes
No fue la pandemia, la economía o la reforma judicial. Fue un todo. Y en ese sentido recordaremos un gobierno que ha tenido muchas dificultades en tomar decisiones, trabajar en equipo o en conjunto, pero sobre todo un gobierno que no se ha colgado grandes medallas para consolidar una épica hacia 2023.
En este contexto, el intento de reelección de Alberto y su intención de sostener las PASO parecen fuera de toda lógica, más que la de negociar como un referente relevante dentro de Frente.
Por último, para el kirchnerismo el Frente de Todos es una creación de Cristina, por lo que, hacia las elecciones que vienen, debiera ser el mismo Frente, pero sin Alberto… quizá eso es lo que le intentan decir.
Comentario: se rompió la paciencia. La pareja ya actúa como rivales dentro de la misma casa.
Aclaración
Seguramente existan cientos de situaciones y otros momentos, sin embargo, elegimos solo 5 paradigmáticos por las consecuencias públicas, mediáticas y políticas que generaron.
Conclusiones
La “sociedad conyugal” no fue lo que prometió, pasó por varias etapas, el enamoramiento de campaña, los sinsabores del comienzo de la gestión, la defraudación mutua, la tensa calma, los reproches, las fracturas expuestas, los enojos personales, las alusiones cruzadas, las críticas subrepticias, los terceros que opinan del otro y, por último, la ignorancia entre sí.
Como en cualquier relación que se rompe, se buscaron culpables, hallar la más mínima provocación en el otro, demostrar los incumplimientos ajenos y minimizar los propios. Naturalizar errores propios y ser puntillosos en marcar los del otro.
Alberto y Cristina intentaron una relación de conveniencia que no fue positiva. Por el contexto, la herencia, la falta de trabajo en la relación, los criterios no establecidos previamente, etc.
Al final del camino, el mismo esquema de confrontación entre presidente y su vice, como Duhalde, Chacho o Cobos, pero con otras características… ¿Será como dicen? Que Argentina es ese país donde en 40 días cambia todo, pero que, en 40 años, todo sigue igual.
Lo de Alberto y Cristina es un caso aparte, complejo en su origen y complicado en su desarrollo, y con grandes diferencias entre ambos: Cristina esgrime poder, genera lealtad y pasión. También produce amores y odios. Alberto demuestra debilidad, torpeza y poca mística.
Aún falta un capítulo, el del cierre… el de 2023. Veremos cómo termina este matrimonio con final anunciado demasiadas veces.
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