El despertar de la educación en Santa Fe

Lo que parecían solo medidas demagógicas, pero transitorias, se cristalizaron en la Circular 4/2022, donde se suprimen las mesas de exámenes y se cambia de raíz el diseño curricular de la escuela secundaria, el régimen de asistencia, promoción y acreditación

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La política educativa en Santa
La política educativa en Santa Fe ha demostrado que el derecho a aprender de los estudiantes está muy por debajo de las necesidades de la agenda política

Mientras el Mundial duerme las conciencias, los educadores santafesinos estamos atravesando una pequeña revolución que culmina el proceso iniciado durante la pandemia por el Ministerio de Educación de Santa Fe.

Desde esta columna, lo manifestamos en varias notas a lo largo del año (El fin de la repitencia: el incentivo equivocado; Los días robados; Brevísima destrucción de la educación; La Bandera, el mérito y la juventud piquetera; Recuperar la escuela que enseña), y lo que parecían solo medidas demagógicas, pero transitorias, se cristalizaron en la Circular 4/2022, donde se suprimen las mesas de exámenes y se cambia de raíz el diseño curricular de la escuela secundaria, el régimen de asistencia, promoción y acreditación. Todo a pocos días del cierre del curso lectivo y a contrapelo del Calendario escolar establecido y de las disposiciones que de hecho violó la resolución: el Decreto 181/09 y el Diseño Curricular Provincial de 2014, ambos en vigencia.

La reacción ante esta medida inconsulta surgió desde todos los sectores de la educación de la provincia, porque en la práctica ya lleva tres años de parcial ejecución, con la excusa de la pandemia y las resoluciones que oportunamente emitiera el CFE.

Las consecuencias de estos tres años han sido catastróficas, en todo sentido. La no repitencia masiva, y el paso a mitad de año de los repitentes durante 2021, dejó aulas hiperpobladas, alumnos fantasmas que solo aparecen en las listas como pendientes, hasta que decidan presentarse a voluntad y pasar entregando un módico trabajito escrito, en cualquier momento del año. Eso es “acompañar”. El nuevo argot pedagógico ministerial inventó las trayectorias fragilizadas, y un diccionario de eufemismos puebla las escasas comunicaciones oficiales. Es por eso que cristalizar la mala praxis demagógica para que la escuela sea el “lugar donde habitan” y no repiten los estudiantes, despertó a una comunidad que sumisamente fue acatando las órdenes de la superioridad.

¿Por qué la oposición? Básicamente, porque se vulnera el derecho a aprender de los más vulnerables, con el único objetivo de no mostrar el fracaso de la política educativa provincial, que puede constarse en los resultados de las Pruebas Aprender, la brecha de 50 puntos promedio en lengua y matemática y los apenas 17 chicos de cada 100 que terminan la secundaria con los conocimientos básicos para enfrentar la siguiente etapa.

La movilización de esta reacción ha sido increíble, por el sustento argumentativo legal de todos los documentos que circulan y comparten las organizaciones vinculadas a la educación, muchas de las cuales, aún con profundas diferencias políticas o ideológicas, han coincidido en el 100% del fondo de la cuestión. Cada uno desde su organización ha abonado a este movimiento por salvar la educación de Santa Fe. Agrupaciones de docentes, sindicatos oficiales y privados, asociaciones patronales de colegios, asociaciones de padres y hasta un nuevo grupo de directores autoconvocados de escuelas públicas y privadas que valientemente ha vencido el miedo y las presiones de la autoridad reuniendo firmas, y saliendo con nombre y apellido a dar la batalla por la educación. Todos juntos, en una visión centrada en el derecho de los estudiantes y en salvar al menos el espíritu que ponga en eje la calidad educativa y la cultura del trabajo y el esfuerzo, como surge de los Artículos 6 y 11 de Ley Nacional de Educación.

El Ministerio de Santa Fe redobló la apuesta, y ante los argumentos legales respecto de que una Circular no puede derogar un Decreto, respondió con la Resolución 2303, en donde incorpora el texto de la Circular 4/22 como Anexo, y además anuncia que el Poder Ejecutivo derogará el Decreto 181/09.

El conflicto que atravesamos es de singular importancia, pues pone en evidencia la verdadera dimensión que para algunos sectores políticos tiene la educación.

La política educativa en Santa Fe ha demostrado que el derecho a aprender de los estudiantes está muy por debajo de las necesidades de la agenda política. No importa si aprenden en la escuela, porque la misma es solo el “lugar que habitan”, apenas contención, comida, y un menú a la medida para justificar de manera rápida la graduación masiva y sin esfuerzo.

Evidencia la real perspectiva que tienen de la profesión docente. La contracara del derecho a aprender es el de enseñar, el de cada uno de nosotros que busca dar lo mejor de sí a los estudiantes. También es vulnerado ese derecho, que indudablemente deja a los docentes como ciudadanos de segunda, descartables en función de los intereses políticos de turno para que cierren las estadísticas.

El eje son los estudiantes, pero sin duda esta manera de actuar muestra claramente la consideración profesional en la que nos tienen los responsables del gobierno de la educación de Santa Fe.

Es reconfortante ver que la llama por la calidad educativa está viva en todos y cada uno de los miembros de la comunidad educativa. Todos acordamos en la necesidad de cambio y mejora en la educación secundaria y hay ríos de bibliografía, experiencias y ejemplos locales e internacionales para discutir, analizar, proyectar y consensuar. Ese es el camino, no la imposición autoritaria.

No sabemos aún quién ganará esta batalla por la calidad. Pero de lo que estoy segura es de que es un hecho auspicioso que nos tiene que llenar de orgullo como santafesinos y miembros de la comunidad educativa, porque nos ha despertado del letargo de la obediencia ciega a la autoridad, clamando por justicia, para que no nos sigan robando el futuro de nuestros chicos.

El año que queda hasta las elecciones debería interpelar a nuestros dirigentes, como hemos visto en las legislativas de los Estados Unidos, donde la educación ha marcado la diferencia y fue eje de campaña de los candidatos, donde hasta se ha prometido un Bill of Parents, un documento en el que los padres, las familias, adquieren un rol protagónico.

¿Qué educación queremos para Santa Fe? La que devuelva los valores de la pampa gringa, la que multiplique la oferta de empleo a nuestros chicos en nuestras startups tecnológicas. La del florecimiento de las agrotécnicas, olvidadas por décadas de funcionarios que jamás pisaron un espacio formativo, que también hoy necesitan ser altamente tecnificados, para que sigan dando mandos medios a todos los productores que sostienen al país con sus impuestos.

Pero sobre todo, necesitamos honrar a la Constitución, para que por fin alguna vez la Patria demande a quienes no cumplen con su deber.

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