Del 7 al 19 de diciembre se realiza en Montreal la Conferencia sobre Diversidad Biológica de la ONU (COP15) que convoca a gobiernos de todo el mundo para acordar un nuevo marco mundial para la conservación de la diversidad biológica posterior a 2020.
En tiempos de atención líquida e intensidades sociales más atentas al Mundial de Qatar que a una (otra) soporífera cumbre internacional, cabe preguntarse por qué nos debería importar lo que se discuta en Canadá. Habría varias respuestas, algunas bien intencionadas y vinculadas a la corrección política que podrían fundamentarse en nuestro futuro común, el porvenir de la Humanidad, el legado para las próximas generaciones. Pero nada de esto parece conmover mucho a nadie. Al menos no en los tiempos que corren.
Sin embargo, para la Argentina, existen otros argumentos que, si bien pueden no resultar atractivos para las grandes audiencias, deberían serlo, al menos, para nuestra clase dirigente, la que está o la que venga, da lo mismo. Lo importante sería tratar de que, quienes conducen o aspiran a conducir los destinos del país en las próximas décadas, entiendan que la Argentina tiene una serie de oportunidades que, como nunca, la están poniendo, junto con otros países de América Latina, en el centro de la discusión global y que, contrariamente a lo que muchos creen, conservar -proteger, cuidar- no es impedir el desarrollo sino todo lo contrario. Es decir, proteger y valorizar nuestro capital natural es el mejor camino para un desarrollo sustentable, limpio y, por sobre todo, (y acá viene la palabrita mágica) rentable.
Las Naciones Unidas dicen que a pesar de los esfuerzos en curso, la biodiversidad se está deteriorando en todo el planeta y se prevé que esta degradación empeore si no se toman medidas audaces. Y justamente, la audacia podría ser el camino que la Argentina debería animarse a transitar.
Argentina y su potencial de biodiversidad
La “Red de Seguridad Global” GSN (Global Safety Net, en inglés) es el primer análisis mundial con una resolución de 1 km, que presenta un método para establecer objetivos de superficie a proteger con fundamento científico en apoyo del Marco de Biodiversidad Global Post 2020. El plan, publicado, en Science Advances (Dinerstein et al, 2020), se basa en el relevamiento de áreas protegidas terrestres existentes que suman un total del 15,1% del globo y compila múltiples conjuntos de datos establecidos en cinco capas de áreas actualmente desprotegidas, que, a su vez, se dividen en las siguientes categorías: sitios de especies raras, áreas de alta biodiversidad, grandes paisajes de mamíferos, áreas silvestres intactas y áreas adicionales de estabilización del clima.
A nivel mundial, el análisis indica que el 50,4% de la Tierra existente es esencial para la conservación de la biodiversidad y que la preservación de servicios ecosistémicos es clave, así como el almacenamiento de carbono y el suministro de agua. El análisis también establece que el 35% de esas tierras están gestionadas territorialmente por pueblos indígenas.
Desde Banco de Bosques hemos realizado un análisis específico para la Argentina, basado en el potencial de recuperación de nuestra biodiversidad, con base en los datos de la investigación global. En resumen, se pueden sacar tres conclusiones importantes:
1 - El 15% de la superficie continental argentina es de particular importancia para la biodiversidad y otro 27% de particular importancia para los servicios ecosistémicos adicionales, lo que da un total de 42% de la superficie terrestre del país.
2 - Aproximadamente el 20% de la superficie biodiversa de la Argentina está protegida en la actualidad. Una prioridad urgente sería la protección de áreas de extrema importancia para la preservación de especies raras o en peligro de extinción, esto es 4.3% del país (ver áreas rosadas).
3 - En el mapa puede observarse una gran extensión de áreas silvestres intactas y áreas de estabilización climática (colores azul claro). La conservación de estas áreas podría contribuir a los compromisos del país en virtud del Acuerdo Climático de París. Se estima que el área GSN total de la Argentina almacena 15,2 mil millones de toneladas de carbono.
A partir de estos datos -que son aportes novedosos y valiosos- la Argentina está en condiciones de, por un lado, comprometer metas de conservación ambiciosas y consistentes (lo que da lugar también a reclamar contraprestaciones, compensaciones y fondos de apoyo y fomento) y, por el otro, a acompañar a otros países y a otras organizaciones en exigir a los países desarrollados, contaminadores históricos y responsables de la degradación ambiental global, que aumenten sus aportes a la protección de la biodiversidad vital.
Los datos expuestos demuestran que la Argentina ya protege -de una u otra forma y sin entrar a priori en la válida discusión sobre la efectividad de implementación- casi un 30 por ciento de su superficie continental. La información nos coloca en un lugar privilegiado en el marco de las conversaciones que deberán dirimirse en la COP 15. Algunos países sostienen la fórmula conocida como 30x30 que supone un compromiso global de conservación del 30 por ciento del Planeta para 2030. Nosotros creemos que por una vez tenemos que ganarle de mano a la degradación, porque hoy ya sabemos que no es suficiente. No volvamos a tener esta discusión a futuro para hablar del 50%. Hagámoslo hoy. La Argentina debe seguir la evidencia científica más reciente -que incluye recomendaciones del panel de expertos que asesora a las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático- y reclamar que se conserve entre el 30 por ciento y el 50 por ciento de la superficie de la Tierra para 2030. Argentina tiene lo que hay que tener para ganarle a la extinción y plantarse como un líder global de biodiversidad. Entonces, por qué no exigir más y pedir más y reclamar fondos para sostener nuestros niveles de conservación -que ya le ofrecemos gratis a los países contaminadores- y alzar la voz y poner en la balanza cuánto vale lo que tenemos, lo que hacemos y lo que podríamos hacer. Como decíamos al principio, la Argentina podría liderar y conducir una conversación mundial, tiene fundamentos y antecedentes que la respaldan. Habrá que ver si quienes nos representan quieren ganar el partido dentro de los 90 minutos o se conforman con ir a los penales, arriesgando más extinción y más calentamiento global en el camino.
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