En el Espacio Memoria y Derechos Humanos ex ESMA nos congregamos estos días junto a más de mil delegados y delegadas que representan a la militancia de Barrios de Pie en las veinticuatro provincias argentinas. Apenas empezado el encuentro, en uno de los paneles de debate uno de los participantes inició con una pregunta al público que encontró frías respuestas. La pregunta hacía referencia acerca de si estaban conformes con el rumbo del Gobierno. Esa interrogante y la forma en que se cristalizaron las dudas acerca del futuro del Frente de Todos, ponen sobre la mesa la urgente necesidad de tomar medidas. Ese divorcio entre dirigencia y militancia, y militancia y sociedad, anclado en la no resolución de muchos problemas concretos, funciona como un freno de mano para todo el campo nacional y popular. Y en esto todos aquellos que somos parte del Frente tenemos parte de la responsabilidad. Para ganar en 2023 resulta más que indispensable recomponer ese vínculo, y darle el lugar de eje dinámico que siempre tuvo. La militancia como correa de transmisión entre la dirigencia y el pueblo, con el fin último de poner en marcha desde el Estado, políticas que tengan como resultado la inclusión y la ampliación de derechos.
Ese puente solo se puede construir con medidas concretas. Una de ellas por ejemplo es la que Sergio Massa impulsó con el congelamiento de precios en más de 1.400 productos. Las mayorías populares tienen que dejar de ser las principales víctimas de esta escalada inflacionaria que ya tiene valores insoportables.
Y no fueron solo estas las conclusiones que sacamos del encuentro. Allí hemos tenido la posibilidad de debatir abiertamente y también escuchar diferentes posturas en los paneles de debates. Con una amplitud y relevancia de quienes participaron en el mismo que nos dan garantías sobre las conclusiones. Contamos con mensajes de Alberto Fernández y Axel Kicillof y la participación de distintos actores de la sociedad como el Secretario General de la CGT Héctor Daer, la ministra de Desarrollo Social de la Nación Victoria Tolosa Paz, dirigentes de organizaciones sociales que forman parte de la UTEP como Juan Grabois y Dina Sánchez, el secretario de Economía Social de la Nación Emilio Pérsico, diputados y diputadas nacionales como Daniel Arroyo, Sergio Palazzo, Mónica Macha, Natalia Zaracho y Natalia Souto además de las economistas Mercedes D’Alessandro y Delfina Rossi.
Otro de los aspectos que surgieron de los distintos paneles es que existe una deuda grande de la política que tiene que ver con la falta de unidad imperante en el Frente de Todos. Un paso de vital importancia tiene que dar lugar en forma urgente a la institucionalización del Frente de Todos. Venimos, además, muy consternados por el intento de magnicidio de nuestra vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y los discursos de odio extendidos en la sociedad. Por todo esto se hace vital que la herramienta política que nos permitió derrotar al macrismo en las últimas elecciones presidenciales emita señales de madurez al conjunto de la sociedad que le entregó con confianza el mandato popular. De nada sirve que los diferentes sectores que forman parte del Frente tiren cada uno para su propio lado ya que la situación actual de nuestro país nos demanda tener más responsabilidad. En ese marco es fundamental el aporte de los movimientos populares consolidando una herramienta política para fortalecer el espacio en general.
A la par de esto nos encontramos con la exhibición abierta de las posturas de Mauricio Macri. Pasó de mentirle abiertamente a la sociedad durante la campaña de 2015 donde literalmente decía que “quería seguir haciendo lo bueno y cambiar lo malo” para prometer una política de tierra arrasada para 2023. La derecha en definitiva ha dado un gran paso, hoy no necesitan mentir, pueden prometer volver con sus políticas de hambre y desastre que una buena parte de la sociedad los va a acompañar. Queda más que claro que con agitar las banderas del anti-macrismo no alcanza para ganar las elecciones en 2023. La condición sine qua non es en definitiva una mejora indiscutible en la calidad de vida de la gente producto de aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores y encontrar un freno a la inflación.
Tenemos la responsabilidad inmediata de recomponer la idea de futuro y disputarle ese sentido a la derecha. Hoy en día desde la derecha ha tenido éxito en interpelar a la sociedad con la idea de no futuro o de que todo lo que viene hacia adelante es un desastre. Eso además de estar totalmente alejado de la realidad opera como una táctica política para desarticular al campo nacional y popular. Lo cierto es que hoy por hoy ya hay muchos indicadores que demuestran cómo el país está iniciando un camino de paulatina recuperación y de una bonanza económica sobre el crecimiento de las exportaciones impulsadas por la industria del litio y Vaca Muerta, entre otros. Hay que luchar incansablemente para que esta posibilidad beneficie al conjunto. En el futuro, la Argentina sin lugar a dudas será un país mejor totalmente alejado de las fantasías apocalípticas del macrismo y los libertarios. Disputar ese sentido de futuro en la sociedad y recuperar la generación de expectativas positivas es clave.
Por otra parte, en el presente, la mejora sustancial de la vida del pueblo argentino es una condición vital para ponerle fin a las aspiraciones electorales de la derecha y del neoliberalismo de volver a gobernar en el corto plazo. Dentro de ese escenario también resulta imprescindible lograr la recuperación del entusiasmo en las propias filas. El destino del país está en juego y no podemos entregárselo a los mismos sectores que cada vez que han podido generaron pobreza y ampliaron las brechas de desigualdad en nuestra patria. Estamos en tiempo de descuento pero aún con amplias posibilidades de retomar la iniciativa para ganar en 2023.
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