Al encarar soluciones a una problemática social, cualquiera que ella sea, no hay mejor herramienta que acudir a las estadísticas. Y en relación a los hechos de tránsito, los datos indican que en nuestro país fallecen entre 14 y 20 personas por día como consecuencia del alcohol al volante. A esto debemos sumar que los jóvenes de entre 15 y 35 años son las principales víctimas viales, y el alcohol es una de las mayores causas, ya que está presente en 1 de cada 4 siniestros.
Ante este panorama, la ANSV (Agencia Nacional de Seguridad Vial) y el Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), junto con agrupaciones y familiares de víctimas, presentaron el proyecto de ley de Alcohol Cero al volante. Entre estas agrupaciones se encuentran la “Asociación Madres del Dolor”, que a través de Vviam Perrone y Silvia Fredes apoyaron e impulsaron este importante proyecto.
Se trata de un proyecto de ley que avanza con fuerza. Ya tuvo dictamen favorable en la Comisión de Transporte. Y la Comisión de Seguridad Interior lo aprobó por unanimidad.
Lo que busca la ley es disminuir considerablemente los siniestros viales llevando a cero la tolerancia de alcohol para conducir cualquier tipo de vehículo. La actual Ley de Tránsito establece una tolerancia de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre para conductores particulares. Mientras que para motocicletas o ciclomotores es de hasta 0,2 gramos de alcohol por litro de sangre; y de tolerancia cero en el caso de conductores profesionales, a cargo de transporte de pasajeros y carga.
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Consideramos un paso fundamental en nuestra lucha contra los hechos viales la sanción de una ley de tolerancia cero de alcohol para conductores ya que el alcohol ocupa el primer lugar en el mundo entre las sustancias psicoactivas que más problemas sociales ocasionan tanto por la magnitud del consumo como por las consecuencias que produce.
El etanol o alcohol etílico está presente en todas las bebidas alcohólicas. Y el problema de fondo es que se trata de una droga lícita. Se ingiere, se comparte y su consumo es promocionado en mega campañas publicitarias.
Pero la combinación de alcohol y conducción tiene consecuencias irreparables. Y ante este escenario nadie está exento, ya que el 60% de nuestras vidas transcurre en la calle, en la vía pública.
Es importante analizar los efectos que el alcohol produce en las personas para concientizarnos y concientizar de esta problemática.
El primer efecto conocido es el efecto engaño que provoca el alcohol. Esto es, a medida que más se ingiere, engañosamente y falsamente, transmite la sensación de bienestar. Brinda una sensación de distensión con una reducción de los frenos inhibitorios. Sin embargo, el alcohol ataca la parte cognoscitiva con una subestimación del riesgo y una tendencia a asumir conductas imprudentes. En la parte cognoscitiva hablamos de la pérdida de la noción de realidad que se sufre cuando se está alcoholizado.
En la parte física hacemos mención a la pérdida de los reflejos. El tiempo que se demora en pasar el pie del acelerador al freno para detener el vehículo ante cualquier situación imprevista o inesperada del tránsito es de 0,75 segundos. Estando alcoholizado se puede llegar a tardar dos o tres veces más de tiempo. Y esto se traduce en recorridos, a veces, de 15 o 20 metros. Y esa puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
De hecho, las encuestas entre jóvenes reflejan el nivel de riesgo de esta problemática. El Observatorio Vial de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) realizó diversos estudios socioculturales que revelaron que el 93% de los conductores de vehículos declaró saber que beber y conducir aumenta el riesgo de protagonizar un siniestro vial, el 20% asumió haber conducido un vehículo bajo los efectos del alcohol. Este valor asciende a 3 de cada 10 en jóvenes entre 16 y 35 años. Sin embargo, continúan conduciendo alcoholizados.
Evidentemente, no existe una concientización de la magnitud del riesgo. Y esto representa un aspecto medular del problema.
Y es aquí donde el proyecto de ley de Alcohol Cero al volante se convierte en una herramienta fundamental para, por un lado, concientizar sobre la gravedad de la situación y los efectos nocivos del consumo de alcohol al conducir, y por otro, para reducir notablemente el número de siniestros viales con las gravísimas e irreparables pérdidas en vidas humanas que esto ocasiona.
Si bien se está legislando sobre la memoria de miles de personas fallecidas producto de la imprudencia al volante, como sucede con las víctimas representadas por la Asociación Madres del Dolor, celebramos que se esté avanzando en un aspecto fundamental de nuestra lucha: evitar nuevas víctimas.
En un contexto social y político donde es tan complejo parece encontrar puntos en común, el hecho de que en el Congreso de la Nación se dejen de lado las diferencias ideológicas para actuar de manera unánime en materia de prevención de siniestros viales y preservación de la vida humana, nos impulsa y motiva a seguir luchando por reducción de los hechos de tránsito en la Argentina.
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