A pesar del contexto que vive hoy el país nuestro sector está muy activo. El volumen de proyectos que se están ideando como así también aquellos que ya están en etapa de construcción indican que la actividad no está frenada sino en permanente dinamismo. El año fue bueno y el balance es positivo. El nivel de actividad de la construcción privada fue muy razonable y, a pesar de las dificultades de construir con tan alta inflación, las restricciones para importar y, sobre todo, la inestabilidad macroeconómica e incertidumbre política, hay perspectivas de crecimiento.
La Argentina presenta una gran oportunidad porque está históricamente muy barato y pareciera estar finalizando ese ciclo para comenzar a rebotar en los años por venir. El ladrillo siempre es un resguardo patrimonial y ahora más que nunca debido a la inflación de las “monedas duras” como el dólar.
Antes, ahorrar en dólares era muy conveniente pero hoy en día, esa moneda está perdiendo valor. En cambio, los activos reales, entre los cuales los ladrillos son los más importantes, resultan la mejor forma de resguardo de los patrimonios en todas partes del mundo.
Ello ha generado en los países desarrollados que los precios toquen niveles récord, mientras que en nuestro país están históricamente baratos.
En este marco, el régimen de incentivos que se ha prorrogado por un año que permite la normalización voluntaria de la tenencia de moneda nacional o extranjera en la medida que los fondos se apliquen exclusivamente a la construcción privada, plantea una oportunidad. Como opciones, hay desarrolladores de todo el país que tienen a disposición barrios cerrados y edificios en construcción que son aptos para comprar mediante este blanqueo. El 19 de noviembre terminó la primera etapa del blanqueo con un resultado bastante razonable. En la segunda etapa que se extiende del 20 de noviembre al 17 de febrero de 2023 el impuesto a pagar es del 10%; y del 18 de febrero y hasta el 16 de agosto ascenderá al 20 por ciento.
No obstante, hay que reconocer que construir en nuestro medio no es fácil, con una inflación tan alta y restricciones para importar. Sin embargo, estoy convencido que estamos atravesando un ciclo prometedor para hacerlo, que vale la pena aprovechar. Dicho todo esto, vale la pena construir ahora para vender cuando la macro mejore, cuando baje la inflación y cuando ganemos, como país, previsibilidad. Hoy el costo de edificar está históricamente muy barato y los precios también, pero subirán cuando mejore el contexto. Según lo que estamos viendo, todo indicaría que el año próximo la Argentina va a ir reacomodando sus principales variables macroeconómicas que todavía lucen un poco desordenadas, irá controlando la inflación y se irán aclarando las incertidumbres políticas de cara a las elecciones.
Es en este contexto tenemos un objetivo claro de cara al futuro: seguir acompañando a nuestro principal segmento de clientes, pero también esforzarnos al máximo para llegar a los estratos medios y medios bajos. Nos gustaría que se avance en la vuelta del crédito hipotecario accesible, aunque sea paulatinamente, y eso depende esencialmente de que baje la inflación.
Apostamos y somos positivos de cara al 2023, donde vamos a continuar con el compromiso de introducir mejores prácticas para avanzar en la construcción sustentable y en los proyectos que contemplen el triple impacto.
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