La última gran conquista de derechos políticos de la mujer en Argentina fue el establecimiento de la paridad en la conformación de listas legislativas, aprobada a fines de 2017, que significó derribar el “techo de cristal”. Le precedió la Ley de Cupo, o mejor dicho, de Cuotas, que establecía que las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo del 30 % de los candidatos a los cargos a elegir, y en proporciones con posibilidad de resultar electas. No será oficializada ninguna lista que no cumpla estos requisitos. Esto determinó que Argentina se transformara en el primer país del mundo en adoptar este tipo de leyes inclusivas.
Fue el 6 de noviembre de 1991 que, tras largos años de lucha por parte de las mujeres -sin diferenciar partido político-, se aprobó en Diputados la Ley 24.012 que modificó el Código Electoral Nacional. Para 1989, las mujeres solo constituían un poco más del 5% del cuerpo de la Cámara Baja, y un 8% en Senadores. Desde que en 1946 lograron la conquista de votar, y poder ser votadas, a partir del golpe de estado de 1955 la concepción de las mismas políticamente solo se limitó a la militancia y colaboración en las sedes partidarias. Entonces, si entendemos que aquel cambio normativo buscó que estén en igualdad de condiciones que los varones, no fue lo esperado; y durante más de 40 años la subrepresentación atentó contra la igualdad de oportunidades de las mujeres que, logrando en el ´46 ser en gran parte autoras de la obtención del derecho, no lo fueron en su implementación.
De esta manera, se gestó la cuota mínima en listas legislativas y, además, en las estructuras partidarias; generando así la actualización de los vetustos estatutos de los partidos políticos, lucha que siguió largos años por constantes incumplimientos. Las voces minoritarias en contra de la modificación electoral iban, justamente, desde la defensa de la igualdad ante la ley, suponiendo que en vez de beneficiar el acceso a las mujeres se lograba lo contrario, perjudicando a quienes en base a mérito lograban la distinción y responsabilidad de ser elegidas.
Las mujeres que lucharon por esta ley fueron parte de una era de empoderamiento y de conquista de derechos. En primer lugar, le demostraron a la sociedad que la mujer no debía seguir bajo esa visión paternalista y asistencialista del Estado, en donde ella era la minoría o el sujeto diferente a contener, por su rol de madre y ama de casa. En segundo lugar, al poder, en el caso de las mujeres políticas interesadas en participar en los procesos de toma de decisiones en los distintos ámbitos de poder. Fue así que ellas obtuvieron el reconocimiento de una serie de derechos civiles y políticos que aún hoy están incompletos.
Las mujeres protestaron, se movilizaron, pusieron a la luz su situación de desigualdad frente a los hombres, trabajando desde la sociedad civil, pero, particularmente, donde se establecía y gestaba la política: los partidos, en especial la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista, el lugar donde tradicionalmente eran discriminadas y se les impedía poner en práctica el derecho de ser elegidas y poder representar.
También involucraron a las máximas figuras políticas, los presidentes. Con el sufragio femenino a Perón, las normas para la obtención de derechos civiles en la presidencia de Alfonsín y las cuotas legislativas con Menem. En las últimas dos presidencias fue mediante la estrategia del lobby. Interpretaron el clima de cambio mundial, respecto a la ampliación y reconocimiento de derechos políticos, pero particularmente la coyuntura nacional, que puso en jaque a los dos principales partidos de masas del escenario local, donde el tema del cupo femenino no podía seguir archivándose. Eran cuantitativamente más que los hombres, pero su presencia en el poder era ínfima.
Hicieron entender la necesidad que luchar por esta Ley era un triunfo para “su” partido puntual y, posteriormente, de la política en general. Expusieron los costos y beneficios que significaba apostar a esta ampliación de derechos y al reconocimiento de las mujeres militantes. Luego de 31 años de este hito, es bueno hacer un ejercicio de memoria cuando se trata de conquista de derechos políticos en Argentina, como lo fue la Ley de sufragio femenino que, 46 años después, necesitó de esta Ley de Cupo para ser más equitativa (para luego necesitar 26 años más tarde la Ley de paridad).
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