El Mundial puede traer una alegría, nunca una solución

Si el Gobierno no logra el cometido de disminuir la inflación, cualquier buena noticia futbolera se diluirá. Mientras tanto, sigue la carencia de liderazgos

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Un reciclador de basura busca cartones, plásticos y metales para vender en un contexto de inflación, que superará el 100% este año en Argentina (REUTERS/Agustín Marcarian)
Un reciclador de basura busca cartones, plásticos y metales para vender en un contexto de inflación, que superará el 100% este año en Argentina (REUTERS/Agustín Marcarian)

Seguramente para el grueso de los argentinos lo único que distraerá la atención de la inflación será el Mundial, especialmente cuando juegue la selección argentina. Si el Gobierno no logra con las medidas implementadas el cometido de disminuirla, cualquier buena noticia futbolera se diluirá.

Cuando Raúl Alfonsín pronunció aquella frase histórica, “la casa está en orden”, la situación política reflejaba momentos distintos, pero con temores y acechos similares a lo que sucede hoy. Para aquella democracia incipiente era una dictadura que no se resignaba a abandonar para siempre los golpes y con ellos, adueñarse de la vida y la libertad de los argentinos. La alusión a hoy es porque la pobreza, la incertidumbre, la inseguridad y el crimen organizado en aumento, también atentan contra la democracia. Ahora bien, recuerda esta cronista que el ex Presidente tuvo el acompañamiento de la política –recordar la foto de aquel balcón pascual de 1987-. No fue necesario convocar a los actores, porque estos sabían distinguir lo principal de lo accesorio (Antonio Cafiero, Carlos Grosso, Vicente Saadi, José Luis Manzano, entre otros). En aquel momento había liderazgos, hoy no.

Lo que se advierte es que la política sigue entretenida en intereses mezquinos y minúsculos. El narcotráfico acecha, ante lo cual, algunos por miopes otros por cómplices, lo dejan pasar.

La semana pasada visitaron Argentina líderes de centroderecha y de centroizquierda de Latinoamérica y Europa. Esta cronista está convencida que en Argentina la divisoria política central sigue siendo entre peronistas variopintos y antiperonistas variopintos. Hoy se parecen más a puñados de ambiciones amontonadas que a proyectos con perfiles ideológicos. Esto último cuesta mucho percibirlo. Además, muchos cavilan entre ser políticos pero no asumirse como tales, para a su vez, captar el voto de la antipolítica.

Volviendo a los visitantes extranjeros, pusieron énfasis en la necesidad de trabajar sobre concordancias ante el disenso. Pero a la dirigencia argentina nada ni nadie la permea. Su agenda envolvente la aísla fabricando sus propias debilidades – que ignora-, pero se le vuelve muy peligrosa. La antipolítica crece, mientras que los partidos políticos se debilitan y los dirigentes políticos tambalean.

En Argentina los liderazgos políticos están vacantes. Los que quedan, los ex presidentes Mauricio Macri y Cristina Kirchner, se aferran a sus nostalgias. Lo que fue ya no es. Y ante el diagnóstico de los problemas, no atinan a expresar soluciones, sólo enumeran culpables.

El histórico líder del Partido por la Democracia (PPD) chileno, Sergio Bitar, acaba de presentar un libro que escribió junto al economista sueco Claes Brundenius sobre la experiencia del socialismo en América Latina. Bitar dice: “Hoy veo al socialismo chileno muy huérfano de pensamiento: ni analiza bien el pasado porque se queda en rencillas, ni estudia bien cómo hacer las cosas viables para que le den resultado a la gente, ni están pensando el futuro. Hay que aprender de la historia, mirarla con serenidad y de esta manera ver lo que es posible y lo que ya no lo es”. Cualquier parecido con la política argentina es pura coincidencia.

En cuanto a la política doméstica, grietas disimuladas y otras no tanto, rigen la ¿convivencia? de ambas coaliciones políticas. El presidente Alberto Fernández en su gira al exterior, respira aire limpio, por logros como haber sido recibido con honores y reconocimiento por el presidente Macron, ante la insistencia del argentino para la reanudación de negociaciones entre el régimen de Maduro y la oposición venezolana. Ante una Europa carente de mucho, principalmente de energía, lo de Macron puede ser con intencionalidad, y si así fuera no desmerece el cometido.

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