Desde la crisis de la deuda en pesos de junio pasado, el BCRA subió las tasas de interés cuatro veces, pasando de 49% nominal anual (61,7% tasa efectiva anual) a 75% nominal (107,3% tasa efectiva anual). El resultado es que se elevaron las tasas de interés activas a niveles prohibitivos.
A esto hay que adicionarle la desaceleración de la actividad económica, que generó un derrumbe en el crédito en pesos y especialmente en el crédito vinculado al consumo. La actual tasa de interés de referencia del BCRA (Leliqs, la que paga a los bancos) de 75% anual, impacta directamente en las tasas a las que los bancos prestan, es decir, en las tasas activas del sistema financiero.
El stock de préstamos al consumo (préstamos personales, prendarios y tarjetas de crédito) en septiembre pasado subió 5,1%, respecto de agosto. Quedando por debajo de inflación que cerró en 6,2%. En pocas palabras, a excepción del mes de junio, en todos los meses de 2022 el crédito al consumo registró caídas en términos reales.
Según el BCRA, en septiembre pasado el consumo con tarjetas de crédito cayó 0,5% en términos reales, y acumula tres meses en rojo. El consumo con tarjetas de crédito subió en septiembre 5,7% y los préstamos personales 3,5% (promedio mensual), todo expresado en términos nominales. Es decir, cayeron un 0,5% (tarjetas) y 2,5% (préstamos personales) en términos reales. Por su parte, los créditos prendarios se mantuvieron neutros y los adelantos a empresas se derrumbaron 8,2%, todos en términos reales. La tasa de inflación (6,2%) se alineó con la tasa de devaluación (6,2% mensual) y la tasa de interés de referencia (6,2% tasa efectiva mensual).
La inflación de septiembre estuvo por debajo de las expectativas del mercado. En cierta medida por la postergación de la segmentación tarifaria que afecta a la inflación de regulados.
La mayor expansión de préstamos se observó en préstamos prendarios y adelantos a las empresas. En los primeros 9 meses de 2022, se produjo un derrumbe en el stock de crédito en pesos al sector privado. En términos nominales, el stock de créditos en pesos creció 44,7% (entre enero y septiembre), y la inflación acumulada fue de 66,1% interanual. Es decir, una caída interanual de 12,9 puntos porcentuales (en términos reales).
En septiembre, la línea comercial de documentos a las empresas subió un 0,7% (nominal), respecto de agosto. Y los adelantos en cuenta corriente a empresas tuvieron un incremento de 2,5% (nominal). Ambos por debajo de la tasa de inflación de septiembre.
El stock de consumos con tarjeta de crédito está en el nivel más bajo desde octubre de 2019 (cuando había una alta tasa de interés y había impactado el efecto de la PASO). Hoy está 23,1% por debajo del nivel máximo en febrero de 2018. Y al mismo nivel que durante “el piso” de la pandemia.
En resumen, con un año electoral enfrente, se necesita impulsar el consumo vía crédito: tarjetas de crédito, préstamos personales y prendarios. Pero, la dinámica inflacionaria y el acuerdo con el FMI van a forzar al BCRA a mantener tasas de interés elevadas y en línea con la inflación. A esto se suma el deterioro en la actividad económica, que continuará erosionando al stock de crédito al consumo.
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