En medio de este clima de Mundial Qatar 2022 me atreví a pensar y escribir sobre la magistral lección que nos está dando nuestra Selección Nacional de Futbol, y de la que debiéramos aprender como sociedad argentina. Al contemplar este grupo humano de profesionales deportivos me pareció ver a una Argentina al revés de la que observamos a diario. Desde hace largo tiempo hablamos de una Nación “agrietada”, pero además nos encontramos con una sociedad “fracturada”, desunida. La angustia y la desesperanza es una marca que a toda costa pareciera querer dejar sus cicatrices. Todo lo contrario a lo que desde Qatar este grupo de futbolistas argentinos nos demuestra con su fuerza, garra y patriotismo. Da mucha pena escuchar en estos días el audio de una madre que le pide a la directora del colegio donde concurre su hijo de Jardín de Infantes en sala de 3 años, para que no le enseñen ni le hablen del respeto a los símbolos patrios, porque eso es “militarización”, lo cual a ella le parece inaceptable. ¿Qué nos pasa? Observemos como antes de iniciar a rodar la pelota, nuestra selección canta el Himno, y luego de marcar un gol o finalizar el partido, ellos besan la camiseta con los colores de la bandera azul y blanca. El ser humano necesita una patria para vivir. Sin ella y sin sus símbolos, no hay identidad, sino desamparo. Hay un equipo consolidado y fuerte; un Capitán que inspira y alienta; un Director Técnico en el que sobresale el respeto por el trabajo, el discurso sensato y prudente, junto a la admiración unificadora al trabajar con talentosos y destacados futbolistas a nivel mundial. En cada conferencia de prensa su palabra es precisa y modesta, sin exacerbamientos ni desmerecimiento del adversario. Me venía en mente la enseñanza del Libro de los Proverbios 17,27-28: “El que es inteligente mide sus palabras; el que es prudente mantiene la calma”, junto a la sabia expresión de Pitágoras: “Mide tus deseos, pesa tus opiniones, cuenta tus palabras”.
Aquí hay un admirable trabajo en equipo, que es distinto al trabajo de grupo. El trabajo en equipo surge de la necesidad de mejorar rendimientos, actitudes y la lealtad del grupo de trabajo, y esto ocurre cuando un grupo de personas tratan de cooperar, utilizando sus habilidades individuales y aportando retroalimentación constructiva, más allá de cualquier conflicto que a nivel personal pudiera haber entre los individuos. El trabajo en equipo fomenta un sentido de lealtad, seguridad y autoestima que satisface las necesidades individuales de los integrantes, valorando su pertenencia, esforzándose por mantener relaciones positivas dentro y fuera del equipo. Se transforma en un nuevo estilo de vida que involucra a los demás compañeros de trabajo e incluso a la familia. Crece la sinergia porque al trabajar juntos se obtienen mejores resultados que con el trabajo individual.
En cambio, al trabajar en grupo, las personas se reúnen para realizar un determinado proyecto; importa el fin, más no el proceso. Se reparten tareas y existe muy poca o nula participación en la toma de decisiones colectivas. Al no estar involucrados con la planificación del o los objetivos, las personas que trabajan en grupo y no en equipo se centran primordialmente en sí mismos. Prima el “yo”. No se comprende el rol que cumple cada uno en el desarrollo del objetivo final. Suele ocurrir que si las metas personales son incompatibles con las del equipo, se reduce la cooperación, y se disminuye la participación.
Por último quisiera destacar cinco cualidades de Lionel Messi. 1) Tu pasado no define tu futuro. Él venía de una familia humilde de Rosario y sufría de problemas de hormona de crecimiento, que lo hacían mucho más pequeño que el resto de los niños. En estas condiciones Messi jamás hubiera tenido siquiera posibilidad de competir con futbolistas de su edad, mucho menos llegar a convertirse en un genio del fútbol. No es cierto que solo ciertas personas tienen las habilidades para lograr cosas extraordinarias o que tu destino está sentenciado por dónde naciste o de dónde vienes. Cada uno decide cómo quiere que sea su vida. 2) La perseverancia es la marca de los campeones. No importa cuántas veces te caes, sino cuántas veces te levantas y sigues adelante. Al final no se trata de ganar siempre, se trata de no darse por vencido “nunca”. 3) Las críticas te hacen más fuerte. Hasta él, que es el mejor jugador del mundo, recibe objeciones despectivas como ocurrió en estos días. Pero él sabe muy bien que las críticas te ayudan a superar tus debilidades si estás realmente comprometido con tus metas. 4) Nunca es demasiado tarde. Messi tiene 35 años. A esa edad la mayoría de los futbolistas han dejado de perseguir sus sueños. Pero no él. Ha peleado por la Copa América con todas sus fuerzas y ahora tiene fija su mirada en el partido de mañana. Nunca es demasiado tarde para luchar por lo que realmente importa, solo necesitas mantener vivo el fuego interior que levanta tu espíritu en los momentos más difíciles para motivarte a luchar por lo que parece imposible. 5) No puedes hacerlo solo. Cuando ganan un partido, celebra con sus compañeros un triunfo que es de todos, porque sabe muy bien que nada de lo que ha logrado hubiera sido posible sin el equipo que lo acompaña. La humildad es un signo de fortaleza, no de debilidad. Nadie triunfa en la vida por sí solo y aquellos que lo intentan siempre terminan perdiendo ante buenos equipos.
Es de esperar que todos los argentinos aprendamos las enseñanzas de esta Selección, y recordemos lo que señalaba el director de orquesta argentino-israelí Daniel Barenboim al recibir el Premio Príncipe de Asturias 2002: “En una sociedad hay que comportarse como en una orquesta, donde lo importante es escuchar al otro y no querer tocar más fuerte”.