La kirchnerización de la economía

Se espera que el Gobierno tenga el mínimo criterio para entender que si sigue virando a lo más rancio de las viejas prácticas económicas el abismo será nuestra próxima parada

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Cristina Kirchner y Alberto Fernández
Cristina Kirchner y Alberto Fernández (Franco Fafasuli)

Por momentos uno tiene la sensación que ha transcurrido una eternidad a pesar de que apenas han transcurrido tres meses desde la asunción de Sergio Massa en el Ministerio de Economía de la Nación. Promesas de ortodoxia económica, ordenamiento de las cuentas públicas y cierto intento de alinear expectativas fueron parte del combo de anuncios iniciales que no parecen haberse sostenido a lo largo de estos escasos noventa días de gestión.

La prohibición de incorporar nuevos empleados públicos a la planta estatal, la acumulación de reservas, la auditoria de planes sociales y por sobre todo, un combate contra la inflación que parecía que iría algo más allá de los repetidos –y fracasados– controles de precios (acompañados del permanente hostigamiento al sector privado) eran parte de un menú inicial que poco a poco se fue dejando de lado.

Una de las cuestiones que parecía más razonable dentro los primeros anuncios del ministro fue sin dudas la prohibición para contratar nuevo personal en el Estado Nacional: cientos de miles de empleados se han incorporado en las últimas dos décadas a la plantilla pública sin que ello haya implicado mejores servicios o mayor eficiencia pública: esto solo ha servido para hacer política partidaria convirtiéndose en un gran lastre en el gasto público y en una gran demostración de improductividad.

El ministro de Economía, Sergio
El ministro de Economía, Sergio Massa (REUTERS/Matias Baglietto)

Las buenas intenciones de frenar los ingresos al Estado fueron acompañadas por la instrucción del ministro al propio Indec para que mes a mes informe la evolución de las contrataciones de personal.

Resulta increíble pero en el último informe (solo se publicaron dos, el primero en septiembre y el último en octubre) ya queda demostrado el incumplimiento de lo anunciado: de un mes a otro la dotación total de empleados pasó de 323.372 personas a 341.322. Lo cierto es que este incremento puede deberse a que dos entidades públicas se sumaron a aportar sus datos de personal (aún no se entiende porqué ante una orden del Ejecutivo algunas entidades no cumplen lo solicitado). Sin embargo cuando uno se adentra en el detalle encuentra rápidamente a algunas dependencias que aumentaron su cantidad de personal de manera significativa: el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) aumentó su dotación en 6,9% (pasó de tener 1.029 empleados a 1.100 en un mes) y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAII) lo hizo en un 14,6% (pasó de 173 a 215 empleados). Si bien estas dos son las dependencias más significativas hay varias más que también incumplieron el pedido de Massa.

La auditoría de planes sociales (y la baja de aquellos beneficios que no corresponda seguir abonando) es aún una cuenta pendiente

La promesa de acumulación de reservas solo prosperó gracias al “dólar soja”, un tipo de cambio diferencial para quienes liquidaron durante septiembre sus granos de soja a quienes se les pagó $200 pesos por dólar liquidado en vez de $150, valor del dólar oficial de aquel momento. Esto tuvo como contracara la necesidad de realizar una brutal emisión monetaria que resultó ser un record absoluto durante el mes de Septiembre. Luego de terminado el esquema de liquidación sojera, el Banco Central no hizo otra cosa que perder reservas sin descanso, a pesar de aún tener las autorizaciones de importaciones virtualmente frenadas (o al menos con un alto grado de retraso). La situación preocupa y solo se piensa en un “dólar turista extranjero” para que quienes vengan del exterior a hacer turismo en la Argentina no se tienten con vender sus dólares en el mercado informal para escapar de la estafa del Banco Central que cambia sus dólares a 165 pesos. Ahora la entidad monetaria ofrecerá cambiárselos al “dólar MEP”, un dólar que cotiza en torno a los 300 pesos por dólar. Esta parece ser la única idea para recomponer de manera genuina las reservas.

La auditoría de planes sociales (y la baja de aquellos beneficios que no corresponda seguir abonando) es aún una cuenta pendiente. Lo único que se sabe es que en el Presupuesto 2023 las ayudas sociales son las grandes beneficiarias. Todo está por verse en materia asistencial.

Gabriel Rubinstein (Nicolás Stulberg)
Gabriel Rubinstein (Nicolás Stulberg)

Lo más icónico en términos de cambios en la postura de Massa fue sin duda lo ocurrido con los métodos anunciados para luchar contra la inflación. Durante su estadía en el ministerio, la inflación ha oscilado entre el 6,2% y el 7,4% y nada parece indicar que se pueda perforar de manera sostenida este piso inflacionario en torno a los 6 puntos. Increíblemente el equipo económico (que comenzó mostrando un cierto sendero de sentido común, incorporó a Gabriel Rubinstein como una señal al mercado (mostrando algo de cordura) y una fuerte crítica al control de precios y los congelamientos como guiño al sector privado parece haber girado a las viejas prácticas kirchneristas: relanzamiento de los controles y congelamientos de precios (con el nuevo plan que pretenden lanzar titulado “Precios justos”), el control integral a las empresas que según los funcionarios de turno “suben sus precios de manera desmedida” y una campaña insólita con el lema “si aumentan, no compres”: parece que pasaron de prometernos que nos iban a “llenar la heladera” y a “encender la parrilla” a pedirnos que no compremos alimentos. El delirio sigue siendo indescriptible.

El kirchnerismo ha demostrado ser absolutamente ignorante en materia económica. Esperemos que el Gobierno tenga el mínimo criterio para entender que si sigue virando a lo más rancio de las viejas prácticas económicas –ya pertenecientes a siglos pasados–, el abismo será nuestra próxima parada.

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