Cuando hay verdadero patriotismo lo público logra encontrarse con la grandeza

En Argentina, toda una clase dirigente se enriqueció sin límites y para calmar la culpa y la vergüenza se inventaron un mundo de triunfadores desde el cual, imaginan a los que no se dedicaron al delito simplemente como fracasados

José Mujica y Julio María Sanguinetti

Los hermanos uruguayos tienen suerte -y mucha- si nos comparamos a ellos. Dos ex presidentes de distinto signo político conviven como ejemplo real de que los valores humanos pueden acompañar a los transeúntes del poder sin dejar duras cicatrices de riquezas de dudosa procedencia. Tuve el placer de asistir a la excelente muestra de nuestro gran artista plástico Luis Felipe “Yuyo” Noé. A sus ochenta y nueve años nos deleita con sus últimas obras, que aclaró eran fruto de su presente.

Por supuesto que la vida nos regaló grandes artistas, pianistas de prestigio mundial, deportistas excepcionales y hasta la fortuna de un Santo Padre pero en ese mundo de talento y sabiduría no habita ningún político. Julio Sanguinetti y José Mujica son dos lujos que disfrutan en Uruguay, una prueba de eso es el libro en común, broche de oro para sus vidas, la de un conservador de excelente formación intelectual y la de un ex guerrillero que las pasó muy duras y supo rehacer su vida. Ambos, dueños de una historia y una moral intachables, disfrutando de la mayor de las riquezas que es el cariño y el respeto de su pueblo y de todo el mundo.

Me viene a la memoria la despedida del General en aquel “llevo en mis oídos la más maravillosa música que es la voz de mi pueblo”. Esa sola frase alcanza para distanciarlo de sus pretendidos herederos. Los presidentes uruguayos no cayeron en la pequeñez de hacerse ricos, fueron capaces de mejorar la vida de su pueblo y trascender de la manera más digna que permite la política. El libro que escribieron juntos se podría exhibir como una muestra ejemplar en contraposición de la miseria de nuestra reiterada y agobiante “grieta”. Es el opuesto perfecto. Ninguno de ellos necesita denunciar ni agredir al otro para encontrar su identidad, ambos tienen demasiado claro el rol tanto de sí mismos como el de su adversario. Reflexionar es difícil, por eso entre nosotros son tantos los que solo se dedican a acusar.

Cuando hay verdadero patriotismo lo público logra encontrarse con la grandeza. Pepe Mujica es un ateo que expresa su admiración por el Papa Francisco. Nosotros tenemos algunos pequeños que no respetan ni siquiera la fe de los creyentes, es tan viejo como el Hombre, la riqueza enceguece. Ellos, los enriquecidos nos consideran fracasados, no imaginan otra vida que la abrazada a la codicia. Los que opinan que proteger nuestra industria es “cazar en el zoológico” no se hacen cargo de los trabajadores que degradan en subsidiados ni de los dólares que se llevan sus “libertades”. Expresan con gran claridad el triunfo del peor materialismo, se trata del más despiadado que intenta imponer la viveza sobre la dignidad. La historia para Vilfredo Pareto es un “cementerio de elites”. Nosotros también tuvimos políticos dignos, eran otros tiempos, algún día volverán a vertebrar un Estado respetable con una producción en crecimiento.

Luis Felipe "Yuyo" Noé

La obra del Yuyo Noé es una síntesis de pasión y sabiduría, deslumbra la vitalidad de ese artista que agota etapas, que no se detiene nunca, que nos habla de sus cuadros y sus libros futuros. Los políticos -o al menos el amontonamiento de ambiciones que ocupa hoy ese espacio- se agreden y se abrazan según la distancia que perciban de la elección que los unja y los cargos que están en juego. Coyunturales, la ambición se expresa al desnudo en la ausencia de propuestas y el egoísmo se atribuye como valor colectivo frente a la falta de grandeza. Entre los hermanos uruguayos el talento y la honradez se impusieron a la codicia y la ambición desmedida. En nuestro país, toda una clase dirigente se enriqueció sin límites y para calmar la culpa y la vergüenza se inventaron un mundo de triunfadores desde el cual, imaginan a los que no se dedicaron al delito simplemente como fracasados. Sin dinero no son nada, por eso compiten por ese número absurdo de los millones acumulados, de sus aviones privados y sus mansiones en países extranjeros. Roban aquí y guardan afuera, el capitalismo productivo genera trabajo y riquezas pero el delictivo, el que nos invade, acumula posesiones y la saca del país para jugar a ricos del mundo. Deberían sentir vergüenza, sin embargo, la transformaron en orgullo de vencedores. Donde la política conduce a los negocios hay democracia, donde, como entre nosotros, los negocios conducen a la política hay sólo deuda y pobreza.

Cuando se conecte el gas que viene de Vaca Muerta la vida nos permitirá nacer de nuevo, acumular una riqueza que nos regala la geografía y normalmente convertimos en fuga de capitales. Ese gas podrá jugar el papel de la soja con Néstor y tal vez irán a dilapidarlo en subsidios, o como el crédito del FMI fue para Macri y fugarlo con los amigos sin dejar ni una obra para la sociedad o, tal vez logrará encontrar un gobierno digno y devolvernos al camino de la esperanza. Después vendría el litio y si la vida nos sorprende con un gobierno que administre correctamente podríamos decir que toda la naturaleza nos restituirá el sueño del progreso colectivo. Bienes nos sobran pero los mandatarios dignos no asoman todavía. Como los hermanos uruguayos o el Yuyo Noé, qué bueno sería recuperar el amor a la vida y la vocación por trascender. Es tiempo de seguir buscando y que algún respetable derrote a tantos enriquecidos, podría suceder que el talento se imponga a la codicia. Es la hora de volver a ser patria y que eso sea más importante que votar y elegir sin sentido.

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