No es una novedad que los países de América Latina y el Caribe están inmersos en una profunda crisis de aprendizajes que se manifiesta en que niños, niñas y adolescentes en la región no están aprendiendo lo mínimo y necesario para enfrentar los desafíos que el siglo XXI plantea. La persistencia de esta crisis es más llamativa si tenemos en cuenta que, durante las últimas dos décadas, muchos gobiernos en la región aplicaron una serie de recomendaciones “canónicas” dirigidas a mejorar la calidad de los aprendizajes estudiantiles, entre las que figuran, por ejemplo, actualizar los planes de estudio, establecer sistemas de evaluación de los aprendizajes, mejorar el desempeño docente, e integrar la tecnología en los procesos educativos.
Es cierto que, en 2020 y 2021, la región sufrió la pandemia de COVID-19, a consecuencia de la cual la mayoría de los países cerraron las escuelas y pasaron a modalidades a distancia, lo que funcionó particularmente mal con las personas de menores recursos socioeconómicos. Pero tenemos evidencia, a partir de las pruebas de la UNESCO y de la OCDE, de que los niveles de aprendizajes estudiantiles ya se habían estancado en 2019, y que, por lo tanto, la crisis de aprendizajes precede a la pandemia, y probablemente se agudizó con esta. En principio, las políticas educativas aplicadas en las últimas dos décadas apuntaban, justamente, a resolver estos problemas, pero es evidente que no lo lograron.
El reto, entonces, es claro: si queremos que se cumpla en cada persona el derecho a tener una educación de calidad, necesitamos cambiar la estrategia. ¿Pero cómo se puede resolver la crisis de los aprendizajes?
Esta fue la consigna de la sexta edición del Foro Regional de Política Educativa, convocada por el Instituto Internacional de Planeamiento de la UNESCO en octubre de este año. Durante tres días, más de 400 personas –incluyendo autoridades de ministerios de educación de 29 países de la región, técnicos de alto nivel, supervisores educativos y directores de escuelas, expertos de universidades y centros de investigación, funcionarios de organismos internacionales, y actores de la sociedad civil– se reunieron virtualmente en un espacio de diálogo, consulta y reflexión para preguntarse cómo cerrar la brecha entre la política prescrita y la política implementada. Esta reunión, además, constituyó el primer espacio para hacer un seguimiento en ALC de las conclusiones alcanzadas en la Cumbre sobre la Transformación de la Educación realizada en Nueva York en septiembre de este año.
A continuación, resumo las principales conclusiones a las que llegaron los participantes del Foro Regional, quienes hicieron una revisión retrospectiva de algunas de las principales políticas educativas aplicadas en la región en las últimas dos décadas, con la intención de preguntarse qué errores se cometieron y cuáles pueden ser las lecciones aprendidas que ayuden a identificar recomendaciones para superar la actual crisis de aprendizajes.
1. Ya se sabe que las políticas educativas que apuntan a la mejora de los aprendizajes suelen requerir de tiempo para tener efecto. Pero para que las políticas sean mínimamente sostenibles y estén más allá de los vaivenes de los gobiernos de turno, necesitan haber logrado un cierto nivel de legitimidad social. En ese sentido, una conclusión del Foro Regional es que los países deben generar diálogos ciudadanos inclusivos que busquen identificar consensos con relación a los propósitos de la educación y a las políticas públicas para conseguir dichos propósitos. Al mismo tiempo, deben apuntar a la construcción de alianzas y de consensos sociales que incluyan al mayor número posible de ciudadanos, de grupos sociales y de organizaciones de la sociedad civil. Estos procesos permitirán generar políticas educativas más legítimas y perdurables, y, por lo tanto, con más probabilidades de tener éxito, ya que aquellas que no pasan por las pruebas de la legitimidad son las primeras en ser revertidas o desactivadas cuando hay un cambio de gobierno. Por lo anterior, es necesario que la educación sea una prioridad de todas las personas de una sociedad y de manera sostenida en el tiempo, como políticas educativas de Estado y no solo de gobierno. De allí que para hacer de la educación una prioridad, es indispensable que la sociedad entera haga suyo el reto educativo.
2. Se concluyó también que muchas de las deficiencias en los aprendizajes, especialmente aquellas asociadas a condiciones de marginalidad o de pobreza extrema, no pueden resolverse únicamente con políticas educativas, sino que necesitan ir acompañadas por políticas sociales complementarias. Por lo tanto, es necesario que se logre una coordinación transversal entre las políticas educativas y las políticas sociales, ya que, si bien es cierto que la educación es una herramienta clave a la hora de disminuir la desigualdad social y educativa estructural, también es verdad que los problemas de la educación no se pueden resolver solo mediante los ministerios de educación. Para lograr esto se requiere inevitablemente que la inversión del Estado sea suficiente, ya que a menudo las políticas educativas están técnicamente bien diseñadas, pero no se las dota del financiamiento necesario, lo cual es una manera de condenarlas prematuramente al fracaso.
3. Otra conclusión del Foro Regional fue que, para cerrar la brecha existente entre la política planificada y la política implementada, es necesario pensar en las políticas educativas de manera longitudinal y, para ello, es necesario garantizar la articulación entre el centro y la periferia de los sistemas educativos. Esto significa que cada eslabón de la cadena de la implementación debe contribuir al cumplimiento de lo planificado, pero también dar retroalimentación, en un proceso iterativo de identificar y corregir errores. Para lograr esto, es crucial contar con el apoyo de los funcionarios del sistema educativo que se encuentran entre los ministerios de educación y los docentes, conocido como el “nivel medio” de los sistemas educativos, en el que se incluyen desde autoridades y técnicos de las oficinas en el territorio hasta supervisores y directores de establecimientos escolares. Esta articulación requiere el desarrollo de capacidades profesionales en todos los actores mencionados, y una dinámica que integre las dinámicas top-down, que van del centro a la periferia con dinámicas bottom-up, que regresan de la periferia al centro, porque es muy difícil implementar políticas educativas efectivas y sostenibles si los actores no se apropian de ellas, y a la vez esto no es posible si al formularlas no se toman en cuenta las percepciones de los actores y la cultura de las instituciones.
Superar la actual crisis de aprendizajes nos exige re-imaginar la educación, pero, como vemos, no es necesario partir desde cero: la experiencia nos aporta lecciones valiosas y nos señala los desafíos por enfrentar. El momento es ahora, no hay tiempo que perder.
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