Gerard Haddad, psicoanalista francosefaradí, desembarcó en la Argentina para difundir la metáfora del “Complejo de Caín”. La misma ostenta el mérito de llamar la atención acerca de las insalvables rivalidades usuales entre hermanos: “La cuestión fraterna ocupa un sitio privilegiado en la estructura psicológica que sustenta el fanatismo y el terrorismo que a menudo deriva de él”, reza el libro. Más aún, asunto del universo psicoanalista, pretende subsumir la otra gran metáfora, la del “Complejo de Edipo”.
Cuando convocamos a la “unidad nacional”, a la confraternidad de argentinos, más vale que recordemos las insalvables miradas de reojo que nos rige. La categoría de “negrada” es brindada a manos llenas por unos, y la categoría de “cipayos” es prodigada desde la vereda opuesta.
Recogí de soslayo la lápida de “crisis ontológica” que acuñara Fermín Chávez. En algún pasado, que pretendía tender puentes sobre esta “crisis”, gusté de jugar con la fórmula “Perón sí y solo sí Borges”, donde “sí y solo sí” es un conector usual en lógica. Vano artilugio.
Los mal llevados “hermanos argentinos” estamos compelidos a una resignada convivencia. Convivencia que puede estar sustentada, entre otras, en estas tareas: dar nacimiento a cinco grandes provincias a partir de la provincia de Buenos Aires; convocar a 30.000 jóvenes a formarse como maestros de una pedagogía actualizada para el nivel escolar Primario; dotar a la Nación de un “peso argentino” creíble.
Una sola provincia que contiene el 40 % de la población total de la Nación, y un ejército policial de 90.000 efectivos, es una anomalía antidemocrática. Miembros de la UCR han estudiado el asunto.
A su vez, 30.000 jóvenes con un salario mínimo de USD 1.000 se instruirían durante dos años en las mejores técnicas pedagógicas, y saldrán a reconstruir la escolaridad Primaria en toda la Nación.
Una moneda “peso” creíble, posiblemente en un régimen bimonetario con el “dólar” de curso legal o emparentado con el “real” brasileño, constituirá el necesario terreno fértil para la creatividad productiva.
Más nos vale que “los hermanos sean unidos” antes que el “Dios de los ejércitos” nos abandone en la tormenta.
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