Argentina, el ecosistema narco-criminal

Desde la consagración del narcotráfico en 2014 a la fecha, el delito federal, principal vertiente del crimen organizado y eficaz administrador de lavado de activos, solo tuvo constataciones

Guardar
El ataque a los tribunales
El ataque a los tribunales de Rosario, una clarísima señal de amenaza

El reconocimiento del proyecto de poder a fines del 2015, después de años de negación, tránsito y construcción de un estado de sensación, no fue suficiente. La estrategia reactiva llevaba décadas de fracaso continental, pero fue a la que se apostó, sumado al verso del reflotamiento de la droga enfriada. Verso que solo afianzó una lógica de pactos tácitos para abultar la estadística marihuanera.

La droga que ya estaba entre nosotros se constataba sin tiros. Sin muertos. Casi como la picardía infantil del juego de las escondidas, pero entre la maleza. Una forma de incautar tan sencilla que fue reproducida por la romántica Sabina y el verborrágico Aníbal. Patricia había propiciado una escenografía redituable en términos mediáticos.

Los narcotraficantes siempre observaron y estudiaron la fertilidad Argentina. Nunca a la altura de las circunstancias criminales. Con una preciosa geografía. Y con la fatal ausencia de políticas públicas para prevenir la creciente demanda. Así es, que con el paso del tiempo, se configuró un ecosistema criminal poderoso. Con etapas de implosión y explosión conforme a la región. En lo subterráneo como en la superficie, el negocio nunca dejó de funcionar. Se administró así mismo ante las circunstancias de la avanzada de Fuerzas Federales, que aunque sin estrategia, modificaban el paisaje. Algo que ya ni siquiera sucede.

Con métodos delictivos importados y bajo fusión, el ecosistema pudo solidificarse. Saberse y percibirse con certezas bajo las distintas miradas de las últimas cinco rifas ministeriales. Rifas brutales y fascinantes para un delito que lleva varias mutaciones y la comodidad de desarrollarse y desplazarse por un territorio nacional atravesado por la anomia.

Nos abordaron las células narco criminales de México, Colombia, Perú, Venezuela y Brasil. Coquetean con nosotros contundentes clicas del cártel de los Balcanes y la impronta Magrebí ya hace lo suyo en el NOA adormecido. Punto tripartito aún no estigmatizado

.Argentina se encuentra, bajo tales características, en la antesala de una nueva mutación delictiva. Con el narcotráfico en estado de certeza, los niveles de violencia criminal crecen en complejidad. Calcinaciones y mutilaciones ya tienen antecedentes con foco en el centro. También en Puerto Madryn, Chubut, donde comenzaron en el año 2018 los trabajos bárbaros y macabros con métodos importados de los cárteles mexicanos y colombianos. Una escalada de ajustes de cuentas entre organizaciones del narco que se trasladaron al bastión criminal de la Villa 31 en CABA. Y de forma pausada pero sostenida por toda la región centro. Cada mutación del delito estuvo acompañada por el deterioro del tejido social. Es que el delito se fortaleció en detrimento de la sociedad.

  • 2000 a 2007 tejido perforado.
  • 2007 a 2014 tejido quebrado.
  • 2014 a 2019 tejido desintegrado.
  • 2019 a la fecha tejido roto.

Años de un proceso voraz nunca encarado con calidad.

  • ‘80 alcohol y psicofármacos.
  • ‘90 el narco nos transitaba.
  • Fines ‘90/2000 estado embrionario narco criminal.
  • 2007/2010 la efedrina marca un punto de inflexión y ajuste criminal.
  • 2010/2022 consagración, constatación y mutaciones.

El ecosistema narcótico, de esta forma, fue una construcción de diversas esferas del poder. Su principal pilar: la anomia. Las mentirosas fronteras inteligentes y protegidas, sumado a las diversas ramas federales en donde la sensibilidad y la distracción permiten la libre circulación de las distintas expresiones del negocio.

El próximo Gobierno nacional asistirá a la dinámica de las redes 2.0 (los hijos de la droga y/o las nuevas generaciones del narcotráfico) potenciadas por el consumo de estupefacientes y por la pérdida de “códigos criminales” al interior del mismo universo. El narcotráfico al que se enfrentará la próxima administración, si es que se enfrenta, será completamente distinto al del 2015 y al del 2019. El derramamiento de sangre como método extorsivo es una de las prácticas ya observadas en los principales enclaves centrales: Rosario, Conurbano Bonaerense y Córdoba Capital.

El corrimiento de sangre por desplazamiento delictivo -frente a la falta de un programa nacional y de aparatos de algunas provincias- es un tic tac perverso. Se suma, al desastre que observan como espectadores y comentaristas, funcionarios nacionales, gobernadores y ministros de seguridad de las provincias de los enclaves mencionados, la configuración de nuevos enclaves, el ingreso de más comandos brasileños, la instalación acabada de los laboratorios sintéticos y la determinación criminal del narco magrebí y balcánico.

Entre 2015 y 2023, el narcotráfico sumará 2 mutaciones y una potencial que dependerá de lo que suceda en la región centro: 1) la lógica sangrienta que importaron los comandos brasileños con fusión local. 2) la lógica extorsiva que importó el Tren de Aragua (organización venezolana) con fusión local.

El espectro de la mutilación

El pronóstico, al cierre investigativo del año 2022, es malo. La proyección es negativa a 2 años con un tejido delictivo empoderado y una nueva generación rehén de la droga por consumo, y en medio de disputas que la exceden. Es que en Argentina, el trabajo de campo, es casi un concepto límite al que se le suma el armado de ministerios de seguridad con visión de club de amigos y no de especialistas para el trazado de una estructura de trabajo proactiva y con intención de licuar lo instalado.

Cierre proactivo

Dar por perdida la lucha contra el narcotráfico y apostar a la legalización, sin antes haber intentado dar el viraje proactivo, es cobardía y facilismo. Irresponsabilidad. Una manera distinta de entregarnos a la droga como potencial proyecto de muerte. Con otros modales y marcos, la entrega degradatoria es la misma. Tan denigrante como miserable. Solo quien se atreva a dar esa lucha, y si es que la misma fracasa, podrá plantear con autoridad un debate sobre drogas.

Mientras tanto, el ecosistema del narco crimen es lo que mejor funciona en el país de la incertidumbre que acunó el slogan santafesino, “paz y Orden”, para ofrendar al delito complejo.

* Este artículo se publicó en el blog de Laura Etcharren: https://soclauraetcharren.blogspot.com/

Seguir leyendo:

Guardar