Luego de dos ciclos lectivos atípicos (2020 y 2021) Argentina pudo volver a tener un año educativo de una relativa normalidad. Utilizo este adjetivo, ya que desde hace muchos ciclos escolares nuestro país, más allá del esfuerzo de las escuelas, familias y estudiantes, no puede cumplir con lo que estipula la Ley de Educación Nacional que marca la obligatoriedad escolar en todo el país desde la edad de cinco años hasta la finalización del nivel de la Educación Secundaria. En nuestro país, y esto hay que repetirlo hasta que se vuelva inadmisible, 7 de cada 10 jóvenes que viven en contextos vulnerables no logran terminar la escuela secundaria dentro de la educación común.
Las causas del abandono escolar son múltiples, en su mayoría están asociadas a su origen y se observan a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional: el ingreso temprano al mercado laboral informal, la maternidad y paternidad adolescente, las tareas de cuidado de familiares y una pérdida de sentido de los jóvenes hacia el formato actual de la institución educativa. En definitiva, las causas son económicas y emocionales. 6 de cada 10 niñas, niños y adolescentes viven en condiciones de pobreza, esto se retroalimenta con la dificultad del sistema educativo para interpretar los intereses y preocupaciones de los jóvenes. Fomentando escenarios de desconexión y desvinculación de los jóvenes como estudiantes.
Sobre esta problemática trabajamos día a día desde Cimientos para revertirla. Nuestra experiencia de más de 25 años trabajando a favor de la equidad educativa mediante programas que favorecen la terminalidad educativa, la inserción laboral y/o la continuidad en estudios superiores nos demuestra que este complejo problema se debe abordar a través de múltiples dimensiones y en simultáneo. La ayuda económica, mediante una beca, es una ayuda importante para que las familias puedan afrontar los gastos asociados a la educación y que el costo de oportunidad sea menor, pero lo que marca la diferencia es el acompañamiento personalizado que se lleva adelante a través de un tutor que se reúne periódicamente con los estudiantes y sus familias para trabajar en el desarrollo de habilidades socioemocionales tales como responsabilidad, autonomía, planificación, organización del tiempo y toma de decisiones, que impactan de manera directa en la trayectoria escolar y en el objetivo final que es la obtención del título secundario.
Los resultados de esta metodología están a la vista cuando vemos que los estudiantes acompañados por Cimientos aumentan en un 47% sus oportunidades de egreso efectivo en tiempo y forma. Y también se observan cuando se analiza el primer año post escolar de los jóvenes: el 80% de quienes egresaron en el 2021 acompañados por Cimientos hoy están estudiando y/o trabajando. En otras palabras, una amplia mayoría logra la construcción de un proyecto de vida con autonomía y en libertad. Cimientos es un actor relevante en sus vidas que los mismos jóvenes reconocen: el 89% de los egresados afirman que la organización les brindó las herramientas para definirlo y concretarlo.
Cimientos hace un aporte significativo en una población que presenta preocupantes índices sociolaborales y esto lo hace gracias al trabajo mancomunado con el sector público, privado, la sociedad civil y la cooperación internacional. La articulación de todos los actores se vuelve indispensable para poder afrontar los desafíos educativos, sociales y laborales de los jóvenes que habitan nuestro país. Esta es una tarea urgente, ya que como ha sido anteriormente descrito, es imposible pensar un desarrollo sustentable sin un trabajo coordinado de todos los actores que logre que los jóvenes le encuentren un sentido a la escuela, puedan tener una trayectoria educativa significativa y una vez egresados tengan oportunidades para construir su propio proyecto de vida.
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