Muchos gobiernos restan relevancia a la coordinación del intercambio comercial con el resto del mundo y priorizan las particularidades de “vivir con lo nuestro”, con una mirada acotada de las necesidades individuales. Se trata de una grieta que desconoce las ventajas de atender las escaseces propias y ajenas simultáneamente.
Una distonía similar sería apostar en la competencia futbolística a valerse sólo de la pierna menos hábil, en lugar de resolver todos los faltantes conjuntamente, se conceden ventajas particulares para partidarios, aún empobreciendo al todo.
La corrupción impone costos, explican Transparencia Internacional TI y mis columnas en Infobae. La Argentina está en el puesto 95 entre los 180 países percibidos como los más corruptos del planeta.
Faltan dólares simplemente porque los gobiernos desalientan expandir las ofertas e ingresos. Fomentan empleos, ocupaciones menos demandadas; castigan la provisión de divisas con impuestos excesivos, tratamientos diferenciales, aduciendo contener costos al consumidor. Prefieren erigir obstáculos, controles discrecionales, pergeñados por funcionarios en contra de particulares, en lugar atender escaseces conjuntas, como enseña la teoría económica.
Muchos gobiernos en la Argentina orientaron actividades particulares con preferencia a la macroeconomía. Desconfiaron de los empresarios y su poder económico.
Oxímoron
Hace casi un siglo el país se convirtió en la patria del oxímoron.
MULC es el Mercado Único y Libre de Cambios, plagado de restricciones y cotizaciones arbitrarias.
El recordado IAPI, Instituto Argentina Para el Intercambio paralizó el comercio demasiado tiempo.
La “nacionalización” de los depósitos bancarios conspiró contra el desarrollo financiero.
La estatización de las AFJP ahuyentó los capitales que sostendrían el poder adquisitivo de las jubilaciones y evitarían la explosión de privilegios.
Para atender el Presupuesto nacional se corrompió a la moneda y a la Constitución.
Los servicios públicos estatizados desatienden a la gente, favoreciendo a los gremios sectoriales; mientras allegados políticos consiguen patrimonios cuantiosos.
Hasta los mismos funcionarios del Estado conspiran contra las instituciones y los poderes públicos.
Porque desconfían de los empresarios, los gobiernos argentinos imponen controles de cambio, trabas e impuestos distorsivos
Porque desconfían de los empresarios, los gobiernos argentinos imponen controles de cambio, trabas e impuestos distorsivos. Efectúan gastos, inversiones, créditos, contrarios a los demandados. Exceso de gastos y remuneraciones en el Estado y sectores favorecidos.
La brecha entre los deseos concretos de la gente y los gastos estatales excesivos genera la escasez de dólares, pues la población compra, vende, bienes, activos, base monetaria, monedas extranjeras, que desea a quien los suministre, en las condiciones, precios, disponibles. Consecuencia: las decisiones del Estado requieren fondos, impuestos, para afrontar gastos diferentes de los deseados por la gente. De lo contrario, la población no convalidaría el financiamiento deseado por los funcionarios y los volcaría a divisas y activos.
“La falta de dólares” requiere programas y financiamientos validados por la población. Eliminar regulaciones distorsivas que entorpecen producciones valiosas. Aceptando que los gastos los realicen los particulares que mejor puedan satisfacer las necesidades individuales. Acordando los fondos para equilibrar las cuentas.
Los exportadores exportarían más si consiguiesen mejores condiciones. Que los gobernantes podrían conceder reduciendo trabas redundantes, derechos comerciales, diferencias cambiarias. Si bien los mayores precios cobrados por los exportadores elevarían los precios internos, las menores vallas comerciales a importaciones también disminuirían costos. Ambos movimientos liberadores del comercio impulsarían las producciones y la ocupación productiva en el país.
La debilidad de los derechos de propiedad es otro aliciente a la salida de capitales y la falta de divisas.
La debilidad de los derechos de propiedad es otro aliciente a la salida de capitales y la falta de divisas
En efecto, la “falta de dólares” señala desatención a las demandas de la comunidad. Una falla de la política, que debiera velar por los intereses individuales del conjunto. El sistema institucional es el encargado de resolver esos conflictos entre oferentes y demandantes.
Las naciones que más prosperan no sufren escasez de dólares porque atienden las necesidades individuales. Incluso en el vecindario sudamericano, los países no sufren escasez de dólares; pueden comprarlos en condiciones estables. En la Argentina, la volatilidad de tipos de cambio y condiciones impuestas agudiza las visiones conflictivas.
Justicia de las reglas que rigen las actividades nutren los ingresos y bienestar de las naciones dinámicas. Justicia no es la sostenida por una facción conflictiva, significa normas iguales para todos los residentes, acordadas reconociendo sus intereses diferentes. Consensos generales propios de las repúblicas democráticas.
¿Cómo no van a faltar dólares si se subsidian actividades preferidas por los funcionarios, con dólares más baratos que los disponibles para la gente de a pie y castigan con derechos de exportación, trabas cambiarias y otras a quienes pueden exportar y generar actividades productivas? ¡No sorprende que la pobreza aumente!
¿Cómo no van a faltar dólares si se subsidian actividades preferidas por los funcionarios, con dólares más baratos que los disponibles y se establecen derechos para exportar
En los últimos 40 años, el PBI promedio de cada habitante cayó a la mitad, en dólares de igual poder adquisitivo. En el continente, sólo Venezuela declinó más. Si no se cambian las regulaciones y se eliminan los tipos de cambios múltiples, la economía del país seguirá cuesta abajo en la rodada, y la pobreza en sostenido crecimiento.
La Argentina fue el sexto país más rico del planeta cuando regía la Constitución de 1853/60, que garantizaba la igualdad de reglas. Y continuó atrayendo inmigrantes y capitales durante décadas.
La soberbia de muchos dirigentes concesionó privilegios a sectores otorgando ingresos superiores al costo de oportunidad. La consecuencia es que los sectores castigados empobrecieron mucho más. En conjunto, los argentinos perdieron.
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