Maradona y Messi: en el país entramos todos

Son muy distintos, sin embargo han estado en la Selección nacional y son fruto de nuestro país, donde hay de todo y para todos

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Bandera con los rostros de Lionel Messi y Diego Maradona
Bandera con los rostros de Lionel Messi y Diego Maradona

Apartemos a los inadaptados de la noche de los festejos, un grupúsculo de borrachines y violentos que debieran ser raleados de la sociedad, el resto, la inmensa mayoría de los argentinos, los millones que estuvieron en las calles y los millones que disfrutaron desde sus casas y vivieron la jornada del retorno de los jugadores mundialistas como uno de los acontecimientos más emotivos de todos los tiempos es lo que corresponde valorar. Una explosión de alegría y esperanza. Dejo a los psicólogos sociales y a los sociólogos una interpretación más acabada de lo ocurrido.

La cita que utilizaré para introducirnos en el tema puede parecer altisonante y si se quiere pretenciosa, pero me viene a la memoria una discusión que en el siglo XIX mantuvieron dos de los más grandes pensadores argentinos: Sarmiento y Alberdi a propósito de la Organización Nacional, esto es la sanción de la Constitución de 1853. Estos dos hombres discutieron apasionadamente con quienes correspondía construir la Patria. Mientras Sarmiento le exigía a Urquiza derrocar a todos los gobernadores de provincia, como había hecho con Rosas, porque habían transitado los diecisiete años del déspota sin decir ni mu, Alberdi los defendía. Para Sarmiento eran la manifestación cultural de la barbarie. Alberdi, en desacuerdo, le decía al sanjuanino: “Con caudillos, con unitarios, con federales y con cuanto contiene y forma la desgraciada República, se debe proceder a la organización, sin excluir ni aún a los malos, porque también forman parte de la familia. Si establecéis la exclusión de ellos, la establecéis para todos, incluso para vosotros. Toda exclusión es división y anarquía.” (Carta Quillotana)

El lector ya puede darse cuenta hacia donde apunta esta nota. Y no me refiero a las extraordinarias virtudes futbolísticas de estos dos crack sino a cuestiones que la sociedad, especialmente los que tienen voz y posibilidades de expresarse públicamente, los constructores de opinión publicada, han hecho de ellos y de lo que representan culturalmente. En síntesis, lo que su personalidad devuelve a la sociedad, independientemente de su voluntad.

Son muy distintos, sin embargo han estado en la Selección nacional y son fruto de nuestro país, donde hay de todo y para todos.

Mientras Maradona fue la representación cultural de la desmesura, el caos, la falta de límites, la lengua filosa, la trampa y el engaño, el rápido ascenso y la vertiginosa caída, la droga, el alcohol, la irresponsabilidad acerca de sus seres queridos, los hijos que le fueron apareciendo sin la menor idea de su autoría, para finalmente reconocerlos. Insolente y torrencial. Altanero y jactancioso. Todo adosado a un enorme talento intelectual expresado con creatividad y viveza. Amor y odio, furia y calma. Vivía al filo del precipicio y finalmente cayó en él. Llegó a reconocer que si hubiera tenido otra conducta podría haberle dado mucho más al fútbol. Esta personalidad y esta cultura de vida encandiló a un sector político de la sociedad argentina y escandalizó a otros.

La izquierda y la progresía observaron en él atributos conductuales capaces de poner en crisis los valores de una sociedad burguesa más apegada a las leyes, las normas, las formas y los valores tradicionales. Fue el personaje ideal para poner en cuestión el orden establecido, sin discursos ni análisis medulosos.

Esto escapaba a la voluntad de Maradona, le importaba poco. Pero la izquierda, vacía ya de posibilidades ciertas, lo buscó y lo hizo suyo. Con él pretendían horadar el statu quo.

Así vivió y así murió. Por cierto fue un espejo en el cual se identificó un sector importante de la sociedad, más allá de la política: los que padecen, los que se caen, los que se levantan y vuelven a caer, los que sufren, los buscadores de posibilidades. Si se quiere el color de su piel fue la síntesis de este sube y baja social.

Messi es distinto. Podríamos decir que como cultura expresa el otro extremo. El apego a la familia de la cual nació y la que formó. Respetuoso, callado, disciplinado. Humilde, de perfil bajo, moderado Alejado del alcohol, la droga y la extravagancia. Respeta los valores de la sociedad capitalista en la cual vive, y la disfruta sin ningún tipo de culpa. Yate, avión privado, hoteles cinco estrellas, sin perder su esencia pueblerina y su calidad humana. Se abraza a sus hijos en la cancha, en fin el lector puede continuar sumando características que lo alejan de Maradona.

Sin embargo, las dos culturas abrazan a la Argentina y no hablo de política, que es una desgracia en la Argentina actual. Hablo de cultura que es mucho más profundo y decisivo.

Es esta Argentina variopinta la que debe convivir. De hecho lo hizo cuando los mundialistas volvieron a la Patria. En el mayor orden que millones de personas pueden lograr en los espacios públicos.

Dos formidables equívocos

El primero, ¡no podía faltar! Cuando no, ¡Cristina! Su desconocimiento absoluto de los fenómenos culturales la hace patética. Cuando Messi le dijo a un jugador holandés “qué mirás, bobo, anda pa allá”. ¡Frase inocente y pueblerina, si las hay! Ella se permitió la burrada de asociarla a la cultura maradoniana. ¡Un disparate! Todo lo que hace Cristina, en general mal, oculta una intencionalidad política equivocada: borrar la cultura que expresa Messi, tiñéndola de maradonismo. Messi y su frase tiene el aroma del interior del país. Las de Maradona el conurbano y la villa en la cual nació, sin la menor intención de despreciar esta última, atento a la famosa frase del General Artigas: naides más que naides.

Gravísimo error, el de Cristina, en la Argentina entramos todos, con las diferencias, no hay que cambiar a nadie. No hay que travestir hay que convivir. Como decía Alberdi.

Los otros paparulos fueron dos periodistas, naturalmente kirchneristas y de izquierda, que no querían dejarle a la derecha cultural la figura de Messi. Imposible sacarla de allí. La cultura no se cambia. Entonces su compañero de programa habló de desclasados pues han perdido sus raíces, sus orígenes. Revelando el inmovilismo del pensamiento de izquierda. Todo tiene que quedar como era entonces. Son retro.

Finalmente quien puso cordura en esta sucesión de mediocridades fue Messi. Desde su cultura deportiva fue claro: “Esta Copa que conseguimos es también de todos los que no la lograron en los anteriores mundiales…También es del Diego que nos alentó desde el cielo.”

La Argentina se hace con todos sin pretender cambiar la cultura cotidiana que nos hace diferentes y originales. El desafío es la convivencia. Lo único censurable es la violación de la Ley.

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