Hoy a nadie le interesa hablar de una ley de adopción. ¿Por qué? Es muy sencillo dar cuenta de la respuesta: los chicos no pueden votar. No hay nadie haciendo lobby y no hay dinero detrás de la causa. Como la situación no se puede capitalizar, entonces esta es una pelea que nadie quiere liderar. Las agendas políticas priorizan aquellos temas que les van a garantizar titulares o el visto bueno de un sector demográfico, pero están fallando en reconocer cuáles deberían ser las prioridades para mejorar la calidad de vida de su ciudadanía.
Durante mi gestión como diputada nacional, hace más de 13 años, propuse una reforma en la ley de adopción, pero esta no se votó porque las diputadas feministas consideraron que podían hacer de esto un juego de apuestas y que podrían conseguir una salida a la ley del aborto. Estas representantes eligieron conscientemente ignorar las necesidades de niños, niñas y adolescentes con tal de beneficiarse a costa de ellos, e impulsar la ley del aborto.
Hoy, la necesidad de miles de niños institucionalizados sigue siendo la misma: acortar los tiempos, no perder su infancia sin un hogar, poder ser adoptados y recibir el amor y la contención de un hogar.
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Por otro lado, también es importante trabajar en conjunto, Estado y organizaciones civiles, para impulsar campañas que permitan concientizar sobre la importancia de considerar adoptar no solo a bebés, sino también a niños más grandes, hermanitos y niños con alguna discapacidad.
Según el artículo 594 del nuevo Código Civil y Comercial de la Argentina sancionado en 2014 se define que: “La adopción es una institución jurídica que tiene por objeto proteger el derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir y desarrollarse en una familia que le procure los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades afectivas y materiales, cuando éstos no le pueden ser proporcionados por su familia de origen”.
La misma se materializa únicamente por sentencia judicial y emplaza al adoptado en el estado de hijo, conforme con las disposiciones del nuevo Código Civil y Comercial. Si bien no establece un tiempo de duración determinado para llevar a cabo el proceso de adopción, hay distintos pasos a realizar desde el registro de los posibles adoptantes hasta que se logra la sentencia, los mismos contemplan una serie de procedimientos (entrevistas, evaluaciones, etc), y un tiempo de guarda con fines de adopción no superior a los 6 meses. Una vez cumplido el período de guarda, el juez interviniente, de oficio o a pedido de parte o de la autoridad administrativa, inicia el proceso de adopción.
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Hoy, es fundamental seguir aunando esfuerzos por el bienestar de los niños institucionalizados y para dar respuestas a las familias postulantes a adoptarlos. El tiempo más largo, es la etapa anterior a la que un niño está en situación jurídica de adoptabilidad, esa es la principal falencia del sistema actual, donde los niños pasan años en instituciones esperando que se resuelva su situación, si vuelven o no a su familia de origen o pasan a adoptabilidad.
En 2014, Hank Fortener instauró el Día Mundial de la Adopción y creó AdoptTogether, una plataforma de crowdfunding para la adopción, apuntando a reunir apoyos para reducir el número de huérfanos en el mundo y proporcionar una familia a cada niño.
Hace unos pocos días me llamó la atención muy gratamente una publicidad, del Consejo Publicitario Argentino y Doncel, una asociación civil que promueve procesos de desinstitucionalización de niñas, niños y adolescentes, “La espera más ansiada”, desarrollada para visibilizar la realidad de mayores de 6 años que esperan durante mucho tiempo ser adoptados y volver a tener una familia. Muchos esperan el mundial, pero ellos esperan un hogar.
Conmemoremos hoy el día mundial de la adopción, trabajando y concientizando sobre la necesidad de un sistema de adopción más ágil, dinámico, que permita hacer más eficientes los procesos y garantizar a niños, niñas y adolescentes lo que merecen: una familia.
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