El suelo que pisamos y nos da de comer

A medida del avance de la deforestación y degradación de los bosques nativos, disminuye cada vez más la fertilidad de los suelos en la Argentina

Imagen de archivo. El suelo seco y partido de la laguna de Axochiapan (MARGARITO PÉREZ RETANA /CUARTOSCURO.COM)

Es innegable que los suelos del mundo presentan serios niveles de erosión. La pérdida de nutrientes es uno de los principales procesos de degradación que pone en riesgo la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.

Según un estudio del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (PROSA) del 2019, el 36% del suelo argentino sufre procesos de erosión, lo que equivale a 100 millones de hectáreas distribuidas en áreas agrícolas de la región húmeda y subhúmeda.

En Uruguay, las cifras del informe GEO sobre estado y perspectivas del ambiente publicado en 2009, indicaban que un 30% del territorio sufría algún grado de degradación y un 3% mostraba una degradación severa o muy severa, principalmente debido a los cultivos (87%) y al sobrepastoreo (12%).

En la medida que avanza la deforestación y degradación de los bosques nativos, la susceptibilidad a la erosión de los suelos se incrementa y disminuye la fertilidad de estos, y en el caso de los bosques deforestados o degradados, dificulta su restauración.

Cada 5 de diciembre se conmemora el Día Mundial del Suelo. Este año el lema es “Los suelos: origen de los alimentos”, y se apunta a tomar conciencia sobre la importancia de hacer un manejo sostenible de este recurso, y de mantener ecosistemas sanos y el bienestar humano, para lograr una producción, nutrición y dietas óptimas.

Esta fecha también es una oportunidad para mostrar acciones como las que se realizan en el marco del proyecto educativo “Así son los suelos de mi país” impulsado por los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), y el cual recibe apoyo técnico de la FAO, del INTA y de la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo (AACS).

Es importante impulsar proyectos de esta naturaleza porque invitan a la comunidad educativa a involucrarse en la conservación de los suelos, y a investigar sobre el cuidado de los recursos naturales.

En línea con el cuidado de la biodiversidad, en mayo de este año comenzó formalmente en Argentina un proyecto donde la FAO presta colaboración técnica y al cual adhirieron las 23 provincias argentinas: el de Pago Basado en Resultados de REDD+. Este proyecto se preparó luego de que Argentina redujera la emisión de gases de efecto invernadero, en más de 165 millones de toneladas de CO2 equivalente, al evitar la deforestación durante el período 2014-2016, en las regiones del Parque Chaqueño, la Selva Tucumano Boliviana, el Espinal y la Selva Misionera.

El proyecto que es liderado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS), durará 6 años y cuenta con el financiamiento del Fondo Verde para el Clima (FVC), que entregó al país 82 millones de dólares, no reembolsables, en calidad de pago. Es el primer proyecto aprobado por el FVC para el país en el sector de uso de la tierra, y busca fortalecer la Ley 26.331 para lograr un manejo sostenible de bosques nativos, aumentar las reservas de carbono y reducir las emisiones derivadas de la deforestación y degradación forestal.

FOTO DE ARCHIVO: Una vista aérea muestra una parcela deforestada de la selva amazónica en Manaos, estado de Amazonas (REUTERS/Bruno Kelly/Archivo)

Hay aquí un enorme trabajo de más de 10 años. Los bosques nativos son un factor de desarrollo, arraigo y empleo rural; y por ello, genera tanta satisfacción el hecho de poder implementar un proyecto de esta magnitud y complejidad, que manifiesta el esfuerzo que hizo la Argentina en su política de reducir su tasa de deforestación.

En Uruguay, la FAO también impulsa el manejo sostenible y conservación del suelo y considera esencial estudiar, evaluar y monitorear su estado en condiciones reales e incluir a los usuarios en el proceso. Por ejemplo, el proyecto Ganadería y Clima recopila datos clave sobre resultados de los cambios en el manejo de pasturas y la recuperación de suelos degradados; y el proyecto Plaguicidas, liderado por el Ministerio de Ambiente, que contribuye a reducir la degradación del suelo causada por el uso inadecuado de plaguicidas e impulsa alternativas al uso de estos. A menor escala, el proyecto Conciencia Agropecuaria, ejecutado en cooperación con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, trabaja con el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable y la Asociación Rural de Soriano, para analizar la calidad del suelo en predios agrícola-ganaderos, estudiando la relación entre microorganismos, materia orgánica y minerales.

A su vez, es importante señalar que la FAO impulsa la Alianza Mundial por el Suelo (GSP, por sus siglas en inglés), establecida en 2012 con la misión de posicionar en la Agenda Global, la importancia de la gestión sostenible de los suelos para garantizar la seguridad alimentaria y la adaptación y mitigación al cambio climático.

Durante la 10a Asamblea Plenaria de esta alianza celebrada en mayo pasado, la FAO reveló en un mapa que Argentina es el cuarto reservorio de suelos negros con 39.7 millones de hectáreas totales. Estos suelos concentran mayores niveles de materia orgánica y por ende es importante monitorearlos, dado que son esenciales para contribuir a la seguridad alimentaria y a la acción climática por su potencial de secuestro de carbono. Por su parte, Uruguay aplica, desde 2013, una política pública reconocida a nivel internacional que implica que los agricultores presenten Planes de uso y Manejo del suelo y practiquen la rotación de cultivos, una herramienta destacable a la hora de prevenir la degradación de este recurso natural. Además, por ley, los dueños de la tierra son responsables de su cuidado y deben responder por el eventual mal uso que puedan hacer las personas que la arriendan.

Los suelos son esenciales para la vida en la Tierra; el 95% de los alimentos que consumimos proceden directa o indirectamente de nuestros suelos. A su vez, su calidad está directamente relacionada con la calidad y la cantidad de alimentos. Es importante que las sociedades estén informadas y contribuyan a mejorar la salud de este recurso, porque, en definitiva, suelos sanos garantizan alimentos saludables.

*El autor es ingeniero forestal y representante ad interim de FAO Argentina y Uruguay

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