La identidad no se compra

La identidad soberana (SSI) nos lleva a un nivel superior en el que tenemos el poder de decidir qué datos personales compartir, con quién y por cuánto tiempo

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Una imagen de Elon Musk
Una imagen de Elon Musk se ve en un teléfono inteligente colocado sobre logos impresos de Twitter (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración/Archivo)

El nuevo sistema que implementó Twitter para otorgarle el check azul a cualquier usuario por 8 dólares fue aprovechado de inmediato por los ciberdelincuentes, que siempre están atentos para sacar ventaja de cada novedad tecnológica. En este caso, les allanó el camino para llevar a cabo ataques en los que suplantan la identidad de compañías o personalidades reconocidas.

Una de las primeras víctimas fue una de las farmacéuticas más grandes del mundo. “La insulina es gratis ahora”, anunció una cuenta verificada con su nombre. Rápidamente la noticia se viralizó con cientos de retweets y likes por parte de los usuarios de la comunidad. Sin embargo, se trataba de una fake news publicada por un ciberdelincuente que había robado la identidad de la verdadera compañía.

El tweet estuvo online apenas unas horas, pero fue suficiente para provocarle a la farmacéutica un daño a su reputación y pérdidas económicas por la caída de sus acciones. Además, este derrumbe tuvo un efecto en cadena que afectó a otras importantes empresas de la misma industria.

¿Con quién estamos interactuando?

El gran problema de esta nueva metodología para verificar la identidad es que le quita valor a un sistema que antes nos brindaba seguridad a los usuarios para saber que estábamos hablando con la persona o la entidad correcta.

La identidad digital está asociada a los individuos. Sin embargo, el hecho de que se encuentre fragmentada en el mundo online trae un nuevo inconveniente

La gravedad de la situación radica en que muchas veces se trata de interacciones que sin duda representan un alto riesgo. Por ejemplo, a la hora de hacer una consulta con un banco o con un ente gubernamental. En este escenario, las personas podemos llegar a poner en peligro nuestra información confidencial sensible.

Online Persona fragmentada

La identidad digital está asociada a los individuos. Sin embargo, el hecho de que se encuentre fragmentada en el mundo online trae un nuevo inconveniente. Es este caso, hace que una vez más los usuarios seamos víctimas del manejo de un negocio por sobre lo que es un derecho, el derecho a ser los dueños de nuestra Online Persona.

Este tipo de medidas ponen en peligro la libertad que debemos tener como individuos de contar con el total control y la absoluta propiedad sobre nuestros atributos digitales.

Esta nueva metodología para verificar la identidad es que le quita valor a un sistema que antes nos brindaba seguridad a los usuarios

Además, nos obliga a estar demostrando constantemente que somos inocentes de un crimen que no cometimos. Así ocurrió en el caso de la farmacéutica, que tuvo que aclarar: “Pedimos disculpas a aquellos que han recibido un mensaje engañoso de una cuenta falsa”. Al final, parecería que terminamos siendo mitad criminales y mitad inocentes.

Un nuevo paradigma

Para resolver el desafío de proteger la identidad de todos los que formamos parte de la comunidad digital, considero que debemos evolucionar hacia un nuevo paradigma de privacidad, confidencialidad y gestión de nuestros activos online.

El camino que ya estamos empezando a recorrer en este sentido es el de la identidad soberana (SSI, por sus siglas en inglés), que nos lleva a un nivel superior en el que tenemos el poder de decidir qué datos personales compartir, con quién y por cuánto tiempo.

De esta manera, dejarán de ser dudosas aquellas cuentas verificadas con reglas difíciles de comprender y con políticas poco claras, que pueden confundir a las personas sin conocimientos tecnológicos.

La SSI es el modelo innovador que nos permitirá ser los dueños de nuestra Online Persona unificada. Para que podamos vivir experiencias seguras y simples en el mundo digital, donde la identidad no se compra.

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