Auge y decadencia de Argentina

El país se hizo grande exportando e inició su colapsó cuando se alejó del comercio exterior. Su decadencia arrancó cuando hizo carne el “vivir con lo nuestro” y el “Estado presente”

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El nuevo gobierno argentino promulgó
El nuevo gobierno argentino promulgó el lunes un paquete de medidas económicas e impositivas de emergencia que busca poner en marcha un país que recibió en "virtual default" y que está inmerso en una crisis parecida a la de 2001, según el presidente Alberto Fernández.

Argentina tiene poco más de 200 años de historia que se puede subdividir en tres etapas bien diferenciadas.

La primera etapa de nacimiento de un país. Con su revolución (1810), su independencia (1816), su primera Constitución Nacional (1953) y prácticamente la definición territorial que hoy conocemos tras las campañas del desierto hasta 1885. Esta etapa duró 75 años.

La segunda etapa se caracteriza por un fuerte crecimiento económico. Gracias a las bases establecidas en la etapa fundacional, durante la “generación del ochenta” se acelera el proceso de inversiones extranjeras en el país y empiezan a llegar oleadas de inmigrantes a trabajar. Con las exportaciones como motor de crecimiento, Argentina inmediatamente se transformó en el “granero del mundo”, que posibilitó el surgimiento de un importante mercado interno. Esta etapa transforma a la Argentina en uno de los países más ricos del mundo, con empleo para todo el mundo que pise suelo argentino. Esta etapa duró 50 años.

La última etapa se caracteriza por la decadencia. Se inicia en 1930 y continúa hasta hoy día, con una pausa en la década de los noventa. El crack bursátil de EE.UU. de 1929 vuelca al mundo al proteccionismo, pegando de lleno a una Argentina exportadora. Estas ideas proteccionistas duraron poco y el mundo desarrollado las abandonó tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero Argentina lejos de aprovechar el renacer del comercio internacional, hace una apuesta enceguecida a continuar con el “vivir con lo nuestro”. A partir de esa decisión autóctona comienza la decadencia.

Pese a que Argentina se hizo grande exportando, la nueva apuesta ahora era vivir de espaldas al mundo. La agroindustria que fue el motor de crecimiento, en un abrir y cerrar de ojos se transformó en el enemigo del pueblo por querer exportar. Llegaron los cupos a las exportaciones, las retenciones a las exportaciones y si alguien todavía se animaba a exportar, aparecía el desdoblamiento cambiario. Ya no era negocio exportar.

El estancamiento económico no tardó en llegar y el populismo lo buscó tapar aumentado el gasto público sin disponer de los recursos para financiarlo. El creciente déficit fiscal se financió con emisión monetaria, apareciendo en escena una inflación que se transformaba en parte estructural de un modelo económico de espaladas al mundo.

Fue recién en la década de 1990 que se intentó salir de este esquema económico. En los 90 desaparece el control de precios, las retenciones, se unifica el mercado de cambios, se reestructura el Estado y se apuesta tímidamente al comercio internacional, sólo comerciando dentro del Mercosur.

La revancha

Tras las crisis económica del 2001 parte importante de la Argentina corporativa que vivía de la economía cerrada y el gasto público, no perdió oportunidad y tomó revancha para reinstaurar el viejo modelo económico. En breve volvieron todas las políticas económicas obsoletas. Cerrar la economía, imponer control de cambios, del comercio exterior, control de precios, cupos y retenciones a las exportaciones. Pero como todo ello estanca la economía, inmediatamente reapareció también el placebo del gasto público financiado con emisión, despertando la inflación.

De 2002 a 2022 lo único que hizo Argentina fue reinstaurar su viejo modelo económico con sus típicas crisis. Argentina lleva más de una década de estancamiento económico y este año se volvió a los tres dígitos de inflación. La economía tiene una destrucción del sistema de precios (cambiario y tarifario) muy simular a la previa al Rodrigazo (1975), el BCRA sin reservas tiene un déficit cuasifiscal similar a la previa de la hiperinflación (1989) y el Estado tiene un nivel de endeudamiento público que ya es superior a la previa al 2001.

Al margen de la volatilidad de los precios, las cantidades exportadas en Argentina no crecen desde 2007, pese a que China e India en igual periodo sacaron a más de 1.000 millones de habitantes de la pobreza. Un sexto de la población mundial demandando más agroindustria y Argentina de espaldas al río, ni se enteró.

Argentina tiene estructura legal de economía cerrada forjadas los últimos 80 años. Leyes tributarias, comerciales y laborales obsoletas y propias del siglo pasado que deliberadamente buscan impedir que la sociedad se sume al comercio internacional. Chile exporta lo mismo que Argentina, teniendo la mitad de la población. España exporta casi cuatro veces lo que exporta Argentina, teniendo un territorio similar a la Provincia de buenos Aires.

En definitiva, Argentina se hizo grande exportando e inició su colapsó cuando se alejó del comercio exterior. Su decadencia arrancó cuando hizo carne el “vivir con lo nuestro”, el “Estado presente” y coquetear con el “Che”.

El contraste de oportunidades con la Argentina que un siglo atrás se miraba desde los barcos es contundente. Antes Argentina generaba empleo para todo extranjero sin siquiera sin saber el idioma. Hoy es una Argentina que no genera empleo en blanco hace más de una década. Solo hay planes como máximo objetivo o un puesto en el Estado.

La globalización también globalizó la forma de hacer macroeconomía, si Argentina quiere volver a crecer, será abandonando este modelo económico y comerciando nuevamente con el mundo, tal como ya lo hizo en el pasado.

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